El Materialismo Eliminativo: la Propuesta de Churchland

Como vimos en la introducción, el argumento estándar del eliminativismo presenta dos premisas: que la psicología popular es una teoría y que dicha teoría es profundamente errónea. En esta sección voy a exponer la defensa de Churchland a la primera premisa. . En pocas palabras, en esta visión dicha psicología es una teoría popular. Esto implica que, como cualquier teoría, la psicología popular debe ser evaluada en todos los campos citados (explicación, predicción, etc.); más aún, que puede ser abandonada por completo si su evaluación es negativa.

La visión antiteórica, por otro lado, niega que la psicología popular posea varios de los rasgos característicos de las teorías populares (e. g. mecánica popular y química popular): consistir en leyes, soportar explicaciones causales, desarrollarse con el tiempo y tener un objetivo central descriptivo más que normativo. La aceptación de esta visión implica que ningún descubrimiento empírico puede mostrar que la psicología popular sea errónea, por lo que su permanencia no dependerá de los avances en ciencias cognitivas (especialmente la neurociencia). Churchland, por supuesto, va a argumentar en contra de esta visión y en favor de la visión teórica. Veamos cómo lo hace.

El primer paso de Churchland es hacer patente la posibilidad de “reconstruir”, a partir de las explicaciones de sentido común de nuestra conducta y nuestros estados internos, una serie de oraciones condicionales universales con el factor explicativo por antecedente y el explanandum por consecuente. Estas oraciones cumplirían el papel de leyes en la visión teórica. Una objeción antiteórica clásica es que “estas generalizaciones no tienen el carácter de verdaderas leyes causales/explicativas: más bien, tienen algún otro, menos empírico, estatus (e. g., el de principios normativos, o reglas del lenguaje, o verdades analíticas)”.

Para responder a esta objeción, Churchland hace un análisis de los conceptos de la psicología popular. Estos conceptos se dividen en dos clases: aquellos conceptos intencionales, que expresan las diversas actitudes proposicionales (como creencia y deseo), y aquellos no intencionales o cuasi-intencionales, que expresan los demás estados mentales (miedo, dolor, hambre, etc.). Churchland presenta una lista de oraciones incluyendo conceptos del segundo tipo:

– Una persona que sufra severo daño corporal sentirá dolor.
– Una persona que sufra un repentino dolor agudo hará una mueca de dolor.
– Una persona a la que se le negó comida por mucho tiempo sentirá hambre.
– A una persona hambrienta se le hará agua la boca con el olor de la comida.
– Una persona que sienta calor tenderá a relajarse.
– Una persona que pruebe un limón tendrá una sensación.
– Una persona que esté enojada tenderá a ser impaciente.

Estas generalizaciones, señala Churchland, sin duda poseen un carácter causal/explicativo, pues sustentan las explicaciones de sentido común, pueden tomar la forma de condicionales contrafácticos y permiten predicciones. No sirve, entonces, insistir en que las generalizaciones de la psicología popular en su conjunto tienen un estatus no empírico o no causal, porque al menos la gran mayoría de las que incluyen conceptos no intencionales son evidentemente causales o nomológicas.

Churchland indica que lo más que podrían hacer los “antiteóricos”, ante tal evidencia, es argüir que “hay un núcleo central de conceptos de la psicología popular cuyo papel explicativo es de alguna manera discontinuo al de sus compañeros”. Este núcleo estaría compuesto por la otra clase de conceptos mentales, es decir, los intencionales (en especial, los conceptos de creencia y deseo). Churchland afirma, no obstante, que las explicaciones hechas en términos de actitudes proposicionales no presentan una diferencia significativa. Esto porque en base a información de los supuestos estados cognitivos de una persona (e. g. sus creencias) somos capaces de predecir, y hasta manipular, su conducta futura. Y cualquier principio que permita predecir un estado empírico a partir de otro estado o evento, tiene que tener un carácter empírico o causal.

La razón de siempre querer ver en las explicaciones “intencionales” un caso especial, dice Churchland, ha sido que el elemento central de dichas explicaciones son las actitudes proposicionales, las cuales permiten que la conducta explicada aparezca siempre como una conducta “racional”. A la luz de la relación lógica entre explanans y explanandum, exclusiva de estas explicaciones, parece que estuviéramos ante un tipo de explicación completamente distinto. Para Churchland, sin embargo, nada hay más lejos de la verdad. Aunque dicha relación de hecho existe, esto no significa que las explicaciones intencionales sean sui géneris. En realidad, “una circunstancia de este tipo general es típica de las explicaciones teóricas”.

de las explicaciones intencionales se presenta igualmente en las explicaciones científicas. La corriente eléctrica en un conductor (I) está determinada por dos factores: la resistencia (R) y el voltaje (V). El valor de (I), pues, se explica por los valores de (R) y (V). Esto se expresa en la ley I=V/R, o en lenguaje lógico: (x)(V)(R)[(x está sujeto a un voltaje de (V)) & (x ofrece una resistencia de (R)) > (∃I)((x tiene una corriente de (I)) & (I=V/R))] Churchland destaca tres puntos de esta explicación. Primero, los tres predicados (está sujeto a un voltaje de [V], ofrece una resistencia de [R] y tiene una corriente de [I]) poseen la propiedad de formar predicados distintos dependiendo del número que sustituya la variable. Segundo, para expresar una regularidad empírica la citada ley explota una relación matemática, es decir, una relación en un dominio abstracto. Tercero, explicaciones y leyes como éstas son típicas de la ciencia.

Las explicaciones intencionales, señala Churchland, siguen el mismo patrón. Como lo que podríamos llamar “actitudes numéricas” en la ciencia, las actitudes proposicionales forman predicados distintos dependiendo de la proposición que sustituya a la variable. Asimismo, las leyes de la psicología popular explotan relaciones en un dominio abstracto (el de la lógica), tal y como lo hacen muchas leyes científicas. En conclusión, las explicaciones intencionales no presentan una diferencia significativa con respecto a las explicaciones científicas, por lo que las primeras deben considerarse tan teóricas y empíricas como las segundas.

Escritor: Alberto García