¿Por qué nuestros jóvenes no leen?

¿Es realmente nuestra sociedad colombiana lectora? Mucho se dice y se especula sobre la situación que viven los jóvenes actualmente en su proceso de lectura. Algunos piensan que el problema radica en la escuela, otros en la inmersión de la tecnología y la internet. También, hay quienes piensan que las diferentes formas de evaluar y medir el nivel de lectura son inapropiadas, siendo éstas las que fallan y no nuestros jóvenes lectores. ¿Cuál es la respuesta? ¿Quién tiene la razón?.

Mucho se ha debatido al respecto, queriendo encontrar una respuesta sabia. Pero al parecer este tema es mucho más denso de lo que parece. Nuestros maestros se quejan de la poca culturización que tienen los jóvenes frente a las prácticas lectoras desde casa, puesto que la mayoría, pocas veces ponen como referente a unos padres lectores, señalan que tienen pocos encuentros con los libros y escasas lecturas en casa. Esto hace que el trabajo en clase sea mucho más arduo para el profesor, especialmente para aquel comprometido con su labor.

No obstante, así como hay profesores conscientes de la importancia de la lectura, también están aquellos que no lo son, y aunque suene un poco fuerte, muchos de estos son responsables de la situación actual de los procesos de lectura en Colombia. Pues, así como se evidencian hogares donde las prácticas lectoras no son habituales; también es una constante los profesores no lectores. Sí, la mayoría de estos no tiene un hábito lector, no tienen placer por la lectura. Entonces, ¿cómo transmitir ese placer cuando el maestro mismo no lo siente? Éste, es otro cuestionamiento que se suma al drama de la situación actual de la lectura en los jóvenes de Colombia.

Por otro lado, nos encontramos frente a un siglo de grandes cambios en la comunicación y transmisión de la información, donde la tecnología y la internet se roban toda la atención de los jóvenes hoy. Para muchos, estas nuevas dinámicas entorpecen al estudiante y poco motivan a la lectura. Al respecto Emilia Ferreiro

Escritora e investigadora argentina plantea: «Desde finales del siglo XX estamos asistiendo a una revolución en la que la digitalización de la información es parte de la vida cotidiana y la escuela ni se ha dado cuenta. Entonces sigue preparando para leer un conjunto limitadísimo de textos, sigue haciendo una alfabetización para el pizarrón. Trabajar con la diversidad de textos y alfabetizar con confianza y sin temor a circular a través de los múltiples tipos de textos y de soportes textuales del mundo contemporáneo es indispensable.» Cabe entonces preguntarse: ¿Está la escuela colombiana y sus profesores preparados para este cambio? Mucho se dice al respecto, pero la realidad que se vive al interior de las aulas, aún en nuestro contexto parece estar anclado al sistema tradicional.

Por parte del gobierno, año tras año implementa y aplica mega proyectos en la promoción de lectura, diseñados por el Plan Nacional de Lectura y Escritura. Pero que en su ejecución se quedan cortos, puesto que para llegar a su destinatario, antes, han de pasar por diversos filtros de intereses económicos donde cada uno saca su provecho, llegando debilitados y con un único afán: el de registrar, sistematizar, obtener respuestas (ciertas o no, pero respuestas), y justificar dineros. Por ello, es que la materialización de los proyectos termina siendo pobre y poco efectiva.

En cuanto a las pruebas implementadas para evaluar a los jóvenes colombianos en sus desempeños como lectores y escritores, se encuentran los estudios internacionales registrados en las pruebas: Pirls, Serce y Pisa (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes). Esta última, evalúa el desempeño de los estudiantes en Ciencia, Matemáticas y Lectura; la cual no fue satisfactoria para Colombia en su última prueba, aplicada en el 2012, así lo evidenció el resultado revelado por la Organización para la

Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en los que desafortunadamente Colombia ocupó el puesto 62 de 65 países, siendo la segunda peor puntuación en Latinoamérica. ¿Mienten las pruebas? Queda pues, una inmensa labor por hacer. Pero, para poder llegar a un cambio sustancial, el gobierno, la familia, las instituciones educativas, y la sociedad en general, han de estar vinculados de forma coherente, con todo lo que implica abrirse a la lectura como un acto liberador.

2Emilia Ferreiro: si los docentes no leen son incapaces transmitir el placer por la lectura. Publicado por Diego San Juan en el blog Instituto Iberoamericano de Tic y Educación. (25 de 01 de 2014). Obtenido de http://redesoei.ning.com/.

Escritor: Andrea Berrío Moncada