EL SÍMBOLO DEL MAESTRO Y RESPONSABILIDAD INTELECTUAL EN LA EDUCACIÓN

Resumen.

En el proceso de la educación siempre se ha preguntado el cómo debe ser la mejor forma de hacerlo y la búsqueda de nuevos métodos que nos permitan comprender de una forma más pertinente su ejecución en la formación de mejores seres humanos, pues gracias a esta el ser humano moldea su forma de vida y su conducta en la sociedad, en la cultura y hacia nuevas formas de ciudadanía. El siguiente escrito pretende abordar aspectos que se debelan suma importancia la actividad docente como actividad intelectual y su compromiso con la sociedad.

Palabras Claves.

Educación, maestro, pedagogía, sociedad, responsabilidad.

Introducción.

¿Ha fracasado la educación en la construcción de una vida mejor? El educador al igual que los otros conceptos de su labor en las diferentes épocas se han tomado según las consecuencias de cada situación histórica y contemporánea dependiendo de las necesidades, así mismo las relaciones humanas dependen de nuestro pasado y la asimilación que hagamos de él, por ejemplo, qué sería de la vida de Alejandro Magno sin la educación de Aristóteles y de la vida de Aristóteles sin la educación de Platón y así hasta llegar al fin último, como producto de esto podemos preguntarnos ¿quién es el maestro? ¿qué papel juega éste en la vida de un hombre y mujer? ¿se define la educación sólo por nuestro trato con los demás? Baruch Spinoza sostenía que: “todos somos uno y el uno estamos en el todo” lo cual nos implica que somos siempre responsable de todas las cosas, por consiguiente la educación no sólo debe estar definida en cuanto a relación social y cultural, sino con el trato con todos los seres, por ejemplo, los árboles, los animales, el planeta, ríos, etc., ¿qué sería de nuestras vidas sino hiciéramos usos de nuestra educación para con estos?

Para iniciar empezaremos enunciando que el maestro a lo largo de la historia ha sido quien imparte los conocimientos, por lo tanto debe tener un papel fundamental en la enseñanza de las culturas, las ciencias y las artes dentro de las sociedades e incluso los indígenas tienen sus maestros para enseñar sus costumbres que van de generación en generación y así ha sido en toda la historia de la civilización: el maestro es quien guía y regula el progreso de la condición humana en su adaptación al entorno.Entonces el papel del educador debe ser abierto y crítico pues es un símbolo de nuestra formación como seres humanos, por ejemplo, una planta nace planta, por otra parte el ser humano si bien nace humano esta condición necesita de los demás para ser humanizado puesto que no somos un producto hecho sino que llegamos a ser; esta debe ser la apuesta a la que apunte el educador lo que viene significar que:

El hombre educando es el objeto de la acción educativa, pero no es un simple objeto. En su relación con las otras subjetividades las construye, las educa, y reconstruye a su vez su entorno. La antropología en este sentido incidiría sobre el hombre en su devenir. (Mèlich & Colon, 1994:14).

Por otra parte vivimos tiempos de crisis en los que el estudiante tanto como el maestro vive desdén hacia la enseñanza y el aprendizaje, pues hoy día todo está inclinado hacia la industria  es más rentable un saber técnico que uno teórico, el conocimiento de algo tiende a medirse más por su utilidad práctica que por su importancia histórica. En consecuencia de estos periodos de declive surge el llamado “malestar del maestro” el cual influye en la educación del estudiante pues viven inmersos en la misma sociedad y son afectados por el mundo globalizado, actualmente el maestro piensa que ya culminaron sus estudios, se ve como alguien capacitado para siempre, pero la realidad es que muchos no actualizan sus pedagogías y creen vivir en una masa homogénea, no asimilan los cambios de la realidad, dejan sus conocimientos como un producto mecánico, enseñan su fórmula, pero no su importancia ¿qué hace la pedagogía frente a esto? ¿cómo debe actuar el maestro?Las condiciones materiales bajo las cuales trabajan los profesores constituyen la base tanto para delimitar como para potenciar el ejercicio de su función como intelectuales. Consecuentemente, los profesores como intelectuales necesitarán reconsiderar y, posiblemente, transformar la naturaleza fundamental de las condiciones en que se desarrolla su trabajo.

Es decir, los profesores deben estar en condiciones de conseguir que sean el tiempo, el espacio, la actividad y el conocimiento los que vertebren la vida diaria en las escuelas. Más específicamente, para llevar a cabo su misión de intelectuales, los profesores han de crear la ideología y las condiciones estructurales que necesitan para escribir, investigar y colaborar entre sí en la elaboración de currículos y el reparto del poder. (Giroux, 1997:36).En este orden de ideas el maestro obtiene su importancia gracias a su labor dentro de la sociedad y su función como educador de la modificación de la conducta mediante el arte de educar. La acción educativa debe estar dirigida hacia la formación de los seres humanos en su proceso de humanización, pero por otra parte debe estar comprometida con su entorno, tales como, la sociedad, la cultura, las ciencias y las artes.

La responsabilidad de un país depende de los maestros, pero esta nación exige una correlación entre la academia y sociedad; la figura del maestro intelectual debe formar a sus alumnos críticos, investigativos y despertar cada día en ellos la importancia de cada cosa que se enseñe por muy mínima que sea siempre se debe enseñar la importancia de un saber, mas no enseñar su utilidad sin ninguna postura frente a lo que estamos asimilando. El maestro podría ser considerado mitológicamente como Atlas, es sobre él donde reside el peso del mundo, es decir, soporta el progreso de la humanidad según su acción educativa.

REFERENCIAS.

Colom Cañellas, Antoni J. & Mèlich Sangra, Joan-Carles. (1994). Antropología y Educación. Nota sobre una difícil relación conceptual. España: Teoría De La Educación, Vol. VI, Pp. 11-21.

Giroux, Henry A. (1997). Los profesores como intelectuales. Hacia una pedagogía critica del aprendizaje. Trad: Isidro Arias. España: Centro de Publicaciones del M.C.E y Ediciones Paidós Ibérica S, A.

Autor: Luis Eduardo Contreras Rodríguez