Al dimensionar un proyecto no se deben de tomar a la ligera los típicamente llamados costos indirectos. Éstos costos normalmente suelen incluir impuestos, gastos de importación, transporte, viáticos, sueldos de la estructura administrativa, renta de oficinas, servicios generales, infraestructura informática, enlaces de comunicaciones, vehículos utilitarios y sus costos asociados, investigación y desarrollo, entre otros. Sin embargo, dependiendo de la naturaleza del proyecto, no todos estos costos son realmente indirectos, y muchas veces por considerarse así, son una fuga lenta de capital que merma el balance financiero general de la empresa aunque los proyectos parezcan ir viento en popa. A continuación explicaremos más a fondo algunos de los errores típicos en cuanto a las consideraciones de los costos de los indirectos que es importante prevenir.
La renta de oficinas, servicios generales, infraestructura informática y enlaces de comunicaciones es en la mayoría de los casos un costo indirecto que se carga dependiendo de la organización en función del número de personas que trabajan en el proyecto o en función del tiempo que dura el proyecto o como un porcentaje del costo total del proyecto. Sin embargo, hay casos en los que estos gastos deberían ser considerados como costos directos. Por ejemplo, si el proyecto implica por alguna razón abrir una nueva oficina con su asociada infraestructura y exclusiva para el uso del proyecto, estos gastos debieran ser cargados al proyecto de manera directa y no indirecta. La misma consideración aplicaría al caso de vehículos utilitarios y en general cualquier cosa que sea de uso exclusivo del proyecto, pues en realidad no se incurriría en el gasto si el proyecto no existiera. Cuando estos gastos se contabilizan como indirectos, normalmente permanecerán escondidos del balance del proyecto, pero afectarán al balance general de la empresa.
Para el caso del pago de impuestos, pago de derechos y gastos de importación sucede algo parecido. Normalmente, éste tipo de aportaciones a los gobiernos se asocia a centros de costos para tal fin, y no siempre se liga a los proyectos, pues permanece oculto al proyecto entre la administración de la compañía, ya que se ejerce de una forma distinta a otros gastos. En éste sentido, nuevamente éstos gastos no son indirectos, sino gastos directos cuando los pagos están asociados directamente a actividades relacionadas con el proyecto. Por ejemplo, para una empresa de telecomunicaciones, el pago de impuestos por el uso de radiofrecuencia es una aportación que deberán hacer para sostener la operación, y una proporción de éste pago es sólo un gasto indirecto para cualquier proyecto que haga uso de éstos permisos y para la operación misma. Por otro lado, el realizar la compra de un equipo en el extranjero para un proyecto en particular –volviendo a la empresa de telecomunicaciones, digamos una antena de radiofrecuencia para un proyecto de mejora de infraestructura– tiene claramente un costo directo en los aranceles de importación que debe ser considerado parte del proyecto.
En conclusión, para mantener sanas las finanzas de una empresa, vale la pena poner atención en el costo de los indirectos y en la clasificación de los mismos dentro de los proyectos.