Coeducacion sexual: educar las emociones.

Conscientes de que los alumnos están presentes en el aula en condiciones de desigualdad, nos proponemos colaborar no en la única educación pretendidamente neutral, sino en una coeducación, que parte de una situación social sexista, donde la dominación de lo masculino sobre lo femenino es un hecho real y discriminatorio. El enfoque coeducativo hace necesario convertir el aula en un espacio donde reflexionar sobre el comportamiento humano, desde unos presupuestos no marcados por la jerarquía de un sexo sobre el otro, y donde los alumnos puedan encontrar los instrumentos de crítica y de conocimiento para interpretar la realidad en su globalidad y no sólo desde una óptica masculina.

Cuando nos planteamos educar las emociones, estamos COEDUCAR porque contribuimos a socavar el sistema racionalista propio de una ciencia pretendidamente neutral. Y no sólo eso, sino porque estamos colaborando en el reconocimiento y la valoración de lo que hay de positivo en las formas de vivir, en los comportamientos, en los valores que históricamente han desarrollado las mujeres, y que proponemos como pautas de comportamiento ético tanto para ellos como para ellas, y porque estamos colaborando en el reconocimiento de lo que hay de positivo de la -cultura masculina‖, porque siendo conocido por ellos y ellas se convierta también en pauta de conducta ética para todos.

El modelo profesional de educación integral afectivo que planteamos es coeducativo porque, entre otros muchos aspectos, recupera y integra el devaluado mundo de las emociones -que tradicionalmente han sido de la parte de las mujeres-, y el prestigiado mundo de la sexualidad -genital, coital, heteroxesual, adulto …-, que lo ha sido por parte de los hombres. la coeducación pretende compensar la desigualdad pero salvar la vez la diferente riqueza que hombres y mujeres han ido incorporando al proceso de humanización, para convertirla en una exigencia ética planteable en cada persona, independientemente de su sexo biológico. Hay pero muchos obstáculos. Por un lado está el hecho de que el actual escuela está organizada sobre una concepción racionalista que limita y excluye la emocionalidad de su actividad.

Por otro, y al mismo tiempo, la sociedad aporta una sobresaturación de emotividad, sobre todo a través de la televisión, el cine y la cultura en general. Pero se trata de una emotividad desenfrenada, que pasa del llanto a la euforia sin transición, que no profundiza en los sentimientos, sino que más bien los comercializa y los convierte en motivo de distracción y esparcimiento. Esta sociedad además, carga sobre las espaldas de las mujeres la responsabilidad de transmitir y controlar los sentimientos, y deja a los hombres en una postura de dureza aparente que todavía los hace más vulnerables cuando estos hacen su aparición.

El problema es que todos en sufrimos las consecuencias, y suelen ser dramáticas y generadoras de infelicidad. Educar las emociones es por tanto una misión que está por hacer, y que puede producir una auténtica revolución educativa si se hace en profundidad, y la sexualidad es una aspecto privilegiado para introducir estas emociones a el aula. Privilegiado porque conecta con el amor y el odio, el afecto y el deseo, el desengaño y el éxito, y estos aspectos desbordan claramente la corrección que normalmente queremos para nuestras enseñanzas.

Autor: Materiales de sexualidad. Rosa Sanchis.

Original en http://www.rosasanchis.cat/sexualitat/sanchis_senabre/baubo_07_materials_sexualitat.pdf