El Papel de la psicopedagogía en la reinserción laboral.

El trabajo es un mecanismo de participación, de contribución al bienestar, de desarrollo, de realización personal y de socialización. Es una construcción humana, donde las personas aprendemos el trabajo y aprendemos a ser trabajadores en el momento histórico que nos toca vivir. A través de la historia se mantuvo como lucha, como creación, como invención e imaginación, pero especialmente como expresión de hombres y mujeres. Su importancia es inalterable y verdaderamente significativa para los individuos.

Por otra parte, la posmodernidad impuso cambios que se pueden ver en el surgimiento de una tecnología intelectual, la creación de una economía de servicios, la preeminencia de una clase profesional y técnica. Asistimos a una tercerización de la economía, es decir, ha aumentado cada vez más la producción de trabajos en el sector servicios (sector terciario: transporte, salud, comunicaciones, educación, etc.) en detrimento de los sectores primarios (agricultura) y secundario (industria manufacturera).

Se ha generado una redistribución de ocupaciones, con el surgimiento de nuevas actividades laborales y la desaparición de otras. Como indica Bell, una de las formas de definir la sociedad post-industrial es “por el cambio en la distribución de ocupaciones, es decir, no sólo dónde trabajan las personas, sino el tipo de cosas que hacen(1)”. Así es por ejemplo, el desarrollo tecnológico ha liberado individuos de la producción de bienes trasladándolos a la producción de servicios, mientras que la tecnología intelectual ha liberado un importante contingente de personas del trabajo administrativo. Por todo ello, el saber o el poder situarse en un mundo tan complejo ya no depende de la formación escolar tradicional, con lo cual el que no continúa aprendiendo queda al margen de este desarrollo.

La nueva fuerza laboral tiene como rasgos distintivos una mayor capacidad de aprendizaje, una mayor participación de la mujer y una mayor flexibilidad para los cambios. Según palabras escritas por Oscar R. Cardozo y publicadas en el diario Clarín del 22/7/95, existen estudios europeos que aseguran que en los próximos treinta años apenas el dos por ciento de la fuerza laboral mundial será realmente necesaria para satisfacer la demanda global de bienes y servicios. El pronóstico anuncia índices nunca sospechados de desempleo y consecuencias definitivas tanto en la organización económica de cada país, como en la capacitación de cada hombre de construir su propia autoestima, tradicionalmente ligada a su aptitud para producir.

Todos estos cambios exigen no sólo una reorganización y reordenamiento de las estructuras de trabajo y distribución sino también un nuevo aprendizaje. Esto requiere a las personas una constante adaptación al cambio que trae aparejada cierta angustia ante las sucesivas transformaciones. El conocimiento teórico y la información han pasado a ocupar un lugar de privilegio en la vida actual. Vivimos en una sociedad del aprendizaje continuado, de la explosión informativa y del conocimiento relativo.

Esto genera unas demandas de aprendizaje que no pueden compararse con las de otras épocas pasadas, tanto en cantidad como en calidad. Parece que cada vez aprendemos menos porque cada vez se nos exige aprender más cosas y más complejas. Tenemos que aprender cada vez cosas distintas, con fines diferentes y en condiciones cambiantes. Por ello no es casual la necesidad de enseñar a aprender o “aprender a aprender “ .

En esta cultura del aprendizaje, la distancia ente lo que deberíamos aprender y lo que finalmente conseguimos aprender es cada vez mayor. La necesidad de una formación permanente y un reciclaje profesional alcanza a casi todos los ámbitos laborales como nunca lo había hecho en otros tiempos, como consecuencia de un mercado laboral más cambiante, flexible e incluso impredecible, junto con un acelerado cambio de ritmo tecnológico, que nos obliga a estar aprendiendo siempre cosas nuevas. Podemos decir que en nuestra cultura la necesidad de aprender se ha extendido a casi todos los rincones de la actividad social. Es el aprendizaje que no cesa.

Es en dicho contexto, frente a las nuevas necesidades sociales, ante las dificultades de inserción laboral, donde comenzó a gestarse un espacio para el desarrollo de este campo psicopedagógico, surgido en los años ochenta: el abordaje de los aprendizajes laborales. sociales, individuales y colectivos, revistiendo significado cuando es socialmente útil.

El objetivo de la psicopedagogía laboral es asesorar y orientar al individuo en el aprendizaje requerido por la ocupación. Para ello se apoya en referentes teóricos provenientes de la psicología social, la sociología, la filosofía, la biología, el derecho y la economía, estableciéndose con ellos un intercambio dialéctico, que conlleva a un enriquecimiento mutuo.

Las nuevas demandas de la sociedad, y sobre todo del mercado laboral, crean un espacio de actuación y desarrollo para la Psicopedagogía, entendiendo por la gestión psicopedagógica la instrumentación de un conjunto de procedimientos para operar sobre la realidad del aprendizaje, en los niveles individual, grupal y organizacional, con fines preventivos, terapéuticos y de asesoramiento. Poder establecer los criterios de aprendizaje que les permiten a las personas sin empleo una progresiva adaptación al mercado de trabajo ya que que nuestro quehacer puede cumplir el rol de asesorar y orientar al adulto en el aprendizaje de la tarea y por lo tanto colaborar en su reinserción y permanencia laboral.

Escritor :  Viviana Edith Toledo