COMPRENDIENDO LAS MATEMÁTICAS

La obra comienza unos minutos después de lo planeado, la sala está habitada por unos sesenta estudiantes que esperan en silencio. Sin presentaciones ni preámbulos arranca el primer número «Cero stress», que consigue que ese silencio se convierta en risas, bajan las luces, aplausos… de corrido y sin dejar espacio para que el clima entusiasta se vaya entra Miguel a escena y comienza con su locura y ansiedad en el escenario. Se mueve, salta, se tira, grita e invade la sala de inquietudes… bajan las luces, aplausos, oscuridad… comienza «Amigos Matemáticos», que da cuenta de lo que se ha realizado, pero también de cómo se ha hecho.

Miguel expresa su monologo con la naturalidad cómica que lo caracteriza “Amigos, cero stress, aquí comienza la aventura con mis compañeros y que tal si empezamos por un pequeño problema, mi amigo el dos cachetón (Juan José), se encontró con el tres al revés (Juan Esteban) quien le propuso un negocio redondo al comprar un cuatro saltarín (Cristian) y tendría una ganancia de cinco chupetas (Jhon). El dos cachetón dudoso de la oferta, dijo: “Mejor dame 6 pesetas (Natasha) y no le damos más vueltas”, listo afirmó tres al revés: “pero entonces me pagas siete billetes”, “Que sean ocho bizcochos reiteró dos cachetón”, y si cerramos en nueve pasteles… mejor abandonamos el negocio, cogemos por mitades y nos vamos para la ciudad diez que está al revés”… se termina, más aplausos… y nos vuelve a invadir un silencio. La gente espera palabras. «¡Gracias!», fue todo lo que devolvimos desde el fondo del teatro para cerrar la jornada.

Fuera de la puesta en escena el recorrido por las diferentes obras matemáticas muestra el logro trazado con cada uno de los niños, fue así como el “Jarrón Mágico”, “Las Malditas Matemáticas” y los demás libros, le permitieron al grado tercero dejar de lado los temores y complejos con respecto al área, además de mejorar su comprensión lectora. Entre cuentos, poemas, rimas y hasta chistes los estudiantes disfrutan de los temas y los relacionan con su vida cotidiana dando a entender que se ha logrado una interdisciplinariedad y un aprendizaje significativo en el proceso formativo.

Comentarios y aportes como: “Yo voy a hacer lo mismo que Alicia”, “Vamos a hacer esta operación, yo te la explico que está fácil”, “Profe, mire lo que escribí”, “Mire este chiste matemático”… dan solidez a la finalidad del proyecto. Los estudiantes se reían, se miraban entre ellos mostrando más comprensión y agrado por las actividades. Lo cierto es que al escuchar el final de la historia “Las Malditas Matemáticas” cuando Alicia comprendió cómo un pastorcito había solucionado el problema de contar las cosas que estaban a su alrededor y además para ello se inventó unas figuritas llamadas números, se dieron cuenta de que no había problemas con las matemáticas o las operaciones, que estos elementos solamente son preguntas que nos hacemos constantemente en el día a día de nuestras vidas y por tanto, no son motivo de angustia ni de terror, simplemente de buscar soluciones.

Con base en lo anterior los estudiantes expresaron: “¿Qué tal si hacemos una presentación con números?”, fue algo significativo porque se vieron reflejados ya que expresaban cosas a partir del recuerdo y porque gracias a la lectura se pudo ver no solo la motivación y la disposición que tenían, sino, también, la expresión de sentimientos a partir de la reflexión que habían tenido.

Fue una actividad muy significativa en la medida en que los procesos de lectura y escritura se reforzaron mediante la actividad y porque los niños del grupo pudieron expresar su sentir frente a situaciones cotidianas donde la misma dinámica del aula de clase, la casa y el barrio en su contexto juzga ciertos comportamientos y genera una fama que dependiendo de si es buena o mala se recuerdan situaciones en las que se implementan procesos lógicos para su solución. Todo lo demás estuvo donde tenía que estar: en el escenario.

Escritor: Mónica Andrea Jurado Pérez