El Dasein está en el mundo, lo cual implica entre otras cosas que se encuentra en una relación obligada con el entorno, involucra una toma de posición, con respecto de eso “otro” con lo que se relaciona cada uno en su encuentro con el mundo, en Heidegger esta relación tiene una primacía pragmática, ya que los entes que se encuentran a la mano del Dasein son útiles, porque su funcionalidad es en concordancia con los propósitos e intereses del Dasein mismo; como consecuencia de esto, el enlace entre el mundo y el Dasein es por un lado activo, en la medida de que siempre implica un empleo de útiles, y por otro lado es siempre contextual, ya que toda actividad es determinada en una trama particular de Dasein-útil.
Indiscutiblemente no todas las relaciones humanas son con los útiles, también existen las interacciones con otros Dasein, con los cuales no sólo sería difícil seguir con la mecánica Dasein-útil, sino que el propio reconocimiento del otro desemboca en un trato diferente en tanto otro Dasein; ¿cómo se llega a este reconocimiento? Sí nosotros experimentamos los otros como más que meras cosas, es porque desde el principio nuestros recursos ontológicos exceden ese mundo solipsista del Dasein-útil, es constitutivo del Dasein poder identificar y referenciar los otros y los entes. De hecho esta capacidad no aparece únicamente en el encuentro fáctico con el otro, sino que experimento también esta existencia cuando me veo inmerso en una actividad con útiles, la historicidad de éstos y sus características dan cuenta de que algún otro Dasein debió de construirlo, emplearlo, etc.
El lenguaje es una parte constitutiva del Dasein, debido a la constitución existencial de la aperturidad del Dasein frente al mundo, la cual desemboca en una interpretación continua de lo inmediatamente comprendido. Esta articulación de las comprensiones sólo es posible gracias a que ponemos en discurso la comprensibilidad afectivamente dispuesta del estar-en-el-mundo, o en otras palabras, porque le damos sentido a las cosas por medio del lenguaje, es que podemos interpretar el mundo.
Este lenguaje posee varias características constituyentes: La primera de ellas es que el discurso, igual que las acciones y las relaciones Dasein-útiles, se encuentra en concordancia con las convenciones humanas, es decir, responden a un contexto comunicativo concreto y particular, que se traza en una historia, una cultura y una circunstancias que delimitan su campo de acción, además, las palabras son de igual manera útiles, que van en dirección a las intencionalidades del Dasein que las emplea; de ahí la segunda característica, al ser totalmente necesario que todo discurso sea comunicativo, es decir, no podría existir algo así como un discurso aislado de los otros, ya que de igual manera que todo útil responde a una historicidad, toda palabra se moviliza en una telaraña de discursos proporcionados por los otros; por tercer lugar, el lenguaje no sólo se limita a lo expresado en un discurso articulado, el fenómeno comienza incluso desde el escuchar mismo, constituyendo la primaria y auténtica apertura del Dasein con respecto a su estar-en-el mundo, tanto así que sería imposible hablar de discurso sin una escucha constitutiva del mismo.
Ahora bien, se ha dicho anteriormente que todas las acciones del Dasein siempre son interesadas en algo, en cuanto el lenguaje, son de un carácter comunicativo, aclaratorio, entre otros, ¿de dónde surgen los intereses? Heidegger responde con el concepto “el Uno”; este concepto hace referencia a lo que el Dasein hereda al insertarse en un mundo históricamente compartido, es decir, la historia, los valores, los sentidos de la comunidad, entre otros; también es la normalidad reguladora del mundo, ese conjunto de sentidos que funcionan y mantienen una posible imagen común del mundo.
Este Dasein regularmente se absorbe en el Uno y es dominado por él, por lo que es muy difícil que el Dasein adquiera una individualidad sobre el mundo, porque si todo encuentro con el mundo, y en especial cuando introducimos el lenguaje en la fórmula, tiene de base las interpretaciones previamente adquiridas, todo dependería de ese estado interpretativo cotidiano en el que primeramente se creció, al ser desde allí que toda comunicación, todo redescubrimiento y toda reapropiación tendría funcionalidad.
Por tal, todo conocimiento estaría viciado por las tendencias del Uno, porque no hay una realidad separada de las condiciones socio-lingüísticas en las que se ve inmerso el Dasein, poniendo en entredicho el grado de independencia del Dasein en su propio discurso; cuestión que se agrava más al insertar la habladuría y la ambigüedad.
Con respecto a esto, y sin extenderme demasiado, corresponden a fenómenos de la cotidianidad en los cuales se ve envuelto el Dasein de manera obligada, el primero atañe a la repetición de lo dicho por otros, sin haberlo comprendido previamente en su totalidad, y lo segundo, la ambigüedad es lo que hace imposible discernir entre lo que ha sido y no ha sido abierto en una comprensión auténtica, ¿si es posible una comprensión auténtica si tenemos en cuenta que todo depende de lo Uno, y de ahí que nuestras bases no sean justamente nuestras?
Igual que algunos intérpretes, me parece que la forma de poder salvar un poco la situación es dejar la posibilidad de la veracidad o de los sub-discursos, en otros términos, si no existe algo así como la verdad, ni una representación correcta sobre el mundo, la eventualidad de diferenciar entre lo real y lo aparente, o lo más adecuado o no, está en los sub-discursos, establecidos en círculos sociales concretos, prácticas determinadas e intencionalidades particulares, lo cual conllevaría a suponer que hay muchas imágenes del mundo y que si bien pueden o no estar en concordancia con una imagen generalizada del mismo, esto no desacredita los intentos específicos de los saberes ni la pretensión de conocimiento del mundo.
Bibliografía:
• Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. Trotta, Madrid, 2006.
• Heidegger and the intentionality of language. En: Heidegger Reexamined. Routledge, New York, 2002, vol 4.
• The other minds problem in early Heidegger. En: Heidegger Reexamined. Routledge, New York, 2002, vol 4.
Escritor: Jorge Mario Patiño Franco