Simón Choy es un comerciante de salsas, especias, té y demás productos chinos para la cocina, propietario de una pequeña tienda en la Calle Capón. Su negocio tiene ya siete años importando los productos desde Hong Kong y la China continental. «Mi abuelo vino primero hace como 60 años, la familia lo siguió poco a poco y así llegué yo. Me acostumbré tanto a Perú que no quise regresar», dijo Choy, de 58 años.
La tienda de Simón se llama SB Trading y está ubicada en el jirón Paruro, la calle más concurrida del Barrio Chino de Lima. Una vieja casona con techos y paredes altas, y balcones exteriores, alberga su negocio, al igual que la mayoría de los locales comerciales de la zona. Letreros en caracteres chinos y su respectiva traducción al español adornan las marquesinas de los comercios.
Según datos demográficos oficiales, el 3% de la población de Perú, conformada por 30 millones de habitantes, tiene origen asiático directo, principalmente de China. En tanto, el intercambio comercial entre ambas naciones en 2011 ascendió a 10 mil 500 millones de dólares, y China se convirtió para el Perú es el primer destino de sus exportaciones gracias a la puesta en vigencia del Tratado de Libre Comercio firmado en 2009. “Se trabaja tranquilo aquí. Es como vivir en China, porque aquí tenemos todo lo que podemos tener allá. Hay mucho movimiento, siempre está lleno de gente”, dijo el comerciante al referirse al día a día en este barrio, próximo a festejar, en setiembre, los 163 años de la inmigración china al país andino.
En efecto, la Calle Capón es un barrio que se mueve por el comercio. En horas punta casi no se puede caminar por sus angostos jirones y seis cuadras de extensión. Los negocios ofrecen comida, abarrotes, artículos para el hogar, juguetes, útiles escolares y de oficina, medicamentos, cual feria de mercancías infinitas. Y la gente, que siempre camina de prisa y en todas las direcciones, no se cansa de acudir a ellos para sus compras o consumos diarios. Es un referente cuando se trata de buscar productos buenos y a bajos precios.
El rojo y el dorado saltan a la vista, especialmente en los restaurantes y tiendas de abarrotes, donde cuelgan de los techos los típicos adornos chinos de papel. Los visitantes del boulevard o pasaje principal de la Calle Capón caen rendidos ante la curiosidad por saber qué les puede deparar el futuro con una lectura personalizada del horóscopo en los kioscos del lugar, por solo 5 soles (poco menos de 2 dólares). Algunas agencias bancarias también se instalaron allí desde los años 70 debido al movimiento comercial y económico que se generaba. Se mueve mucho dinero en la Calle Capón, pues la compra y venta al menudeo nunca se detiene.
Corazón comercial de Lima Los comerciantes peruano-chinos son amigables y tienen la costumbre de recibir a sus clientes con una sonrisa. Como Simón, que habla chino y un español que se deja entender.“Hay que estar felices. La felicidad atrae a la gente. El que viene acá sale contento, es la clave del negocio”, dijo Simón.
Así es como los peruanos conocen este rincón chino en la ciudad. Pero la Calle Capón es mucho más que un gran mercado de baratijas y productos «made in China». Es cultura viva, un pedazo de historia, una fuente de mestizaje. Un lugar donde se refugiaron los primeros chinos que llegaron al país hace 163 años. Los chinos que la convirtieron en la “pequeña Cantón” en Perú en la segunda mitad del siglo XIX pasaron pronto de ser sus inesperados inquilinos a prósperos propietarios de los locales y viviendas. Continuaron allí por muchas décadas, abrieron comercios, restaurantes, perpetuaron sus tradiciones y crecieron con sus familias.
Carlos Acat, periodista de la Agencia de Noticias Xinhua en Lima, cuenta que los primeros chinos que ocuparon este lugar se agruparon en las denominadas “sociedades chinas”. Se trataba de grupos organizados en torno a un origen común o más o menos común, es decir, conformados por chinos provenientes de una misma provincia o de provincias cercanas, la mayoría del sur de China (de Cantón, principalmente).
En la actualidad, las viviendas que dieron cabida a estas sociedades lucen el paso de los años, ya casi nadie vive en ellas, y solo congregan a los hoy denominados “tusán” (hijos de inmigrantes chinos con peruanos) cada vez que se celebra un acontecimiento de importancia especial para la comunidad chino-peruana: el año nuevo chino o la celebración de la primera inmigración china al país.
Una calle con historia Sobre los orígenes del nombre de la calle existen varias hipótesis. La más aceptada refiere que en este lugar se capaba ganado y animales de granja, cuyas carnes se vendían en el mercado que existía en la zona. El mercado en referencia es el conocido como “mercado central” de Lima, alrededor del cual se ubican las calles que dan vida al Barrio Chino hasta la actualidad.
Las primeras referencias sobre la presencia de chinos en la Calle Capón están en la prensa peruana de la época. Así lo dice Humberto Rodríguez Pastor, antropólogo especializado en la inmigración china al Perú, quien cuenta que en 1859 muchos de los llamados culíes o trabajadores chinos de las haciendas costeñas empezaron a conseguir su libertad para posteriormente asentarse en este vecindario.
“Era especialmente importante para ellos vivir cerca a un mercado”, dijo Pastor. Esto explica la inclinación hacia la actividad comercial que siempre caracterizó a los inmigrantes chinos en Perú. Con el tiempo, la evolución socioeconómica de los chinos en la Calle Capón hizo que pasaran de ser inquilinos de las tiendas a propietarios de estos negocios.
Fuente gastronómica y cultural Los primeros chifas aparecieron en la Calle Capón en la década de 1930. El San Joy Lau y el Ton Kin Sen son dos de los más antiguos y populares. Estos restaurantes se convirtieron en un imán para los limeños de la época. Los chinos habían conquistado a los peruanos por el estómago. Hoy existen más de 50 chifas en todo el Barrio Chino, según datos de la Asociación Peruano China.
Carlos Acat recuerda que en la década de 1960 los chinos de la Calle Capón empezaron a retirarse hacia otros distritos de Lima. “Poso antes de esa época surgió la ideología del retorno. Entre las décadas del 40 y 50 los chinos enviaron a sus hijos a China, principalmente a estudiar, y otros regresaron a sus pueblos de origen. Pero este retorno se cortó con la Revolución de Mao”.
La emigración china en Lima se produjo hacia distritos como Pueblo Libre y San Borja (actualmente barrios de clase media alta), en las décadas de 1960 y 1970. Además, muchos chinos de provincias se mudaron a Lima en búsqueda de mejores condiciones económicas. Para los limeños, la Calle Capón es una parada obligada cuando van al centro de la capital a realizar compras o simplemente a pasear. Según Acat, se calcula que anualmente llegan unos 3000 chinos al Perú.
Escritor: Paola Pinedo García