El criollismo en la literatura

El criollismo es un movimiento cultual que se desarrolló en Hispanoamérica buscando resaltar la identidad nacional a través de la inclusión de la cultura rural y originaria de cada país. La pregunta sobre cuando se originó esta corriente ha sido difícil de responder. En el siglo XIX, luego de la colonización española, quienes conducían cada uno de los países de América latina se preocuparon de crear discursos e instituciones que ayuden a preservar la nueva identidad nacional que se estaba gestando.

Mientras este proceso de desarrollaba, los escritores de la época trabajaban para representar en su literatura estos nuevos rasgos característicos, con el objetivo de ayudar al fortalecimiento de esta identidad. Sin embargo, el profundo interés por recuperar estos valores nativos por parte de las comunidades no consideró inmediatamente el patrimonio literario, lo cual hace complejo determinar los años específicos en que nace esta corriente. Incluso durante la colonia ya existía cierta literatura latinoamericana que buscaba resaltar los rasgos nativos a fin crear una distancia con los españoles.

Durante los treinta primeros años del siglo XX, la novela inspirada en resaltar lo rural y autóctono cobra una real importancia. Uno de los motivos de este auge es el crecimiento de la economía, lo que trajo una gran cantidad de inmigrantes, causando un explosivo crecimiento de las ciudades. Los intelectuales sintieron nostalgia por ese pasado agrario que rescataba las tradiciones nacionales y comenzaron a retratarla en su literatura.

Otro de los factores que predomina en este auge del movimiento criollista del siglo XX es la influencia del modernismo europeo. Una de las corrientes del modernismo buscaba alejarse de la constante representación realista de la literatura, regresando a lo esencial y originario de cada sociedad. Una de sus referentes es Pablo Picasso con su cuadro Las señoritas de Avignón. Esta tendencia es catalogada como primitivista. Esta es la corriente del modernismo que predomina en Latinoamérica y puede verse representada claramente en movimientos culturales como el afro-antillanismo, el movimiento indigenista y el criollismo. Lo que diferencia a estos tres movimientos es que tanto el afro-antillanismo como el indigenismo buscaban representar “lo otro”, algo ajeno, en cambio, el criollismo buscan generar una identidad colectiva a partir de lo primigenio.

Algunos hechos históricos que contribuyen a la necesidad de una literatura originaria, propia e identitaria son, por un lado, una reacción de los países latinoamericanos ante el intento de Estados Unidos de crear el “panamericanismo”, que consistía en establecer una estrecha relación económica y política en todo el continente, lo que buscaba principalmente hegemonizar a las naciones en favor de los países más poderosos. Por otra parte, la revolución mexicana que trajo consigo una fuerte empresa cultural que defendía la reivindicación social y revalorizaba la cultura ancestral. Los artistas mexicanos expandieron sus ideas por toda Latinoamérica, incentivando a los países vecinos a probar nuevas formas de arte.

En su búsqueda por crear y fortalecer una identidad propia, la narrativa criollista incorpora el lenguaje rural, fundamentalmente oral, de cada comunidad. Surgen así los argentinismos, venezolanismos o chilenismos, que son una forma de distanciarse del lenguaje de los españoles y de fortalecer y preservar el habla nacional. A su vez se integraron mitos, leyendas, formas artísticas populares y concepciones de mundo que se alejaban de las establecidas por la sociedad urbana, lo que le brinda nuevos símbolos y significados a las sociedades latinoamericanas.

También, en esta literatura, se reflexiona en torno a la geografía de cada nación, considerando que a lo largo de la historia esta se ha convertido en un obstáculo para la superviviencia de los individuos. La literatura da cuenta de la constante lucha del hombre rural por subsistir y preservar una identidad cultural, pese a los embates climáticos y geográficos. Por otra parte, hay quienes buscan dar cuenta de la estrecha relación que existe entre el hombre y la tierra, y cómo las comunidades rurales y autóctonas han logrado una convivencia armónica con ella. De esta forma se crea una idealización del campesino, quien al ser encargado de preservar una cultura determinada, posee una potente carga valórica.

Si pudiéramos citar tres de las novelas más importantes de la literatura criollista serían: Don Segundo Sombra de Ricardo Guirales (Argentina), Doña Bárbara de Rómulo Gallegos (Venezuela) y La vorágine de José Eustasio Rivera (Colombia). En todas ellas se retrata la inmersión del hombre en el ambiente rural y selvático, el cual les brinda un nuevo conocimiento de mundo. Esta experiencia puede ser positiva o negativa, dependiendo de la obra, sin embargo, en cada una de ellas el autor busca representar a las comunidades campesinas o indígenas que forman parte del continente.

Escritor: Gabriela Hermosilla