El campo en Campos de Castilla de Antonio Machado

Todo el mundo sabe que la poesía es el arte para el tiempo; mientras la pintura es el arte para el espacio .( O en otra palabra, la poesía es el cuadro sonido y la pintura es la poesía callada ) Mientras los poetas expresan la vida o revelan los sentimientos con palabras, los pintores hacen lo mismo con distintos colores y con líneas.

Debido al diferente vehículo que aplican para interpretar el arte, por lo tanto salen resultado y efectos distintos en cuanto presentan el trabajo. En general, lo que nos presentan las obras pictóricas son imágenes visuales. No obstante, aquellas imágenes, en cierta manera, están bastante restringidas por el tiempo y por el espacio porque la pintura es solamente apta para presentar una imagen estática de un objeto cuando describen en un cierto instante.

Es decir, por muy dinámico que esté o por más ruido que pueda hacer este objeto, en realidad, el  movimiento que, muestra en la pintura siempre está fijado en cierto momento. Pero la poesía, muy al revés, lo que se demuestra son imágenes que pueden ser visual, auditiva, táctil, olfativa, hasta gustativa con un lenguaje configurado con alguna cadencia específica.

Al mismo tiempo, también es muy apta para interpretar argumentos coherentes o incongruentes e interpretar algo dinámico o estático. Lo más importante, en la poesía los poetas nos sirven de guías veteranos para invitarnos a entrar en su propio mundo ficticio y para guiarnos a seguir sus pasos a pensar, a enfocar, o hacer pausas para contemplar algo desde distintos ángulos…etc. Es una forma muy libre y suelta con la que los poetas pueden expresar lo que quieran a placer, les da un espacio más amplio y una manera más  enriquecido para plasmar las ideas que surgen en la cabeza.

 

Igual que otros escritores de la generación del 98, Antonio Machado también sintió gran inclinación por el tema de Castilla. Pero debido a su propia experiencia y el destino inseparable con esta tierra adusta, la pasión inefable y la emoción particularmente concentada en Soria, ya habían hecho esta pequeña ciudad un sitio célebre en la poesía española.

A pesar de su corta estancia en Soria unos cinco años, nuestro poeta expresa en sus poemas sin reservas todos sus sentimientos obsesionados. Enfrente de un campo tan austero, en el poema CXIII, la palpitación interior le lleva a escribir la alabaza más sincera a la belleza extraordinaria de la naturaleza.

Es la tierra de Soria árida y fría

Por las colinas y las sierras calvas,

Verdes pradillos, ceros cenicientos

la primavera pasa

dejando entre las hierba olorosas

sus diminutas margaritas blancas

  La tierra no revive, el campo sueña.

Al empezar abril está nevada

la espalda del Moncayo;

el caminante lleva en su bufanda

envueltos cuello y boca, y los pastores

pasan cubiertos con sus luengas capas.

(Poema CXIII-I, Poesías completas, p.154)

Las tierras labrantías,

Como retrazos de estameñas pardas,

el huertecillos, el abejar, los trozos

de verde oscuro en que el merino pasta,

entre plomizos peñascales, siembran

el sueño alegre de infantil Arcadia.

En los chopos lejanos del camino,

parecen humear las yertas ramas

como un glauco vapor-las nuevas hojas-

y en las quiebras de valles y barrancas

blanquean los zarzales florecidos,

y brotan las violetas perfumadas.

(Poemas CXIII-II, Poesías completas, pp.154,155)

 

¡ Las figuras del campo sobre el cielo !

Dos lentos bueyes aran

en un alcor, cuando el otoño empieza,

y entre las negras testas doblegadas

bajo el pesado yugo,

pende un cesto de juncos y retama,

que es la cuna de un niño;

  y tras la yunta marcha

  un hombre que se inclina hacia la tierra,

  y una mujer que en las abiertas zanjas

  arroja la semilla.

  Bajo una nube de carmín y llama,

  en el oro flujo y verdinoso

  del poniente, las sombras se agigantan.

(Poemas CXIII-IV, Poesías completas, pp.155-156)

 

 

La hermosura de la naturaleza no fue la única cosa que fascinó a Antonio Machado. En realidad, la propia historia y la antiguas glorias de la ciudad forman parte de una sinfonía emotiva en el corazón del poeta. En la descripción de la decadencia actual y la pasada prosperidad de Soria, aquella “cabeza de Extremadura” que durante la época remota de la Reconquista, Antonio Machado en tonno melancólico da cuenta del vaiván inconstante de la vida terrena.

 

 ¡ Soria fría, Soria pura,

cabeza de Extremadura,

con su Castillo guerrero

arruinado, sobre el Duero;

con sus murallas roídas

y sus casas denegridas !

 

¡ Muerta ciudad de señores

soldados o cazadores;

de portales con escudos

de cien linajes hidalgos,

y de famélicos galgos,

de galgos flacos y agudos,

que pululan

por las sórdidas callejas,

y a la medianoche ululan,

cuando graznan las cornejas !

  ¡ Soria fría ! La campana

de la Audiencia de la una.

Soria, ciudad castellana

¡ tan bella ! bajo la luna.

(Poema CXIII-VI, Poesías completas, p.156-157)

 

 ¡ Oh, sí ! Conmigo vais, campos de Soria,

tardes tranquillas, montes de violeta,

alamedas del río, verde sueño

del suelo gris y de parda tierra,

agria melancolía

de la ciudad decrépita.

 

Me habéis llegado al alma,

¿ o acaso estabais en el fondo de ella ?

¡ Gentes del alto llano numantino

que a Dios guardáis como cristianas viejas,

que el sol de España os llene

de alegría, de luz y de riqueza !

(Poema CXIII-IX, Poesías completas, p.159)

 

Asi es Soria, tierra que tiene alma misteriosa y silvestre debajo de su austera apariencia pacífica. En los poemas mencionados, el poeta no escatimó sus esfuerzos para dar a los lectores las imágenes visuales y olfativas que les permita dejar volar la imaginación sobre distintos aspectos de una tierra que emocionó totalmente al poeta. Machado mira a Soria, a Castilla, llevado de un amor vivo, místico, palabra que emplea el poeta para describir lo indescriptible. Así se explica el número de exclamaciones del poema. “ Cinco años en la tierra de Soria, hoy para mí sagrada-escribió Machado-orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial castellano.”

Cada paisaje tiene su alma. Y si se ha podido decir que todo paisaje es un estado de conciencia-desde el punto de vista del artista-, no es menos cierto que a todo paisaje corresponde un alma colectiva en los hombres que lo pueblan y viven. Los ojos del poeta captaron un paisaje, mientras su corazón- con fuertes razones que la razón no conoce-se orientaba hacia lo escencial castellano.  Soria es, acaso, lo más espiritual de esa espiritual Castilla.

Autor:  Wang Jung