EL DESPLAZAMIENTO FORZADO Y LOS CINTURONES DE MISERIA EN LAS CIUDADES

El barrio Bello Oriente ubicado en la comuna 3 (Manrique) de la ciudad de Medellín es un claro ejemplo de como el desplazamiento forzado ha contribuido con la formación y el crecimiento acelerado de los cinturones de miseria en las ciudades. Bello Oriente está ubicado en la comuna Nororiental en la parte más alta del barrio Manrique Oriental. El barrio limita al oriente con la vereda Mazo del corregimiento de Santa Elena, al norte con los barrios Carambolas y María Cano, al occidente con los barrios Villa Roca y el Jardín y al sur con el barrio La Cruz.

Es un barrio montañoso que aún conserva amplias zonas verdes que lo hacen aparecer como una vereda rural. Sus orígenes se remontan hacia principios de la década de los 80’s cuando algunos campesinos desplazados de sus municipios de origen, en especial de Ituango y de Urabá, llegan a estas laderas buscando un lote para invadir o barato para construir y así mejorar sus condiciones de vida.

Aún hoy después de treinta años continúan llegando al barrio familias desplazadas por la violencia que azota diferentes zonas rurales de nuestro país. Es un lugar habitado por gente humilde, la gran mayoría de origen campesino, los cuales estaban acostumbrados a trabajar sus pequeñas parcelas para su propio sustento y el de sus familias, tenían sus cultivos, sus gallinitas y otros cuantos animales que les garantizaban medianamente su alimentación. Son emigrantes que han abandonado sus tierras natales por huir de la violencia imperante en el campo, entre terratenientes, ejército y guerrilla. Estas gentes, como víctimas inocentes huyen donde los lleve el destino.

El barrio presenta grandes y graves dificultades de infraestructura. Por ser un barrio de invasión los predios en su gran mayoría no tienen escrituras. Durante muchos de sus primeros años no contaba con servicios públicos; en este momento algunos sectores cuentan con acueducto y energía eléctrica, mas no con alcantarillado. Otros sectores, los más altos, ni siquiera tienen acceso al acueducto legal de Empresas Públicas, sino que dependen de un acueducto comunitario, construido por la comunidad, en el cual hacen uso del agua, del tanque de Empresas Públicas, por medio de mangueras, antes de su proceso de potabilización. El alcantarillado también es comunitario, construido de manera rudimentaria por algunos pobladores sin los debidos conocimientos técnicos. Como es de esperar este acueducto y alcantarillado trae consigo serios problemas de saneamiento que afectan directamente la morbilidad de la población más vulnerable: niños, mujeres gestantes y ancianos.

Ni las Empresas Públicas de Medellín, ni Planeación Municipal dan solución a estas problemáticas, ya que desde el punto de vista legal, ellos hicieron su asentamiento en “Zona de Alto Riesgo”, por eso legalmente es “Imposible” legalizar los predios por medio de los servicios públicos; pero el impuesto predial si les llega cumplidamente cada tres meses.

El barrio como comunidad es altamente participativo, se unen en comités y convites para mejorar la infraestructura, participan activamente en reuniones barriales y son altamente solidarios. Les gusta inscribirse y participar de nuevos proyectos que contribuyan a mejorar el entorno y las condiciones sociales generales de la comunidad. Por su origen campesino han participado de proyectos como “La huerta comunitaria”, en el cual se adecuo un terreno para cultivo de hortalizas, se hizo un galpón y una marranera. Y con la participación de 25 familias se comenzó la adecuada explotación de esta huerta, para uso y beneficio de toda la comunidad. Lo producido se vendía a muy bajo costo a la comunidad, para hacer la huerta autosostenible. El proyecto aún funciona, aunque ya solo participan unas cuantas familias.

trabajan en el servicio doméstico bien sea internas en casas o por días, teniendo en consecuencia que dejar a sus hijos al cuidado de alguna vecina o de los hijos mayores. solterismo en adolescentes, jóvenes casi niñas abandonan sus hogares para comenzar su propia familia, continuando así el circulo vicioso de la pobreza. Hay muchísima deserción escolar, no sólo durante el año lectivo, sino al finalizar el año abandonan el estudio, pues muchos deciden comenzar a trabajar para mejorar sus condiciones de vida. Pocos se visualizan como universitarios o profesionales, sino que aspiran trabajar en ventas callejeras o como conductores de bus o futbolistas.

Escritor: ana maria cuberos yañe

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