El liderazgo en la escuela

El liderazgo que promovería una determinada institución educativa, a través de sus miembros, podría ser el reflejo de la misión y visión que fueron concebidas desde la fundación de la misma y, sobre la base, de los acontecimientos de la realidad. Algunas experiencias académicas, en diferentes instituciones educativas, me permitirían opinar; tal vez, apresuradamente, que los mayores problemas de ser un buen líder educativo, serían la falta de reconocimiento público del error y la reclamada verdadera práctica de los valores. Sin embargo, la gravedad de los hechos no radicaría, precisamente, en lo anterior; sino más bien, en la indolencia y permisión de quienes tendrían que corregirlos y aplicar una medida reparadora apropiada.

El reconocimiento público del error no debería ser sinónimo de debilidad o pérdida de autoridad en la escuela; sino más bien, de una enseñanza a través del ejemplo. Así, los diferentes agentes educativos harían gala del altruismo que un líder cultivaría para ser imitado posteriormente. Por otro lado, la verdadera práctica de los valores, en la escuela, estaría referida, a la internalización de actuar correctamente y con justicia, y a la adquisición del compromiso, de parte de sus miembros, de luchar por la tranquilidad y felicidad de todos y cada uno de ellos.

Ahora bien, cuál sería, entonces, ese estilo de liderazgo que respondería, a corto o mediano plazo, al problema del reconocimiento del error y a la falta de la verdadera práctica de los valores, expresados al inicio del escrito? Pues, la propuesta de un Liderazgo en valores sería aquella que podría constituirse en una alternativa viable, siempre y cuando se quiera, realmente, mejorar y lograr que la escuela sea una opción de formación personal y académica. En esta oportunidad, la propuesta intentará enfatizar en un solo aspecto: los perfiles de los líderes escolares, como la base imprescindible de seguir fomentado una educación con valores significativos.

Perfiles del director, docente, estudiante y padre de familia líderes Objetivo del cargo Perfil conductual Perfil funcional Director líder Representa a la institución educativa dentro y fuera de ella. Sincero y discreto. Promotor de un clima institucional adecuado. Docente líder Representa al aula y al curso o cursos a su cargo. Facilitador y comprensivo. Promotor de un clima democrático y de respeto, en el aula, a través del cumplimiento de las Normas de Convivencia.

Estudiante líder Representa a un grupo de compañeros del aula o la escuela. Empático y carismático. Cumple su rol de alumno en el aula y promueve la integración de sus pares, a través de sus intereses comunes. Padre de familia líder Representa a un grupo de Padres de familia, y respalda o complementa el trabajo de los agentes anteriores. Colaborador y pertinente. Promotor de la buena educación de sus hijos, y responsable de la práctica de ella en la institución educativa y/u otros espacios.

Es así como el líder, en cualquier campo de su vida personal o académica, intenta ser un hacedor de las cosas correctas; entendiéndose como correcto lo justo y correspondiente, a pesar que la decisión podría ir en contra de los intereses particulares. Esta percepción eleva al líder a la condición de un luchador por lograr el bien común y, dentro de ello, su bienestar personal.

Por lo tanto, ya sea que la condición de liderazgo sea producto de la genética o de las circunstancias externas, el líder maduro podría tener, casi siempre presente que se espera mucho de él, y que lo correcto formaría parte de sus funciones de acompañar, dirigir, monitorear y comprometer a un grupo de personas, a una comunidad, a una sociedad o a un país hacia el logro de su tranquilidad y sosiego permanentes. Finalmente, permítanme, entonces, comprometer a ustedes: los casuales lectores docentes y no docentes, a seguir forjando las actitudes de un verdadero liderazgo como parte de un encargo divino y una necesidad humana.

Escritor: RUBY SORIA ESPINOZA