De la razón de Estado y el Conflicto colombiano

Asumiendo un Estado de control que nos acompaña, es preciso ubicar dentro de la trama política y social algunos indicios que nos permita acercar a la maquinaria que diseña, fabrica y termina por condicionar las vidas naturales de los hombres, a tal punto de negar en un ejercicio de sobrevida la existencia misma. Ante la situación en la que nos ubica la condición posmoderna, preguntarnos por la importancia de la filosofía, de su lectura y práctica cotidiana, cobra relevancia, en tanto que es esa búsqueda de verdad, empresa del filosofo, en la que conseguiremos comprender el funcionamiento de la máquina y los movimientos del espectro que nos totaliza en el teatro de lo político y social.

Para ello, es pertinente acercarnos a filósofos contemporáneos, cómplices en este tiempo que acontecemos, reconciliándonos con actitudes que como la sospecha son negadas en estos tiempos de vigilancia. Michel Foucault es maestro en sospecha, me detendré en su lectura y las oportunidades que ofrece para la comprensión de asuntos como el conflicto colombiano, exhortando a lectores de paso y pensamientos transitorios, que vuelvan a cruzar vida y filosofía.El trabajo de Foucault presente en el libro que recopila sus clases en el Coll&ge de France entre 1977—1978 “Seguridad, Territorio y Población” (Foucault, 2006).

Ofrece una plataforma para la comprensión del funcionamiento del Estado a partir de la razón que lo sostiene, ya no desde una cuestión mesiánica, más bien desde el viraje que lo conduce a posar su razón sobre cuestiones económicas que le otorgan un funcionamiento particular en donde puede hallarse una explicación a la servidumbre voluntaria que somete a la población a prácticas de control y para el caso del conflicto colombiano, advertir consideraciones importantes con respecto, por ejemplo, a quiénes son las victimas y quiénes los victimarios. Al respecto es preciso tal vez un análisis biopolítico que nos permita entender la sobrevida que acompaña la vida natural del hombre y con ello una serie de consecuencias en donde es posible afirmar la pertinencia de la muerte de algunos salvaguardando así la vida de unos elegidos por el sistema.

Tenemos dos asuntos importantes, por un lado la cuestión económica que asalta la Razón de Estado y usurpando el discurso político, posiciona a la economía como disciplina que le mostrará las distintas direcciones que como Estado debe abordar. Por otro lado, el conflicto colombiano que desde hace varias décadas deviene en enfrentamiento bipartidista y se ha venido instalado en otras formas. Ahora bien, tal conflicto se manifestaría en las distintas consideraciones que el Estado colombiano asume con respecto a las condiciones económicas que debe perseguir, incorporando en el mismo otros actores que estarían interviniendo, a mi juicio, en virtud de esa cuestión económica que embadurna al Estado.

El campo, los campesinos, desplazados, agricultores, cafeteros, indios, pobres, mestizos, y un largo etcétera componen la población que desde un ejercicio biopolítico son considerados con poco valor para la vida, y en virtud de ello, sin entrar a sacrificar su vida biológica, son sometidos, bajo la consigna de la Razón de Estado, a condiciones de supervivencia que colgando de un hilo se debaten entre la vida y lo que es peor la muerte en vida.

La programación de la servidumbre voluntaria estaría en manos de la policía como tecnología. Recordemos que conforme a las orientaciones foucultianas en “seguridad territorio y población”, la primera de las oficinas del cuarto poder, encarnado en la policía, dedicado a la instrucción en letras y armas, además de los oficios y con ello un marcaje que dura toda la existencia, comienza a someter a la población a un control en el que como policía es importante defender el Estado y salvarlo ante cualquier peligro en el que pueda encontrarse.

Este asunto es bien explicito cuando pensamos en la función que se le encarga a la escuela de formar ciudadanos, pues al incorporar una conciencia colectiva en cada uno de los ciudadanos, los somete sin mayor cuestionamiento a un carácter custodio en la relación con el Estado, figurando en la comprensión del conflicto colombiano, toda vez que al celebrar la muerte de distintos guerrilleros, vándalos y terroristas y con ello lamentar las pérdida de civiles que con honor mueren por la patria o la Razón de Estado que parece ser defienden, los hace parte del juego biopolítico, de la lucha por conservar el Estado y su razón, sin embargo la pregunta estaría encaminada hacía, ¿qué razón es la que compromete a la población civil, y así, quiénes los victimarios y quiénes las víctimas?.

En suma, Michel Foucault me permite ver el funcionamiento del Estado desde la Razón que lo acompaña, y con ello las distintas cartas que sin ser descubiertas componen esa verdad que sostiene el juego biopolítico en el que bien puede ubicarse el conflicto colombiano. Así, la policía como tecnología es una interesante vía para la comprensión de la servidumbre voluntaria que hace querer al opresor y odiar al oprimido, además de la escuela como escenario en el que se esculpen subjetividades que como piezas de lego encajan perfectamente con la Razón que moviliza los esfuerzos del Estado por mantenerse, y con ello las condiciones que sostienen también el conflicto colombiano, tan necesario para la existencia de unas formas concretas de gubernamentalidad, un arte de gobernar que ubica lo económico, el progreso y desarrollo como consigna de la población civil.

La resistencia, cuestión que no podría dejar de lado, estaría tal vez ubicada en la escuela misma que procurando subvertir tal servidumbre voluntaria que se forja en sus aulas, se ubique en una situación límite que le permita en un ejercicio por ser menos gobernado, conducir al Estado por otros senderos que comprometan el bienestar de la población, de no ser posible tal subversión, quedaría entonces, como sugiere la nicaragüense Gioconda Belli la posibilidad de que “nos vistamos de dinamita y nos vayamos a invadir palacios de gobierno, ministerios, cuarteles… con un fosforito en la mano” (Belli, 1978)

Referencias bibliográficas:
Belli, G. (1978). Vestidos de dinamita.
Foucault, M. (2006). Seguridad, Territorio y Población: curso en el college de France (1977-1978) (1° ed.). (H. Pons, Trad.) Buenos Aires: Fondo de Cultura económica.

Escritor: Luis Guillermo Agudelo García.