La sexualidad y el placer

Para ponernos a la tarea de educar la sexualidad de los jóvenes necesitamos tener previamente dos cuestiones bien claras, aunque todo esto se modifique posteriormente en el transcurso de la acción educativa como corresponde a una actividad viva e interactiva: el primer aspecto fundamental de que partir es la concepción de la sexualidad que queremos transmitir; el otro, cuál es la vida sexual de los adolescentes que tenemos con nosotros, cuáles son sus intereses, sus prácticas más habituales, sus fuentes de aprendizaje.

La concepción de la sexualidad que proponemos ya ha sido expuesta en la introducción de este libro; sin embargo no podemos dejar de señalar que se trata de una concepción abierta, tolerante y modificable, y que la única característica imprescindible es el énfasis en el carácter positivo del fenómeno de la sexualidad y en la necesidad del respeto en el trato personal. A partir de ahí, nos sorprenderemos cuando empezamos a escuchar nuestro alumnado, cuando dejamos fluir sus opiniones y nos atrevemos a modificar concepciones previas.

No es necesario coincidir con ellos en todas las cuestiones, ni estar de acuerdo en todos los aspectos que hemos expuesto antes, pero si fue suficientemente abiertos para admitirlo y exponerlo imparcialmente. Insistimos, por tanto, en transmitir una concepción alegre, gozosa y abierta de la sexualidad, con todos los peligros que conlleva, pero sin alarmismos exagerados; con todas las prevenciones y exigencias de responsabilidad, pero con un respeto a las personas que tenemos delante, ya que, aunque son jóvenes, no son tontos y muchas veces demuestran mucha más responsabilidad que los adultos.

Y es que es una costumbre de los mayores -profesorado y padres sobre todo- pensar que los adolescentes no saben lo que quieren y que son unos pocasoltes, y tratarlos de acuerdo con esta concepción desde la superioridad, olvidando que los adultos demuestran la mayoría de veces menos conciencia en el terreno sexual que los jóvenes. Otro defecto muy extendido cuando los adultos intentan educar a la sexualidad adolescente es proyectar su sexualidad sobre los jóvenes, pensar que tienen los mismos intereses, las mismas preocupaciones o prácticas semejantes. Y no es así en absoluto: no podemos olvidar que somos seres sexuales a lo largo de toda la vida, pero con una sexualidad muy diferente en los sus diversos estadios. Por eso es importante saber cómo es la sexualidad adolescente, qué hacen con ella: cuando se inician, a qué edad, con qué tipo de compañeros, donde consiguen practicarla, etc.

Autor: Materiales de sexualidad. Rosa Sanchis.

Original en http://www.rosasanchis.cat/sexualitat/sanchis_senabre/baubo_07_materials_sexualitat.pdf