¿Dónde están los ojos de las personas?

Hace una semana envié mi Currículum a una compañía multinacional que publica blogs por internet. Recibí la respuesta de interés por su parte y me solicitaron que elaborara un texto de mi autoría, sin plagios, que contuviese entre 650 y máximo 1000 palabras; para evaluar mis habilidades como escritora. Desde ese momento, se me ocurrieron varias ideas, una de ellas fue escribir un ensayo sobre algún tema relacionado con la administración de empresas, la cual es mi carrera profesional y mi trayectoria laboral de por lo menos 20 años. Me imaginé escribiendo textos muy elaborados de Mercadeo, Servicio al Cliente, Teorías Administrativas, Gestión humana, Finanzas, en fin, de ítems que tocan directamente con el que hacer administrativo…

Esa misma semana, mi hermana me dijo que la acompañara a un centro comercial de la ciudad, para comprar ropa, entre otras cosas; yo acepté su invitación. Quedamos de vernos en la tarde, a la entrada de la estación del metro cercana al lugar. Cuando abordé el tren para ir a su encuentro, empecé a analizar en el interior varias cosas; por ejemplo, la información que está dentro de los vagones, la publicidad, datos de la ciudad, rutas que cubre y sus transportes alimentadores. Mis ojos giraron alrededor de todo cuanto pasaba en ese espacio, a esa hora; las personas que iban de pié, las que estaban sentadas.

Observando cada situación de ese momento, noté algo en particular: varios de los pasajeros que viajaban allí, tenían puestos sus ojos fijamente en sus teléfonos móviles; como si nada mas importara en la vida. Unos jugaban, hablaban, otros escribían, algunos tenían puestos sus auriculares y de igual manera estaban pendientes de sus dispositivos. En esta misma situación transcurrió el tiempo, hasta llegar a la estación destino de mi trayectoria, en ese medio de transporte. De repente, vibró mi teléfono móvil y cuando lo miré, era un mensaje, el cual decía que esperara otros 20 minutos, para el encuentro con mi familiar, ya que, ésta aún no podía llegar.

Con el propósito de aprovechar al máximo ese tiempo y para que no se hiciera tediosa la espera, ingresé al establecimiento de comercio, cercano a la estación y busqué un lugar agradable para tomar un café y relajarme. Me senté y pedí un capuchino, a la jóven que atiende el lugar; nuevamente, mis ojos se pasearon recorriendo ese sitio y captaron situaciones cotidianas, entre la gente que estaba allí. El mismo fenómeno que se presentó en el tren, se repetía en el cafetín: la mayoría de los individuos que estaban sentados, poseían en sus manos sus teléfonos celulares como lo llamamos en nuestro país y sus pupilas se dirigían hacia ellos.

Lo que no es comprensible para algunos, es como una persona que está sentada frente a otra, para compartir y conversar gratamente, puede cambiar sus hábitos e interactuar la mayoría del tiempo con su teléfono móvil. En este momento, la gente no parece interesarle otra cosa que no sea su teléfono celular, igual pasa en los parques; es común ver a los padres de familia ir con sus hijos a jugar y dejarlos solos por que prefieren fijar la vista en el texto de la pantalla de su móvil, en los teatros, en los restaurantes; pasa algo similar; entre plato y plato el principal protagonista es el teléfono, en los autobuses, en los taxis, en los aeropuertos y demás lugares públicos. Igualmente; cuando se está en casa, después de comer, inmediatamente se procede a buscarlo para seguir interactuando con él. O algunas veces se esta sentado a la mesa, pero cada quien en lo suyo.

Se puede afirmar que es una tendencia la cual nos ha robado las miradas a casi todas las personas; quienes se dejan absorber por él. Se ha cambiado la costumbre de mirar a la otra persona a la cara, de interactuar frente a frente con ellos, de interesarle compartir con cada persona que ve. Las relaciones y la manera de comunicarse con el otro parece haber cambiado, me llama en especial la atención entre los jóvenes, la mayoría del tiempo están contemplando sus artefactos de comunicación móvil. Tal parece que las parejas ya son de a cuatro actores: tu y yo, tu móvil y el mío y no de a dos.

Escritor: Claudia Ocampo