¿Educamos en Derechos?

A veces sólo nos queda sorprendernos. Nos sorprendemos al saber que hace muy poco tiempo, en 1989, apenas 25 años atrás, se firmó La Convención de los Derechos del niño. Aunque los Derechos del niño, como ser humano, estaban amparados en La Declaración Universal de Derechos humanos de 1948, se logró dar claridad a los derechos del niño en la mencionada convención, dado el carácter especial del niño, de individuo en crecimiento, y se consignó protección especial para este segmento de la población. Los niños debían ser objeto de cuidados y protección especial.

No sé cuántos niños participaron en la elaboración de dicho documento. O si fue escrito solo por gente adulta. Sería bueno averiguar. Lo que sí está constatado, a lo largo de la historia, es el desconocimiento y la vulneración de los Derechos de los niños de manera alarmante por diversos agentes, ya en casa, ya en la escuela, ya en la vida comunitaria, en todos los rincones del planeta. Los medios de comunicación nos informan sobre homicidios, abandono, maltrato, explotación, abuso sexual, y muchos otros delitos que se cometen a diario en niños y niñas en distintos lugares. Es lamentable que esto siga ocurriendo y que los esfuerzos de la sociedad y de las autoridades no respondan efectivamente a las crecientes necesidades de cuidados y protección de la población infantil.

Y aunque es más que una simple lista de derechos, como lo dijeron destacadas figuras de la Ilustración, los Derechos humanos se fundamentan en el conocimiento y reconocimiento de la identidad humana y social entre todos los miembros de la familia humana. La educación inicial en Derechos es tema por desarrollar. ¿Es posible que los adultos que tenemos la responsabilidad educativa de los infantes no hayamos hecho lo suficiente por capacitarnos y sensibilizarnos en las bondades del respeto y la vivencia de los Derechos Humanos. ¿De qué manera podemos transmitir ejemplos de humanidad, convivencia y solidaridad? ¿Qué ejemplos compartimos?.

Y como se trata de la transmisión, de la formación de hábitos, comportamientos y conductas personales y sociales, ¿cuál es la metodología y cuales las estrategias para adelantar esta importante labor? Siempre se ha dicho que la manera más eficaz de enseñar es con el ejemplo. ¿Cómo podemos los individuos –padres, docentes- que estamos inmersos en una serie de momentos y espacios en los que actuamos de acuerdo con nuestras diferentes características, imaginarios y valores, producto de una amplia herencia de lazos genéticos, culturales, familiares y sociales acostumbrarnos a conocer, entender, vivir y respetar y dar ejemplo de respeto a la universalidad de los derechos individuales y una amplia categoría de derechos: Derechos Ambientales, Derechos sexuales y reproductivos, Derechos laborales, Derechos políticos, etc.?.

Es conveniente que los docentes evalúen su práctica académica desde todos los ángulos y hagan las transformaciones necesarias que permitan un excelente ambiente de aprendizaje y que recurran a innovadoras estrategias didácticas y múltiples metodologías para cumplir la misión de acompañar a los niños y niñas a conocer sus derechos y la aplicabilidad de los mismos e igualmente guiarlos para entender las maneras, los mecanismos y las instancias para proteger los derechos propios y ajenos.

Los resultados esperados en las áreas de convivencia y ciudadanía están lejos de ser medianamente satisfactorios y es deber de los educadores, de los medios de comunicación, de los miembros de la familia, de todos, reflexionar sobre la calidad y cantidad de nuestros estudios y actitudes en el tema de Derechos Humanos; analizar nuestros comportamientos a la luz de esas normas y emprender una larga jornada para apropiarnos de ese maravilloso legado, producto de una larga y decidida epopeya de la familia humana por entender que el respeto a los derechos conduce a la paz.

Aprovechemos cada momento para hacer sentir y sentir al otro – a todo ser humano – como un hermano, aprovechemos para aprender que todos tenemos derechos y deberes y podemos vivir en este maravilloso planeta que habitamos y que aún hay lugar para la esperanza en un mundo mejor, más armonioso, justo, fraterno, solidario y tolerante. Es hora de sorprendernos.

SANTANA EDUCATIONAL ENTERTAINMENT.

Escritor: Carlos Alberto Santana R.