De)colonizando el pensamiento: de-construyendo de nuestras identidades re-territorializando el ser Latinoamericano

Si la colonialidad es cosa del pasado, ¿cómo entender las actuales formas de dominio “colonial”? ¿cómo generar rupturas frente a ellas? Creo que lo esencial ha de ser como, desde cada uno de nuestros saberes, es pertinente recurrir a éstas cuestiones y otras incertidumbres que inciden en el ejercicio de (re)pensar críticamente el ser Latinoamericano; así, como al deber ser de cada uno de nosotros, como científicos sociales. Lo importante para mí, como sujeto, es que desde mi interacción con el mundo, como con la realidad socio-cultural e histórico-cultural que marca todas las tendencias existenciales de mi vida, se ha ido elaborando una forma de pensar, de ser, de saber e inclusive de afectividad en espacios tanto académicos como socio-culturales.

El mundo en general está bajo una centralidad, desde diversas dimensiones tanto de la existencia humana como de cada una de sus invenciones, televisión, internet, mass media; en general, los medios de comunicación masiva y de reproducción de conocimiento, como de formas de ser, actuar y pensar. Para Agustín Cueva, “desde la perspectiva ideológica del colonizador todo pueblo colonizado carece de historia; por definición no la posee, ya que tal categoría es un atributo de la civilización y no de la barbarie.” Por eso, es menester re-pensar el carácter de civilización dentro de nuestras propias categorías, desde nosotros mismos, nuestro propio pensamiento, nuestra existencia; dentro de un lugar de enunciación, donde la existencia nuestra no siga siendo una imposición del moderno-mundo-colonial-europeo ni de sus medios de reproducción y mantenimiento de su racionalidad sobre estas tierras Latinoamericanas, ni estos sujetos Latinoamericanos.

Hoy día el problema se centra en procesos de racialización, exclusión del otro y redistribución de clases, que fragmentan cada vez más las sociedades “tercer- mundistas”, bajo las políticas globalizantes que imperan en las naciones, bajo sus relaciones con entes como el FMI, BM, OMC, entre otras. Estas instituciones dirigen la existencia de muchas naciones como la colombiana, donde la educación aún sigue siendo un privilegio para unos pocos e inclusive, la salud, que debería ser un derecho, es un servicio. Cada día son más y más los derechos que se van re-conceptualizando desde las políticas de Estado y se convierten en servicios, desde el agua hasta la salud misma, hoy día el sobrevivir es una tarea de aquel que pueda sostenerse económicamente de alguna manera; por esta razón es imposible que problemas sociales como la delincuencia común, el secuestro y el narcotráfico, entre otros problemas a nivel regional (campo, ciudades, corregimientos, pueblos, etc.), se sigan viendo con mayor frecuencia en sectores populares de cada una de las regiones del país.

A partir de éste y otros problemas que se desprenden de la racionalidad moderna-colonial-europea, arraigada en nuestras sociedades, y más aún en nuestras instituciones educativas, es necesario, recurrir a procesos que develen el papel de la persona en la construcción de nación y de nuevos caminos para la emancipación. De esta manera, expresar la necesidad de re-construir y “re-pensarse críticamente como un medio que brinde el derecho a pensar a partir de la propia experiencia en lugar de adaptar, a las circunstancias de la periferia los modelos de enseñanza y reproducción del conocimiento del centro” ; a la vez, re-significar aquellas naciones (pueblos) que aún hoy siguen siendo (neo)colonias de Naciones del “Primer Mundo.”

Por lo tanto, es necesario “reconsiderar el concepto de ser humano […] reflexionar sobre la necesidad de un nuevo estatuto humanista […] y construir un mundo en el que se erradique definitivamente la dominación de unos sobre otros”. Además, se presenta la necesidad de descolonizar y dar fin al imperialismo, a los proyectos hegemónicos y al servicio. Cada día son más y más los derechos que se van re-conceptualizando desde las políticas de Estado y se convierten en servicios, desde el agua hasta la salud misma, hoy día el sobrevivir es una tarea de aquel que pueda sostenerse económicamente de alguna (Europa)” . A esto se suman practicas contra-hegemónicas de resistencia y emancipación simultaneas, como “el etnonacionalismo y el panindianismo […] estrategias de desterritorialización y reterritorialización con pretensiones de refundar el Estado” , completando un giro de-colonial.

Hemos de tener en cuenta que para encontrar una salida es necesario dar un giro a las estructuras que componen el conocimiento moderno y establecer un nuevo sentido de ver y estar en el mundo, fuera de las lógicas que desde la racionalidad occidental se encarnan dentro del pensamiento disciplinar y de las estructuras propias de la razón latinoamericana. Insertándose en “el diálogo triangular entre la colonialidad del ser, del saber y del poder” . Además, participar dentro de la creación de nuevos modelos de accionar en el espacio académico, social y cultural: interpretando el mundo y aprehendiéndole, desde nuestra propia historia. Así, dar paso final a la matriz colonial que desde la colonia nos fue impuesta desde Europa, y ahora desde el país del norte. La perspectiva es “re-pensarse de-colonial y críticamente, para poder lograr el desprendimiento y descentramiento radical de los principios que regulan la esfera del saber académico institucional y de sus prácticas ético-políticas” , en todos los aspectos (dimensiones) de la existencia humana, en tanto, entiendo la colonialidad como “la devaluación de la vida humana mediante la constante colonización del saber y del ser.”

Encuentro que, siguiendo a Catherine Walsh, Quijano y Castro-Gómez, se han construido estructuras raciales donde se borra completamente al otro, donde se vinculan “jerarquías de poder: etno-racial, espiritual, epistémica, sexual y de género […] ya que desde la formación inicial del sistema-mundo capitalista/colonial la incesante acumulación de capital se mescló de manera competa con los discursos racistas, homofóbicos y sexistas” del pensamiento eurocéntrico/moderno/colonial, insertándose en las prácticas cotidianas de todos y todas aquellas personas que pertenecemos o no a una (neo)colonia estadounidense o europea pues, ¿Cómo es posible dar cuenta de ese asentamiento tan arraigado en nuestras propias formas de ser, sino con los hábitos comunes y las acciones que día a día se muestran dentro de las costumbres cotidianas del habitante latinoamericano? Debe tenerse en cuenta cómo la identidad de todo sujeto se construye a partir de las relaciones que se instituyen dentro de normas socialmente establecidas y en el contacto directo con éstas (socialización primaria), más aún cuando interactuamos en espacios de enunciación que nos comprometen a reproducir las lógicas implantadas por el sistema (como la escuela, la familia, la empresa entre otros), normas que “colectivamente” fueron impuestas, para una convivencia y normalización de las actividades y actitudes entre sujetos que coexistimos en un espacio común. De esa manera es impuesto un imaginario , dentro de las prácticas cotidianas y representacionales de todos, creados a partir de modelos eurocéntricos que configuran las producciones particulares de la latinidad, como esa diversidad de seres que comprende las extensión geográfica desde el sur de los Estados Unidos a la Patagonia, más todos aquellos pueblos que habitan en otras latitudes que, aún lejos de su tierra, se identifican con un pueblo, con unas costumbres, con unas formas de ser, saber y pensar, pertenecientes a un lugar de enunciación común.

Es necesaria la participación de todos activa y constantemente para delinear los campos epistémicos de referencia, es decir, dilucidar los ejes transversales de la propuesta que pretende re-significar, re-pensar y de-colonizar los estudios latinoamericanos como las formas de ser, saber y poder. En ese sentido, “es [necesario] abrir un espacio de dialogo desde Latinoamérica y específicamente desde la región andina sobre la posibilidad de (re)pensar y (re)construir los ‘estudios culturales’ como espacio de encuentro político, crítico y de conocimientos diversos” .

Se nos presentan nuevos procesos de participación y re-conceptualización de las acciones cotidianas de todos, en cada uno de los diferentes contextos desde nuestro lugar de enunciación. Todo ello es posible, “cuando la gente a nivel local siente que tiene el poder de decisión, siente que tiene la posibilidad de opinar igual, al indígena, al afrodescendiente, al mestizo, [al gay, a la lesbiana, al transgenerista, al discapacitado…], al blanco. Pero también tener capacidad de enfrentar, de confrontar la estructura que siempre ha dominado”. Además, generar encuentros entre las diferentes comunidades pertenecientes a un territorio común, donde se reterritorializarán simbólicamente las nuevas estructuras del cambio y la reconstrucción de la nación, desde perspectivas interculturales, bajo el respeto y la esperanza de un intercambio de experiencias a nivel local luego a nivel global, abriendo senderos de resistencia social e individual a partir del proceso de re-pensar(se) críticamente en el transcurso de la “transformación de todas las dimensiones de la existencia” .

Escritor: Giotto Aleksei Quintero Fetecua