DISCAPACIDAD O INCAPACIDAD

Muchas veces cuando vamos caminando por la calle o talvés dando una vuelta en el Centro Comercial y de repente vemos a otra persona, que luce un poco diferente a nosotros, es inevitable dejar de verle, sencillamente tratamos de disimular, pero observamos esas diferencias con detenimiento y luego sentimos compasión o tristeza por la suerte de es otro individuo, al cual con crudeza y con diminutivos, llamamos de diferentes maneras como el cojito, el invalido, el bobito, el cieguito, el que tiene el cuerpo torcidito o posiblemente queriendo demostrar un poco más de conocimiento les decimos las “personas especiales”, “personas discapacitadas” o “personas con necesidades especiales”, es entonces cuando se hace necesario preguntarnos si ¿La discapacidad es incapacidad?.

, pero con el paso del tiempo y gracias a muchos movimientos y personajes que dedicaron su vida al estudio de estas dos condiciones, el concepto comenzó a cambiar significativamente. Esa primera luz legislativa, en lo que a discapacidad se refiere, se originó en el Reino Unido, la cual sirvió como guía para la legislación antidiscriminatoria en otros países. dentro de una institución especial, sino tratar de adaptar esa vida a un estado de bienestar. Fue así como Inicialmente, el trato dado a las personas con discapacidad, parte de una situación paternalista, en 1976, gracias a los ideales de la Union of the Physically Impaired Against Segregation (UPIAS), se crean los principios fundamentales de la discapacidad, lo cual abrió algunas posibilidades de igualdad en empleo, en el control de sus propias vidas, en la protección de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades, teniendo presente que lo único que existía hasta ese momento eran barreras en educación, comunicación, trabajo, beneficios, transporte, vivienda, entretenimiento y muchas otras posibilidades que les eran negadas y no reconocidas. Esto fue tan solo el inicio, alguno de los primeros pasos para comenzar a eliminar una serie de barreras, con las cuales los discapacitados han tenido que vivir, pero esas barreras no son precisamente causadas por ellos, sino por cada uno de los miembros de la sociedad en la cual vivimos.

Definitivamente es la misma sociedad la que discapacita a las personas y les niega la posibilidad de acomodar sus necesidades individuales y colectivas a una vida cotidiana, económica, social y cultural, es la misma sociedad la que no los acepta en su calidad de seres humanos con los mismos derechos, posibilidades, habilidades y oportunidades, incapacitándolos para que no hagan parte de un colectivo el cual ha sido selecto y excluyente. Es importante considerar, que todos somos diferentes y parte del secreto de la felicidad, está basado en aceptar la diferencia que hay en cada uno de nosotros, en reconocer y entender la diversidad, partiendo del hecho, de que no todos somos iguales, cada cual posee individualidad y por ende, necesidades diferentes. La diversidad es tan simple de entender, cuando aceptamos la identidad del otro y lo comprendemos como sujeto integral, único, valioso y con habilidades diferentes o similares a las nuestras.

Vale la pena hacer un llamado a toda la sociedad, para que no vea, no entienda y no sienta la discapacidad como una incapacidad, sino muy por el contrario, vea, entienda y sienta que se trata de seres humanos que tienen capacidades específicas, para desarrollar habilidades diversas, que dan el valor real a la totalidad del cuerpo, no a lo que les falta, sino a lo que tienen. Este es un llamado especial a los docentes, quienes pueden y deben dar un gran aporte desde el aula de clase, haciéndola inclusiva, para que se adapte a las diferencias individuales, para desarrollar destrezas más que conocimientos, más actitudes y hábitos para fortalecer los talentos e intereses. Un docente debería estar siempre preparado para llegar a la población con habilidades diversas y dejar de dictar sus clases, como si sus estudiantes fuesen todos iguales, debería entonces adaptar su metodología de enseñanza y sus actividades, dándoles un enfoque experiencial. Teniendo claro que la diferencia no debe ser desigualdad, ya que cada persona tiene una combinación de fortalezas y debilidades y serían entonces los docentes, quienes deberían adaptarse, no potencializando aquello que la persona perdió o no tiene, sino muy por el contrario potencializando sus habilidades, buscando en el otro todo lo positivo que tenga, toda su potencialidad frente a la vida.

Tachar a alguien como discapacitado, está dentro de la mentalidad de aquellos que se creen “normales” y solo hasta que no haya un cambio de mentalidad y de actitud en la sociedad, es decir, en cada uno de nosotros, seguirá habiendo una brecha que limita, aísla y excluye. Si bien es cierto que los seres humanos somos totalmente diferentes los unos a los otros, es algo que no se reduce tan solo a lo que pueden ver nuestros ojos, sino, esa diferencia está en su propia esencia. Somos seres humanos creados bajo los parámetros de la igualdad, de la aceptación y la inclusión. Definitivamente, es el momento de dar un cambio a nuestro pensamiento y al concepto de discapacidad, vista como incapacidad que requiere rehabilitación, ya que aquellos que necesitamos rehabilitación, somos nosotros como sociedad, frente a la población con habilidades diversas, mal llamados discapacitados.

Escritor: Sonia Cajamarca Rodríguez