El resfriado

El jueves comencé a sentir un frio intenso, no era normal para mí pero pensé que había varias razones. Esa semana la temperatura disminuyó bruscamente, aunado a eso, la casa a la que me mudé hace un mes es demasiado húmeda y fría; la otra razón es que tal vez mi sistema inmunológico se debilitó por la gran cantidad de emociones que viví durante la mudanza. Desde que practico yoga veo de forma clara la relación que existe entre mis emociones y mi salud. Razón por la cual, pienso que en esos momentos, yo era un caldo de cultivo para cualquier resfriado.

Después de sentir el frio, comencé a estornudar de forma tan frecuente que necesitaba sostener mi abdomen para no sentir dolor. Resignada a no trabajar unos días, me metí a la cama entre abrigadores cobertores. Quería saber cómo reacciona mi cuerpo de forma natural ante la fiebre y ante una infección. Tenía a la mano extractos de plantas. Quería saber qué es sentirme como un ser humano que busca sanarse recurriendo a los procesos naturales y a los regalos de la naturaleza, quería saber cómo se siente no temer a la enfermedad. Estuve tres días con fiebre, tenía la garganta inflamada y tan adolorida como si hubiera tomado un licuado de navajas de afeitar.

Mis amistades comenzaron a sospechar que algo no estaba bien porque no me veían en los lugares que frecuento, comencé a recibir llamadas solidarias para preguntarme cómo estaba, cómo me sentía y si necesitaba algo, recibí recomendaciones de varios medicamentos, lo cual agradecí pero ya tenía la firme de decisión de no tomar ninguno.

Agradecí las llamadas pero, por primera vez, pude percibir el significado de la enfermedad. Empecé a sentir que las recomendaciones que recibía solo me confundían. Un solidario médico amigo fue a mi casa; después de revisarme dijo que los bronquios estaban inflamados y eso podía llevarme a una neumonía, razón por la cual debía tomar un fuerte antibiótico. Cuando escuche su diagnóstico, sentí tristeza: por primera vez comprendí a mi cuerpo, comprendí que la precepción de la enfermedad es muy negativa y que existe la idea de que la única forma de hacer frente a una enfermedad es con medicamentos hechos con alta tecnología. Como si la única forma de hacer frente a una enfermedad común fuera buscando el alivio en una farmacia, o sea fuera de mí, no dentro de mí.

Al tercer día de tener fiebre sentí una ráfaga de miedo; la temperatura había subido a 39 grados y no podía distinguir si lo que sentía mi cuerpo era frio o calor. Pensé que la enfermedad estaba saliendo de mi control y que yo era una persona incapaz de vivir sin los medicamentos de las farmacias; acepté que eso era lo que sentía y tome una pastilla para disminuir la fiebre. La fiebre disminuyó; decidí comenzar a tomar el extracto de una planta que antiguamente se utilizaba para combatir infecciones en vías respiratorias. En ese momento comencé a vivir un proceso de aceptación de la enfermedad, sabía que había microorganismos que me provocaban una infección y que una vez que tomara el extracto de plantas ya no estaba en mis manos el proceso de curación. Mi cuerpo estaba entrando en un contacto maravilloso con la naturaleza, en una fusión de energías de vida. El extracto no actuaba de manera aislada sino que actuaba junto a mi ser interno. La fe que sentía en ese momento en la fuerza de la naturaleza, se potenciaba con la energía poderosa para sobrevivir que emana mi cuerpo.

En ese momento yo solo quería estar en contacto con mi naturaleza de ser vivo, empecé a sentir la necesidad de estar a solas con mi cuerpo, era la necesidad de entrar en un proceso de introspección donde solo estuvieran mis sentimientos y mi cuerpo. Pude percibir que con el extracto de plantas mi cuerpo mejoraba y esa era la señal de un nuevo comienzo. Percibí que la enfermedad era un proceso de aceptación de mi naturaleza humana y de mi vulnerabilidad como ser vivo, que estar en contacto con la enfermedad puede llevarme a un proceso de crecimiento interno en el que la naturaleza de mi cuerpo se fusiona con la naturaleza de la Tierra. Percibí la enfermedad no como un enemigo, sino como un proceso en el que mi fe y mi sistema inmunológico se fortalecen.

Ecritor: : Leticia Gaona

Los comentarios están cerrados.