EL CINE: UNA NARRATIVA HIPERSENSIBLE

La Narrativa siempre ha estado ligada, casi en exclusiva, a las dimensiones literarias que atañen la presencia de libros que cuentan historias, sin embargo, es fácil pensar que cada vez a través de la evolución de la humanidad o el avance de la tecnología, surgen alternativas de narración que no intentan desplazar al libro sino por el contrario, pretenden sostener la literatura. El cine creado por los hermanos Lumiere hacia el año de 1895 como mecanismo de perfeccionamiento de la técnica de la fotografía, hace parte de ese grupo de alternativas narrativas. “El cine nació como consecuencia necesaria de los sucesivos perfeccionamientos de la técnica de la instantánea fotográfica”. (Gubern, 1974).

De la narrativa dependen fenómenos ligados a la comunicación y a la educación. Aprendemos simplemente porque nos narramos todo el tiempo. No importa el medio ni el canal lo importante es el relato, es la historia y lo que los personajes tejen en torno a ella. Por eso es simple reconocer que no sólo nos narramos en la oralidad o en la escritura plasmada en los libros, sino que la narrativa trasciende y toca fibras internas de otros formatos, otras artes, otros medios como el cine, la televisión, el cómic y se distribuye fácilmente a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

La narrativa de viajes se remonta a la literatura oral, desde la convención de los cuentos de hadas de salir de casa a buscar fortuna, hasta los viajes de Ulises y Simbad. Con la invención de la imprenta, la narrativa de viajes reapareció e forma picaresca como Don quijote. Con la invención de la cámara cinematográfica se resucitó de nuevo la narrativa. (Murray, 1997, p 150) No es que el libro se haya desplazado y que los jóvenes de hoy ya no leen, lo que pasa probablemente es que existen otras formas de lectura presentes en la radio, la televisión, la internet, incluso, el videojuego. En palabras de Janet Murray, simplemente las nuevas tradiciones narrativas no surgen de la nada. Una tecnología de comunicación concreta (la imprenta, la cámara de cine, la radio) puede sobresaltarnos cuando entra en escena, pero las tradiciones narrativas continúan y se alimentan mutuamente en cuanto al contenido y a la forma.

De esta manera surge un nuevo medio estético y de comunicación llamado séptimo arte donde se fusionan y se sincronizan perfectamente sonidos e imágenes para narrarnos una historia. El cine ha permitido que fluyan espontáneamente del ser humano todas las sensaciones posibles, por eso garantiza su éxito no sólo como medio comercial, sino como instrumento de entretenimiento, de placer, incluso de conocimiento. Es evidente que todo entra por los ojos, pero aquí no se trata de un proceso óptico que decodifica letras, palabras o frases, se trata de una máquina que produce múltiples sensaciones a través de imágenes vivas que involucran o hacen involucrar a los espectadores, generando en ellos consecuencias físicas y psicológicas demasiado evidentes que permiten visualizar el agrado o desagrado de las historias contadas a través del cinematógrafo.

Si los libros causan a través de la imaginación una serie de sensaciones, qué se puede decir del cine, que además del uso de códigos lingüísticos emplea imágenes y sonidos. El hecho de poder narrar historias a través del cinematógrafo, garantiza lágrimas derramadas, gestos de inconformidad, señales de ira, manos sudorosas, corazones taquicárdicos, ceños fruncidos, y una que otra excitación sexual. Es claro que existen películas que producen en el ser humano, independiente de que sea mujer, hombre, niño o anciano, diversidad de estados de ánimo, ligados a los sentidos, incluyendo el olfato, que permite captar olores traspasados por las mismas imágenes o actuaciones de los personajes.

Todo lo que pueda conmover al ser humano es objeto de comercialización, de ahí que todos los medios de comunicación establezcan relaciones directas con las masas y les cuenten las historias que quieren leer, escuchar o ver, desde la prensa hasta la Internet, pasando por la televisión y la radio y sin dejar a un lado el cine. Esta gran industria se dio cuenta de lo que el público necesitaba, pasando por las historias de amor, de guerra, de violencia, hasta llegar incluso a contar lo impensable, lo oculto, lo prohibido, lo esotérico, lo místico, lo fantástico, lo irreal. En pocas palabras se trata de vender pasión a apasionados, identidad a gente confundida, placer a hedonistas.

A través del cine se imparte conocimiento, un conocimiento camuflado en una amalgama de pequeñas artes como la fotografía, la literatura y el diseño que fusionadas actúan tan sincronizadamente que permiten procesar información que puede ser tomada como verosímil. Por esta razón se vetan o censuran películas pretendiendo alejar de determinados públicos información que no puede tomarse como cierta para no generar alteraciones políticas, sociales, culturales o religiosas. Por ejemplo, filmes históricos como “la lista de Shindler” que pone de manifiesto una realidad vivida por los judíos durante la segunda guerra mundial y que permite visualizar la historia del nazismo como uno de los fenómenos más crueles y más odiados de la humanidad; películas como “El gladiador” que dejan conocer la cultura romana desde el mismo corazón del trono, destacando sus costumbres, creencias y políticas engañosas.

El cine ha sido, es y seguirá siendo una de las narrativas audiovisuales, que además de entretener, de informar y de actuar como mediador del conocimiento, permite que el espectador muestre sus emociones, a través del contenido de la historia y de las actuaciones de los personajes, es una narrativa que hipersensibiliza al ser humano y lo coloca como un individuo cambiante a partir de la reflexión de los mensajes directos e indirectos que transmite.

Escritor: Néstor Raúl Vera Rojas

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