De cómo ser un escritor en el mundo del Poeta Loco

La obra El circo que se perdió en desierto de Sonora, cautivante historia que nos relata el autor de literatura de la frontera, Miguel Méndez, me percaté de la preocupación que éste plasma en la lectura de la forma en que se interpreta la literatura, mostrándonos un acervo literario muy basto, realiza una crítica sobre los autores, asimismo abre líneas de investigación como la teoría literaria de género en el mundo chicano. Miguel Méndez viaja a través de varios autores clásicos y contemporáneos, utilizando metáforas, anécdotas con un poco de ironía y humor, mostrando como trascendente en ésta obra la búsqueda por ser un escritor, el conocimiento por nuestra literatura y de cómo cautivar al lector.

I n t r o d u c c i ó n Los consejos para llegar a realizarse como escritor están configurados en las voces de los personajes de Don Homo (Homero) y el Chavo, al narrar el mundo por el que camina el Poeta Loco. Por lo tanto me di a la tarea de revisar y analizar lo cautivante de una novela, en voz del Don Homo, un relato, lo fantástico de un cuento y lo exuberante/ficcional de este mundo beligerante que es la literatura, así como lo apasionante y lo seductor de la poesía. De tal manera, considero oportuno seguir con el mismo juego temático de la narración, revisando algunos otros autores, que hablan de cómo formarse para ser un escritor, de igual forma revisar el rezago que existe en el país, México, en materia de lectura.

Este ensayo pretende dar cuenta del frenesí que se advierte con la lectura, de la pasión que se genera con la novela, es decir cómo se maneja la literatura, cómo la asumen los escritores, y con ello llegar a apasionarnos y seducirnos. Y aunque sé que el tema da para mucho más, traté de considerar los puntos más sobresalientes, con base en la misma línea, de la formación para ser un escritor.

En virtud de lo anterior propongo el siguiente esquema para llevar a cabo el presente ensayo. Como punto de partida hablaré de los índices de la lectura actual en México, de sus atenuantes, de sus lectores y de los porcentajes de alfabetización, continuando con el tema de cómo la literatura trasforma a los sujetos sociales sin pretender colocar muros ideológicos desde las historias que se narran y nos cautivan por medio de la novela, la poesía, el cuento y como elemento adjudicado a los géneros literarios, el ensayo, todos ellos como parte de las formas más destacables, de la derivación de nuestra literatura, asimismo indagaré no sólo en los autores que Méndez propone en la literaturiedad, desde la obra EL circo que se perdió en el desierto de Sonora, también revisaremos, autores contemporáneos, que manifiesten la misma preocupación. El objetivo es abordar lo anterior con el mismo estilo, que Miguel Méndez propone.

Por lo tanto la obra de Miguel Méndez, El circo que se perdió en el desierto de Sonora, nos lleva a hacer un recorrido por varios autores desde Dante a García Lorca, de Dostoievski a Rulfo y por lugares cautivantes, desde un río de Sonora a Cenizales, de Santa Rosa a Punta Peñasco, de Lokislandia a San Luis Río Colorado. Bien, sin más preámbulos, partamos a buscar autores que nos sugieran desde sus entrañas cómo se llega a ser un escritor, cómo acercarse a la novela, al cuento, a la poesía, en los ensayos de los lugares comunes que se encuentran más allá de nuestros sueños.

La ciudadanía frente a la lectura Leer, no siempre es un circo, para los cientos o quizás miles de lectores , de este viejo, nuevo y futuro mundo de letras, leer es toda una fiesta, algo irreverente, además de sutil y apasionante que nos conduce a sumergirnos en mundos cautivantes, desérticos, caóticos, críticos y ficcionarios, donde podemos toparnos con Zenzontles Feos, Capullos, Rasqueras, Lulos, Pachanchas, con caballos que de tanto soñar se han olvidado de comer y beber; con perros Rocinantes, gallinas imita charros, a Calías y alguno que otro león somnoliento que pace entre rebaños de ovejas y que ninguna de ellas le satisface para matar el hambre de siglos que arrastra desde tiempos poco memoriosos.

Este mundo de letras, que nos sugiere un desierto con sed de sobrevivencia, envolviéndonos en estados de “metamorfosis mental que [nos regala una ciudadanía que ninguno de nosotros ha pedido, pero nos ha sido concedida, sí, la ciudadanía que al final] se convierte en la locura libresca” (Méndez, 2002:13). Desgarrándonos las entrañas con un Dostoievski, y su “verdugo involuntario de acciones” al que le carcome el crimen de una culpa, (pero a pesar de ello se alegra de haber ultimado a la humanidad) y con el alma entre los huesos, con el viento por invitado, con su aliento caliente y árido, el desierto nos espera para que le rindamos cuentas con las dunas de los nuestros desérticos días como fieles testigos (Fedor, 2010:12).

Pero ¿Qué ocurre cuándo nuestro espíritu soñador es auto-limitado, dormitando en los campos bajo el resguardo de la sombra de los plataneres? ¿Qué tan socorrido es por esta ciudadanía nuestro acervo libresco? Entre este mundo lleno de poetas locos, de escritores rocinantes, entre los pubertos-jóvenes y los adultos con herencia milenaria existimos en la faz planetaria mil millones de alfabetizados, posibles lectores. En esta ciudadanía el “7.6% es analfabeta, frente a un 92.4% de 15 años” en adelante, que saben leer y escribir, teóricamente, sin embargo, los índices de los alfabetizados enlistan en otra denominación llamada “alfabetizados funcionales” que para nuestra ciudadanía supera 33 millones de mexicanos, derivado lamentablemente por varias razones, principalmente la economía , la falta de una conciencia educativa, el contagio de la lectura es nula, aunado a ello, la identidad de los sectores necesitados está más inclinada por el trabajo de niños(as)-jóvenes que por el estudio. Pero aun con el conocimiento de leer y escribir en nuestras tierras hay un número irónicamente de casi 2 000, 000 de ninis es decir, que éstos últimos, ni por ventura de invención ni leen en la sombra ni en la luz, el trabajo para ellos es una ofensa, los oficios no entra ni por mera causalidad, sólo por mencionar nuestra triste agonía en la quimera de una Elegía.

Por otros senderos, tener la osadía de pensar en leer, en esta ciudadanía, se convierte más que en patada de mula en el bolsillo, para nosotros los viajeros en la lectura que enfrentamos los embates de una patética economía, por los dominadores ausentes en sabiduría llamados -especie rara- señores gobernantes, viejos y actuales. La falta de propuestas educativas , están por debajo de los interés de muchos de estos “especímenes” pues para algunos es más importante salir bien en la foto en algún lugar muy, muy lejano, haciendo “política” que ocuparse de los problemas reales de su Tierra Adentro. Esta, es una tierra que se ha convertido en la elipse de la historia, el círculo vicioso mientras no se pongan cartas en el asunto para mejorar, contagiar, provocar, el conocimiento, mismo que se adquiere, Señores y por qué no señoras, por medio de la lectura… seguiremos el protocolo que devine de la falta de oportunidades, es decir alimentando la corrupción, la violencia entre los dedos, con la ausencia de una equidad social, con la dominación desde la casa, con el poder como la fuente de la habilidad para controlar.

. que olvidaron que de ellos les devine su poder, en algunos de los mejores casos de optimismo.
Es la lectura el medio más cuantitativo y cualitativo que conduce al conocimiento y por ello no podemos permitirnos morir en la ignorancia: .

Cuando se trata de lectura, como hemos visto, el reflejo provoca los reflectores a la alfabetización, cuando me encuentro en medio de El circo que se perdió en el desierto de Sonora, me viene al pensamiento ¿qué pasa entonces con nuestro acervo libresco? con tan pocas expectativas entre terribles cifras y lamentables realidades, nuestro desierto se troca en una tierra sin más ley que la del poderoso, con vientos de mitos envolviendo a nuestros escritores, con aires de una herencia trasmitida en un pasado remoto.

Es precisamente este pasado que nos vuelve ajenos, y se termina creyendo –acto de fe, conducido al mito- que la lectura es para “aquel no tiene nada que hacer”, para los que buscan escaparse, y en esto último quizás –paradójicamente- se tenga razón porque nos aleja de las horas de sueño, nos aleja de amigos, por ese “impulso guiado por un ferviente deseo por leer más y más” (Lasso, 2011:17) “Hace un par de días me percate que había pasado todo una semana ausente por estar leyendo… cuando volví me sentí como quien acaba de llegar de un viaje… con ese sabor que deja la visita de los nuevos lugares y personajes que no tenía idea de que existían”. Comentario que hice en la clase de ensayo mexicano. Abrir un libro, además de ser una fuente de conocimientos, es todo un viaje, donde la aventura te sorprende, la duda te requiere, la historia se detiene, el tiempo mantiene en plena juventud a sus personajes, el enigma de su desenlace te consume, y la vida se conmueve.

Aún en esta incansable lucha por la lectura, y el tiempo real que se mueve con tanta velocidad, como el recuerdo aún guardo en la memoria del Tan veloz como el deseo, de mis lecturas ingenuas, con alma de lector, enfrentarse a un realidad encarnecida, sabía que la única forma de confrontar las palabras necias de muchos de los caminantes con los que me he tenido que enfrentar, era leer… cómo olvidar aquel que asegura que leer más de lo que le dejan en la escuela, “es una necedad”, entonces el estómago se constriñe y trato de gobernar la mente para no terminar enfureciendo con la chica que se queja frente al bibliotecario diciendo “Ay por que hacen los libros tan grandotes, nunca termino de leerlos”, aún no puedo explicar cómo alguien puede tener la patética osadía de decir, “no me gusta leer y menos literatura, no hay nada en ella más que puras letras”, en cualquier sentido tiene razón, la literatura tiene letras puras. O peor aún cuando alguien infiere que leer va contra su religión. Razón tenía mi abuela, en decir: “Cristiano ignorante seguro protestante”, pero no se mal entiendan esta alocución, en realidad, es para demostrar que “todo pueblo nace a partir de un libro. Al pueblo judío se le define como el pueblo del libro, que es la Biblia. Cada civilización tiene su libro correspondiente: hindúes, egipcios, árabes, aztecas, todos han surgido de la noción de un libro, dictado por Dios” (Krauze, 2002:49-50).

Cuando llegué a la escuela de Historia, tenía unas ganas enormes de conocer, no el aula, no a los compañeros de clases, los pasos estaban bajo la convicción de acercarme, con ganas fervientes, de oler, beber, de sumergirme ese mar, llamado biblioteca. Sin embargo, a título personal, e insisto, la economía se convierte en lastre para los muchos estudiantes comprometidos, que para alcanzar sus objetivos es necesario pagar sus propios estudios, cientos de ellos hay en trabajos consumiendo las horas de posibles lecturas.

Retomando la lista de frases por los incrédulos en la lectura, hay otra frase que no hace mucho escuché decir a un profesor para una estudiante: “Para qué lees, si terminarás calentando tortillas en alguna cocina”, en pleno siglo XXI y creyendo que la lectura y el conocimiento son cuestiones de sexo, es parte de una ignorancia funcional de varios de los profesores sumados a mi lista de “especímenes”. De ahí que me una a la visión de Agustín Fernández de la Paz, en relación a su comentario acerca de los programas educativos, “más allá de procedimientos complejos, lo que se precisa para que los niños(as)-jóvenes se adentren en el universo de las historias escritas es el conjunto de buenos libros y de un profesor o profesora que amen la lectura”, y no profesores que amen las tomas, que habiten la ausencia en las aulas.

Además cuando escucho decir a un tal fulano(a) “me aburre leer” sé inmediatamente que no tiene idea de la literatura que cohabita con nuestra la ciudadanía universal, de los escritores/poetas locos que viven en las librerías, en bibliotecas, inclusive en el propio desván de su casa de ese fulano, esperando a ser retomados, arrebatados con un ímpetu indescriptible cuando uno realmente despierta a la lectura.

Cabe destacar que tristemente, este no es un canto para aludir a los que no les justa la lectura, que nos gustaría confirmar que de ser posible, es el contagio de esta fiebre en la cultura libresca, es una exposición donde la concurrencia de la lectura es la que no ocupa, como el boleto de la entrada un mundo imaginario que se vuelve real cuando las palabras son sonoras a nuestros oídos, compañeras de tertulias entre el sillón y el escritorio, la sobremesa y la puesta de sol desde la ventana en La suma de mis días, es compartir las horas del amor en secreto de un León Felipe, a un Juan… Juan Rulfo, que más allá de los factores que pretendan limitarnos en las ansias por comenzar desde un atardecer de La piel del cielo. Siempre existirá La Tregua, para reflexión en la lectura que supera “el imaginario de una destreza” (Steiner, 2001:52).

Es necesario sumergirnos, no sólo en desiertos caminos de la Mancha, sino además en Lunas Naranjas, de las Mexicanas, entre Peregrinos de Aztlán, para encontrarnos con Los Detectives Salvajes, Idos de la Mente, contagiarnos del sinnúmero de la lietaturiedad y de sus personajes en busca del El Arbol, en un Semana de Colores, para tener una Conversación en la Catedral o provocar la Fiesta del Chivo, y toparnos con el Poeta Loco que conoció Don Homo en el Circo que se perdió en el desierto de Sonora, enamorándose de la Capullo al escuchar el canto del Zenzontle Feo.

Un libro es el escenario perfecto entre la realidad de uno y la imaginación muchos de los lectores con alma de viajeros. El libro es la puerta de la ventana que tenemos para observar el mundo, la vida misma es un libro, que puede ser no escrito pero hay quienes se permiten plasmar lo vivido trasformando los desiertos en casas habitadas, ríos con fumarolas, de barcos cargados de príncipes de placer, cordilleras al son del contacto con la tierra y el cielo, para que el viajero se sumerja en la lectura con el atrevimiento venturoso que culmina en las hojas de nuestras largas formas de interacción con los personajes que se vuelen parte de nuestros conocidos en una lejanía de la realidad a los sueños. El libro “es la fuente del conocimiento y de la imaginación creadora”, “sangre vital de un espíritu maestro” en voz de Milton (Steiner, 2001:54).

El libro de ficción es parte de la cultura de una sociedad y por lo tanto, es un relato que a su vez está influido por ella: la ficción es parte de realidad y ésta, está inmersa a nivel perlocucionario, ilocucionario y por ende necesariamente a nivel locucionario, en todos nuestros actos de habla, mediante los cuales entendemos y hacemos la realidad (Sáenz, 2011:175).

El primer libro que llegó a mis manos fue Rimas, regalo de mi padre, a la edad de 4 años, que tenía encumbradas sus esperanzas porque mi realidad fuera otra… y así fue, pues se convirtió en mi compañero desde la infancia vivida en la cordillera de una tierra que aún me recuerda el olor, la memoria de sus días… Becquer, fue mi primer amor, porque me había despertado el deseo por caminar los senderos en la lectura, por saber qué sentía al leer… aunque mi edad era ausente en conocimientos, marcó en definitiva la alegría que se contagia con la magia de la lectura. A todos lados Becquer me acompañaba, lo mismo a la escuela, lo mismo en los juegos infantiles, lo mismo en la alfombra del cuarto para el descanso, lo mismo en las escaleras del pasillo para observar los árboles cargados de limas.

Lo mismo que los libros están cargados de amantes, de amores, desamores, de luchas, de guerras de muertes, de ilusiones, de sueños, de libertades, de justicia, e injusticias, son manjares deseosos de ser devorados. El libro también se convierte en el mejor compañero de hombres y mujeres, mi hermano ayer me comentó que sus libros lo acompañan en su trabajo y le otorgan el privilegio de estar no sólo por éste en varios lugares, además visita otros lugares cuando abre la caja de Pandora para viajar más allá del destino que le toca visitar. Me confesó que desea y anhela a todas luces tener días completos para embriagarse con la lectura… sin importar la economía a cuestas, cuando tengo la dicha de verlo no platicamos de otra cosa que no sean libros, lecturas y siempre me sorprende con algún nuevo título que quiere que le consiga, y esto me llena de orgullo, por él.

En él percibo a ese lector con aires de aventurero, viajero, que a pesar de la limitación de la económica-familiar se ha mantenido en la lucha por conocer, por preguntarse ¿qué escribe Cristina Pacheco? que hay detrás de la obra de Nietzsche, y cómo un escritor de su altura, despertó a la locura, y se auto-critica cuando se alude como un analfabeta funcional, según él. Y para su ironía me recuerda las palabras de la una autora que aún no es comprendida en nuestros andamios, “yo estudio/leo para ver si con ello ignoro menos” (Sor Juana: 2001).
Ya lo dijo Vargas Llosa “igual que escribir, leer es protestar contra la insuficiencia de la vida; que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana” (Llosa:2010).

Los libros son un el mejor pretexto para escaparnos y fugarnos con un Poeta loco, un Becquer, con un José Emilio, con un escritor que duerme cuando nos asomamos al sol, y dormimos cuando él sueña ante la hoja en blanco en espera de ser poblada por palabras que nos conduzcan a mundos abyectos en nuestra agonía por no morir en la ignorancia, por eso los libros deben “ser leídos, poseídos y así deben ser todos los libros. Me horroriza la gente que los forra y los cuida tanto que ni siquiera los toca: esa gente no lee de veras, supone que los libros son tan sagrados que deben dormir su sueño eterno en la tumba de los anaqueles” (Krauze, 2002:15).

La lectura, despierta, en nosotros viajeros, todos los sentidos, que a veces están abatidos, más no doblegados, es decir una lectura nos consagra a las lágrimas por querer hundir nuestra libertad, de la muerte/justicia delante de la mirada, hace sentir el mismo frío cuando la soledad se apodera en el duelo de una separación, reventamos de felicidad ante el chiste inspirado por la política sin aliento, sonroja las mejillas cuando nos delata la palabras de amor que el poeta advierte en lunas de octubre y la nostalgia de una primavera ardiente. Nos despierta el alma, descubre el cuerpo cargado de erotismo, contagio de las batallas por los golpes de la vida y sus heraldos negros. Degustamos de ella, olemos lugares inciertos, además de volvernos críticos de lo que vemos, de lo que oímos, del sonsonete en las letras de una música debería aspirar más allá del comercialismo unido a la precaria información de sus escuchas. Somos viajeros, caminantes entre hojas de otoño, amantes en la lectura, que preferimos saber la opinión de un Mario y sus mujeres, de un Márquez y las putas tristes de sus memorias, y su incasable homenaje a Yasunari Kawabata, que concurrir al mitin con un discurso añejo, amargo sabor de realidad, aunque con ello sigamos siendo para muchos, personas raras, peregrinos con libros, personajes de un mundo cirquero.

TTodo parece estarse inventado en el instante de la lectura, y a la vez, penetramos en un estrato prehistórico que nos es inmemorialmente propio. Esa combinación de sorpresa y familiaridad sólo se produce ante los escritores verdaderamente grandes (Domínguez, 2004:90) LKrauze, 2002:89). De lo contrario se vuelve el amante perfecto, con el que subiré a cada microbús que necesite en la semana, le vuelve el cómplice de los momentos de rabieta de los que prefieren no sentarse al lado de un lector en el metro, en el jardín de alguna plaza, en la mesa, de las que ahora han colocado en mi biblioteca preferida. Asimismo cuando alguien se interesa en el amate que llevo y no se atreve a preguntar el nombre de éste, hago todo tipo de ademanes para que alcance a ver el título, con el propósito de contagiar a otro viajero del instante feliz de cualquier mañana.

Algunos se preguntarán, para qué diablos nos sirve la lectura, para no ignorar nuestra vida, para no ignorar en nuestra vida, para contagiarnos de libertades, para enfrentarnos con los que dicen saber lo que ignoran, para combatir a los que se siente con el valor moral de humillar a las mujeres y consagrarlas sólo a darle la vuelta a las tortillas, respuesta también de los que creen que son “mariconadas”, la lectura no tiene sexo, es espíritu del deseo en todos los tiempos. La lectura, es la herencia inquebrantable del libro, el libro es el invitado del lector en la noche que consume velas por su amor prohibido, desde el inició de nuestro despertar en ella, lectura.

Para nuestros fieles lectores, el alivio que debe sostener, aún con la peripecias de la precaria economía en nuestra ciudadanía, son los lugares que a pesar de la modernidad sacuden las entrañas y aún gritan como perros en celo, por ser tomados en cuenta, teniendo todo el peso del conocimiento, me refiero a ese lugar construido hace millones de siglos, y que actualmente existen 7210 de estos lugares, donde habita un “ratón” en conocimiento y en sabiduría por el acervo libresco que se encuentra a su resguardo. Saboteemos no sólo estos lugares librescos, sino aquellos donde la soledad nos acompañe con un libro, el viaje del pleno desierto de nuestra imaginación. Para tener la certeza de encontrarnos con Dantes, Rulfos, Méndez, Márquez, Cervantes, Dalís, Sócrates, Unamunos, Llosas, Urquizas, Juanas, Elenas, y probablemente, si revisas bien, te encontrarás en medio de El Circo que se perdió en el desierto de Sonora y entonces nos volvamos locos en este mundo, con la inquietud de ser escritores y tengamos la osadía de preguntarle a Don Homo ¿Cómo ser escritor? O por azares del destino-desierto nos encontremos al Poeta Loco, con todo y su nombre de pila hundido en “el cementerio de las desmemorias” (Méndez, 2002:7) llegando de otro de sus viajes, para que nos cuente su última aventura en este cosmos grotesco , que sucede en la vida de todos nosotros, cirqueros.

Dejemos que la lectura nos envuelva con un desierto convertido en el vientre de madre buena/terrible (Cárdenas:2010) el arrullo con el que nos adormece se torna amarillo y sin esperanzas, por la añoranza de una tierra prometida, arrebatada. Donde el desierto también se vuelve la puerta de la memoria donde se traducen los fantasmas en vivencias “con todo y su resequedad encandilante, la impiedad de un sol que se licúa, baña y despelleja a los que huyendo hayan sus suelos” (Méndez, 2002:16) por la tormenta de arena que viene con la noche de incontables letras, susurros, sonidos sofocados en el aliento contenido que nos advierte la lectura de la madre terrible que nos conmueve en la penumbra de un noche larga en medio de la estrecha relación de la vida y la muerte, de lo negro y lo blanco, de la transformación de Sofía.

Busquemos por todos los medios, contagiarnos de la lectura, de los viajeros que en ella podemos encontrar, con miras a hacia nuestra, individual, pero certera ciudadanía, creando la frontera de cualquier viajero, para que también se sumerja con todo el deseo y la sensibilidad en las manos que da el saber de la existencia de cientos de personajes construidos a partir de una realidad compartida, que sin aludirse ajenos hablaran del sentir que nace en el tiempo finito para postrarse en el tiempo eterno que su creador ha construido en largas y negras noches frente a la hoja blanca, en espera del nombre con el que se identificara ese nuevo amante.

La Literatura en voz de Don Homo y sus antecesores desvelos me topé con un viejo con aires de aventurero y vagabundero, conocido entre la chaviza, como Don Homo, un viejo pretendidamente cuerdo sin más cartas de presentación que su locura, me hacía pensar que no podemos escapar de nuestro destino, simples seres desterrados de nuestras divagaciones, al escucharlo, con su locura me hizo cuestionarme y cuestionar mis deseos sobre la inmensa ignorancia de nuestra práctica literaturesca, sin importarme si la locura de escribir vale la pena.

Más allá de pretender en ser detective, tuve la incontenible osadía de recordar al viejo, con aires de arrebato, García Moreno con sus ganas de conseguir “libertad, respeto, experiencia sexual y llegar a ser un gran poeta” (Zozaya, 2011:11). Las palabras se vuelcan como preguntas que taladran la ímpetu de una vaga humildad, que nos reconocen con su creación, inventa, dibuja, revuelca y nos reinventan, como sus hijos.

Así un día común entre mis dedos de ansiedad por la lectura fue que conocí a Don Homo, y aún ingenuo de los días en el alba de los recuerdos de una infancia, presente en mis lecturas, en la irreverencia de mi discurso, de la lectura, de la busca incansable del buen lector y del viaje que nos embarca el libro. Don Homo, asintió, como quién reconoce otra alma cautiva en medio del desierto, donde los encuentros son fortuitos, y dilucidó primero diciéndome que hablar de literatura no era hablar de los datos duros, como parientes de la historia, que conducen a mitos de aburrimiento, que siguen manteniendo a los incautos dormidos por falta de imaginación, si bien estos reconocimientos de fechas, nombres, era para algunos lo más importante, -para otros los vemos con relación al resultado de las “horas/nalgas” de lectura, –dijo: -es decir, vendrán por antonomasia, por añadidura, de tanto desgastar las hojas pobladas de historias. La literatura no deber ser coaccionada en su creación, “despojarla de su libertad, de su lúcido [ritmo] para aprisionarla (…) en archivo mohoso” (Krauze, 2002:37). Su espíritu es libre y de libertad sus sueños.

Al igual que otros viajeros contagiado de las aspiraciones a cuestas me perdí en los laberintos de mi vida sólo para indagar los porqués, los cómos y las razones que debo desvelar, para llegar a ser el mejor escritor del rumbo y de sus alrededores recordé las sabias palabras de los viejos “chamaco, nadie es profeta en su tierra” sin más preámbulos dije a “Don Homo” enséñeme a ser un escritor (Méndez, 2002:61), o dígame donde encuentro al Poeta Loco, me gustaría acompañarlo en sus aventuras y aprender de su lucidez, al principio divagó por su característica de alguien que presume por antonomasia, pero su instinto de escritor sacudió la osadía de tal afirmación donde “es espíritu la palabra en sonora presencia” (Borges:2005:34), que buscan los sonidos, los ritmos como una cadena que viajan por todo el cuerpo haciendo hervir la sangre (Krauze, 2002:12-13).

Así que me sugirió, que antes de darme los pormenores y secretos de los escritores, era oportuno hablar de la literatura, de lo que debe significar para los novicios, a sabiendas de su acervo libresco en las memorias de su exilio, por lo que agregó: ¿quieres ser escritor chamaco irreverente? “Ora sí jodimos, como si los escritores salieran de las sastrerías”, (Méndez, 2002:61) pues entonces abre bien las orejotas y observa todo lo que más puedas a tu alrededor y escucha con atención, que para lograrlo se necesita más que fuerza de voluntad, una garganta sedienta, y un estomago de acero, por aquello de los Diaz de guardar, de abstinencia, y aunado a todo ello recuerda que libro que caiga a tus manos debes saborearlo, no sólo para que consigas salir de esas cifras de la que me contabas minutos arriba, sino que además conozcas de primera mano la literatura y nadie te venga a sorprender con aires de soberbia.

Con tal disertación, cabía entonces preguntarle: [alguna vez, se ha preguntado] “¿si el Espíritu Santo escribió la Biblia? –no sólo la Biblia todos los libros” (Borges:2005:34), como la musa, Chavo, esto me lo dijo el ciego “Borgias”, que sigue vagando por estos andurriales de Dios y sigue creyendo en su locura, que este universo es como una enorme biblioteca, así de loco estaba, “Borgias” era todo un maestro de las letras que también se encontró un día con el Poeta Loco, por estos linderos desérticos acompañado, por supuesto de su “Funes” conocido por la comunidad como un personaje bilingüe y que sabedor de su desmemoria todo el tiempo preguntaba para que alguien le dijera ¿quién era y a dónde iba a ir a parar? El Poeta Loco asumió que su encuentro vendría “despendido de algún mundo de tantos, el cielo está plagados de ellos” para mí que el Desierto de Sonora esté anclado el merito infierno” (Méndez, 2002:66) Lo que me trae a la memoria al parlanchín con el que Vargas Llosa se topo un día en tierras lejanas a ésta, su sonsonete discurso, le inspiraron una idea que más tarde se volvería en el personaje con aires de El Hablador. (Cueto: 2007).

Eso me recuerda, también, que alguna vez escuché hablar al Poeta Loco, de una tal Catalina y de un tal Raskolnikov, que andaban desesperados buscando a su padre, se decían hijos de un tal Dostoievski, dicen que venía de por allá de algún siglo, su marca narrativa estaba “más inclinada a narrar la caída del ángel que su ascenso, [con su] ingenio dramático que su pasión [razonaba], su sensibilidad y su rebeldía” (Fedor,2010:17) daba para crear personajes con aires pintorescos que hasta podrían pasar por hijos suyos. Y de su padre heredaron rasgos moralistas (Fedor: 2010). Y como olvidar a Juan Preciado que se perdió en los infiernos de Comala por buscar aun padre, que yacía en los terrenos del los desiertos de la Media luna, su encomienda fue la herencia que le deviniera de la mente de una moribunda y le hizo prometer tenía que encontrar a un tal Pedro Páramo, muerto/vivo, el mismo sería identificado como su padre.

Es de mi parte advertirte que en tus andares por este mundo perdido en el desierto de la vida y el tiempo, te vas a encontrar con gente más que extraña (Méndez, 2002:66) y a varios viejos-viajeros locos pero ninguno como el tipo loco entre los locos, andaba por el mundo, montado en un caballo y por acompañante traía a uno de los cuatro hijos de Sánchez. Nunca supimos a dónde fue a parar, pues un buen día salió con la herencia legendaria en la aventura que el sino le provocó para buscar a su tal dama del Toboso y lo vimos perderse en la lejanía del tiempo, jamás dio muestras de querer volver a pisar las tierras que lo vieron enloquecer, este buen caballero con todo y su figura triste, tenía la calma de desfacer entuertos, luchar contra molinos, salvar leones enjaulados, entre otras lindas locuras.

Aquel caballerango que seguía a sus molinos, por los caminos de la mancha, como el poeta al sol, “Santo Señor, mala cosa cuando fama y riqueza empobrecen al espíritu. ¿Habría que castigar a los mozalbetes millonarios y ultrafamosos, señor don Quijote” (Méndez,2002:48). Su hambre estaba colocada en el desván que cargaba el hijo de Sánchez, y mira que tónica de caballerango escuálido pero guerrero, sin cordura pero con guía en la aventura, sin pan ni gloria pero con el más calido clamor de una pasión en los caminos de la mancha.

Será necesario que tengas bien en cuenta lo que otros ven en la literatura y de sus múltiples protagonistas que se han propagado desde los tiempos de Platón, y que lo mismo deambula por desiertos, rollos en mares muertos (Cavallo-Chartier, 2001:27-28) que en la frontera de un patio trasero. Por ello la “literatura se convierte en síntoma y símbolo de nuestro clima cultural: (…) en busca de algo llamado identidad que siente la influencia opuesta de la historia y el futuro” (Cantero, 2011:204). Es la literatura una fuente para erradicar la crueldad, el orgullo de los que transgreden y han transgredido la tierra de nuestros progenitores, es la literatura una reconstrucción de la identidad de nuestras propias convicciones. Para alguien más “la literariedad exige la belleza estética, sin que por ello, lo bello sea lo que comúnmente se entiende por bello. La literatura [debe] ser descarnada, sumergida en lo más vil de lo humano” (Sáenz, 2011:180), es decir, palabras más palabras menos, que “esa frialdad que da la distancia en la contemplación de la belleza no se debe confundir con una actitud de indiferencia, sino de debe identificarse con una especie de sosiego, de calma que despierta” (Ruiz, 2006:49) con cada grito de palabras en las vísceras de los personajes y poetas que nos sonrojen por sentirnos aludidos, descubiertos, expuestos.

Bien lo ha dicho Mario, “Es necesario (…) recordar a nuestras [ciudadanías imaginarias] lo que pueden esperar. Es necesario que sepan que la literatura es como el fuego, significa disidencia y rebelión, que la razón de ser el escritor es la protesta, la contradicción, la crítica” Por eso muchos, especimenes creen que la literatura provoca revueltas, desordenamiento en sus mezquinos intereses. (Semprún, 2007:26). Lo que no saben, es que “la vocación literaria surge de una falta de acuerdos del hombre con el mundo… La literatura es una forma de rebelión permanente y no tolera ninguna restricción ideológica” en palabras del mismo Mario, (Semprún, 2007:26).

Ya entrados en materia, la literatura se convierte en una forma de vivir, de caminar, de hablar, juega con nosotros, sin alimento que no sea la libertad, el hambre convertida en sed de todo lo que podemos devorar, revolcar con los ojos, estrujar con el alma, es el dolor compañero del amor desmedido por el libro que aun no puedes comprar, o la rabieta que teda cuando quieres llegar a su ultimo renglón. Pero antes de que tu mente ingenua, sagaz y pretendiente en querer definir a la literatura, debes necesariamente hacerte parte de ella, para poder conferir una posición en este cosmos literario, no puedes hablar de amor sin antes sentir la dulzura de sus besos, ardientes por un amor prohibido, es la literatura que se ha convertido en algunas islas de nuestros lustros siglos, una prohibición. Si a la literatura la consideramos como “el capricho de un poeta bronco nos permite rozar un poco la poesía, ella [hace] que uno sonría desde el alma” (Perles,1998:276) entonces vale la pena leer “Carretadas de libros, [y] de los diccionarios de la lengua, [usurpa] los mejores, también de sinónimos, enciclopédicos, y [usarlos] a diario sistemáticamente, no los [expongamos] en exhibición a media sala en vitrina de lujo” (Méndez,2002:73).

Porque el conocimiento no se adquiere por la mera inercia del deseo ni por coleccionar libros de todos los colores, debemos sentarnos a desentrañar la grandeza que nuestros pretendidos colegas nos regalan en sus obras. Ya lo decía, con aires de grandeza el amigo Poeta Loco “leo de todo autor, amigos, siempre y cuando aparezca en traducción al castellano, porque no hay lengua más hermosa y efectiva… “yo recojo la semilla que reside en la palabra tradicional incubada por tantas y tantas generaciones de escritores, para sembrarla a mi turno en las mentes de los habitantes de estos eriales” (Méndez, 2002:14)

Chavalo no lo digo yo, lo dijo Inés la del convento, “esa” a la que el Poeta Loco mantiene en cautiverio pues le tenía cierta ojeriza, (Méndez, 2002:97) “yo no estudio para escribir ni menos para enseñar, que fuera en mi desmedida soberbia, sino sólo para ver si con estudiar ignoro menos” (Cruz:2001) La ignorancia es reconocida por muchos y aceptada por pocos, pende de un hilo para conducirla a la muerte segura cuando de ella olvidamos su existencia, mediante las letras, hay que dar muerte a la ignorancia ¿Cómo? No encuentro camino más acertado que mediante las letras pues son ellas las únicas que tiene posibilidad de hacerlo, (Méndez, 2002:69) el conocimiento, el desenfrenado deseo por buscar y escudriñar nuestro mundo asiduo de cultura en la literatura “libresca” (Méndez, 2002,69).

Aunque para algunos “ignorantes de estilo”, la literatura se vuelve un ton ni son, y que por el contrario a ti que te ha cautivado como a tantos viajeros, entonces mantente firme y disciplinado y deja que las “malas lenguas” sigan hundidas en El Pozo, como chismes de la Fuente Ovejuna. Que la literatura, reconoce asimismo a sus amantes que entre paredes degustan de un paisaje entre mares de amores.

La literatura [desde] la época [anterior a tus antecesores] despendía de toda en delante de la escritura y del libro: a esos instrumentos se le confiaba la composición, circulación y conservación de las obras” (Cavallo-Chartier, 2001:27). [Por ello se dice que] “la literatura y el arte, a causa de su larga tradición y de su público siempre minoritario, no pueden ni necesita ser manipulada en forma tan directa por parte del poder capitalista (…) (Lasso, 2011:24).

Súmale a este mundo irreverente, pretendido en la modernidad, quizo frenar no hace mucho que la producción saliera en un material ajeno a mis días, y aunque sabemos que la lectura en alta voz, también deviene de sonidos en la antigüedad, la libertad de tener el producto de un actor, y sentir con toda la pasión desmesurada, por recorrer sus hojas, está dentro de la comunión –de lenguaje, que se tiene entre el creador y que el hace sonar el timbre del alma del libro, por lo que reducirla a ese grotesco material, en mi opinión personal, no es la solución para que se interesen aquellos que por genealogía no aman ni literatura, ni los derivados de ella, para tal habilidad hay que desprenderse y despertar un letargo, mitológico.

Opiniones variadas encontraras, acerca de la literatura, con algunas simpatizaras, con otras, quizás no tanto; pero tómalas en cuenta porque a sabiendas de que todo no está escrito, tampoco se debe subestimar posturas que han contribuido a los estudios de la literaturiedad, además recuerda que no hay teórico/escritor pequeño. Y de igual forma todos partimos de una realidad, de una idea tan grande como la palabra, tan fuerte como su engranaje y tan poderosa que se trasmite al lenguaje mismo.

La literatura, a puesto de cabeza a más de uno, hace muchos, muchos años, existió un grupo de jóvenes/estudiosos, además de inquietos, por definir la literatura, y la historia los bautizo como formalistas, estos muchacho; estudiaban y analizaban que “la literatura no era una seudo-religión, psicología o sociología sino una organización especial del lenguaje” (Eagleton, 2000:13) [además decían que] la obra literaria no era ni vehículo ideológico, ni reflejo de la realidad social ni encarnación de alguna verdad trascendental; era un hecho material cuyo funcionamiento puede analizarse como se examina el de una máquina” (Eagleton, 2000:13). Entre discursos, discusiones, críticas análisis entorno a la literatura, su tesis partía de la forma del lenguaje como la fuente de un percepción literaria, por lo que se consideró, que estos muchachos muy formales designaron lo literario y no la literatura. de los lectores se llene de este cosmos literaturesco. Eagleton, 2000:20).

21) y de igual forma tendríamos que observar el sentido de la palabra y herramientas para construcción arquitectónica de la literatura. No te, asustes muchacho, que aún no es la hora de mi locura, a lo que me refiero es a las herramientas como recursos , bases de la sintaxis. Eagleton, 2000:17). La literatura, genera cualidades para mantener una unidad lingüística, en las formas, de cualesquiera que sea las obras ante el arte literario.

B i b l i o g r a f í a
Méndez, Miguel. (2002). El circo que se perdió en desierto de Sonora, México: F.E.C
Asbaje Juana de. (2001). Respuesta a Sor Filotea. (Carta atenagórica). México: Editores Méxicanos.
Asbaje Juana de. (2007). Obras Completas. México:Porrúa.
Kafka, Franz. (1985). La Metamorfosis/El Proceso. México:Porrúa.
Arreola Cortes, Raúl.(1998). El tema de la Casada Infiel en la tradición literaria Hispo-Mexicana. Michoacán/México:UMSNH
Antología, 100 Poesías Famosas, México: Editores González Hermanos
Paz, Octavio. (1999). El Laberinto de la Soledad, México: FCE
Dostoievski, Fedor M. (2010). Crimen y Castigo. México:FCE
Benedetti, Mario. (2005). El amor, las mujeres, y la vida. México. SEP
Ruiz Otero, Silvia. (2006). Hermenéutica de la obra de arte literaria: comentarios a la propuesta de Roman Ingarden. México: Ediciones y gráficos EÓN-Universidad Iberoamericana. Ciudad de México.
Bartra, Roger. (2002). Anatomía del Mexicano. México: Plaza Janés.
Morales, Fabio. (2004) “La teoría de los sentimientos morales de Andrés Bello” en Anales del seminario de historia de la filosofía. No. 21 /ISSN: 0211-2337
Borjes Jorge Luis (2005) “La Poesía y el arrabal”, en Letras Libres. No. 82 Octubre
Mario Santí, Enrico. (2005) Ent(1998). Entrevista a Miguel Méndez. Atlantin XX
Freud, Sigmund (1986). Los textos fundamentales del psicoanálisis. España: Altaya.
Rops, Daniel. (2003). Jesús en su tiempo. México: Porrúa
Echeverría, Bolívar. (2001). Definición de la cultura. México. D.f.: ITACA/UMSNH.
Sabines, Jaime. (2005). Antología Poética. México: F.C.E.
Balcells, Carmen et. al. (2007). “Doce variaciones sobre un escritor”, en Letras Libres No. 106, octubre. México.
Zaid, Gabriel. (2007). “Historia de un escritor”, en Letras Libres, No. 106, octubre. México.
Cuento, Alonso. (2007). “La cocina de las letras”, en Letras Libres, No. 106, octubre. México.
Goldin, Daniel. (2006). “El precio único, condición indispensable”, en Letras Libres, No. 94, octubre. México.
Steiner, Gorge. (2001). “Una carta de amor a la lectura”, en Letras Libres, No. 30, junio. México.
Fernández, Jorge. el. al. (2004) ¿Está en crisis la poesía? en Letras Libres, No. 72, diciembre. México.
Cárdenas, Guadalupe. (2010). “El arquetipo de la madre terrible en Peregrinos de Aztlán” de Miguel Méndez en biblioteca virtual universal, en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-ingenioso-hidalgo-don-quijote-de-la-mancha–0/html/
Cantero, Mónica. “La creación del Español mestizo en literatura chicana: Identidad y elección lingüística”, en http://www.biblioteca.org.ar/libros/134072.pdf
Aranda Oller, Lucía V. (1992) “La alternancia lingüística en la literatura chicana: una interpretación desde su contexto socio-histórico” Tesis de la Universidad de Computense, España-Madrid: Facultada de Filología, Departamento de Filología Inglesa. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cervantes-y-borges-0/html/
Necoechea, Gerardo. (1990). “Del centro occidente al medio oeste: historiografía chicana”. Revista No. 25 octubre-marzo 1991. México, D.F.: INAH.
Guitiérrez Piña, Claudia. (2008). “La inclinación del personaje grotesco en El circo que se perdió en el desierto de Sonora”, de Miguel Méndez, en Contribuciones desde Rev. Coatepec. México; UNAM.
Zozaya Becera, Florencia Q. “El desierto como utopía en Los detectives salvajes de Roberto Bolaño” en http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/16_iv_feb_2009/casa_del_tiempo_eIV_num16_11_15.pdf
http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2007/01/03/index.php?section=cultura&article=014n2cul
Petrucci, Armando. “Leer por leer: Un porvenir para la lectura” en Cavallo Guglielmo y Chartier, Roger. Historia de la lectura en el mundo occidental. España: 2001. p. 1991.
“Alfabetización y Alfabetización nacional-México”, El Universal, 04 de abril de 2011. consultado web: el día 04 de mayo de 2011.
“Día internacional de Alfabetización” en Journalmex, Periodistas de México, 08 de septiembre de 2011. consultado en web el día 22 de septiembre de 2011.
Lasso Tiscareno, Rigoberto. “Importancia de la Lectura” en http://bivir.uacj.mx/LibrosElectronicosLibres/UACJ/Importancia_de_la_lectura.pdf

Eagleton, Terry. (2000) “Introducción, ¿Qué es la literatura? a la teoría” en Una introducción a la teoría literaria. México: FCE.
Krauze, Ethel. (2002) Cómo acercarse a… La poesía. México: CONACULT/Libros del rincón, SEP.
Cavallo, Guglielmo. Chartier, Roger. Historia de la lectura en el mundo occidental. México: Taurus.

Escritor: Alin Orozco Torres

Los comentarios están cerrados.