El desarrollo y crecimiento de los niños es una de las mayores preocupaciones de los padres. Más allá de que sean “buenos” o “inquietos” los padres, sobre todo los primerizos, se preocupan por saber si sus hijos se están desarrollando dentro de los patrones denominados “normales”. Sin embargo, más allá de conocer esos patrones, de los que el o la pediatra les puede informar, es importante que conozcan los conceptos básicos a los que hacemos referencia al hablar de crecimiento y desarrollo infantil, de tal manera que puedan participar de los consejos y recomendaciones profesionales del médico del pequeño con un mejor conocimiento, y realizar observaciones más útiles para la labor de dicho profesional.
El 95% de los niños y niñas se desarrolla dentro de la denominada “curva de la normalidad”, que es un espectro amplio donde se contemplan pequeñas desviaciones, completamente naturales, en la evolución de los menores. ¿Por qué existen estas desviaciones? Porque cada niño o niña tiene unos ritmos que le son propios y que es fundamental respetar. En función de determinadas variables, que veremos a continuación, crecen y se desarrollan siguiendo los mismos patrones pero a diferentes ritmos.
¿Quiere decir lo mismo “crecer” y “desarrollar” en este contexto? La respuesta es no. Muchas veces, cuando hablamos, usamos estos términos (crecimiento y desarrollo) de manera indistinta, pero no significan lo mismo. Crecer es multiplicar las células corporales y, por tanto, aumentar de tamaño. Así de simple y complejo al mismo tiempo. Por tanto es cuantitativo, es decir, se puede medir, y es el aspecto en el que es más fácil fijarse, ya que existen tablas y cuadros en lo que poder observar estos datos objetivos. Los parámetros más habituales son la talla, el peso y los perímetros de cráneo y tórax. Dependiendo de la edad de los niños y niñas hemos de tener en cuenta que no siempre se crece a la misma velocidad y, de hecho, no siempre se crece (en la etapa de escolaridad se crece más despacio que en la primera infancia o en la adolescencia).
Desarrollar es el proceso de maduración funcional de aparatos y sistemas orgánicos, es decir, es un proceso dinámico de transformación y madurez de las capacidades funcionales de los niños. Es mucho más difícil poder observar estos aspectos a simple vista por su complejidad, pero también existen tablas que marcan los tiempos de desarrollo de las distintas capacidades. Dentro del desarrollo estaríamos hablando de dos categorías diferentes: una referente al desarrollo de los aparatos digestivo, respiratorio, circulatorio, urinario y genital; y otra relacionada con el área neuromuscular, que propicia la aparición de las denominadas “capacidades superiores”, y donde están incluidos aspectos como el control de la postura corporal (desarrollo motor), la adquisición del lenguaje (desarrollo cognitivo) o la autoestima (desarrollo socio-afectivo).
Para poder valorar el crecimiento y el desarrollo de los menores, otro aspecto que debemos conocer es de dónde vienen y dónde se desarrollan los pequeños o, lo que es lo mismo, los factores endógenos y exógenos que influyen en el crecimiento y desarrollo. ¿Cuál es la relación entre ambos grupos de factores?
La dotación genética, las hormonas y el sexo (factores endógenos) marcan la talla, el peso y el desarrollo de algunas de las capacidades, como por ejemplo del lenguaje, mientras que las condiciones del medio dónde se desarrolla el niño o niña, el clima afectivo, el nivel socio-económico y la salud e higiene (factores exógenos) facilitan o dificultan la manifestación de esos factores endógenos. Esto quiere decir que nuestros pequeños crecerán y se desarrollarán en función de las características que le son propias como individuos y del entorno en el que se encuentren. En el primer grupo de factores no podemos incidir, pero sí en el segundo. Si garantizamos la higiene y alimentación necesarias, los cuidados y afectos que dan seguridad y estabilidad, y los estímulos y rutinas adecuados, estaremos creando el entorno propicio para facilitar el desarrollo del potencial de cada niño.
Una vez aclarados estos conceptos hemos de precisar que ninguno de estos aspectos se puede abstraer del resto. El ser humano es un todo en el que cada área está relacionada con las demás, de tal modo que cada factor influye en el crecimiento y el desarrollo que, al mismo tiempo, se interrelacionan entre sí. Esta visión global es la que permite educar desde una perspectiva en la que respetar los ritmos propios de cada niño y niña, observándolos y acompañándolos en su evolución individual, facilita el desarrollo de todo su potencial.
Escritor: Andrés de reyes