EL SISTEMA DE VALOR COMO FENÓMENO DE AUTO CONSERVACIÓN

Quiero en este escrito hacer un corto recorrido por el paradigma discursivo del poder que establece valores en un Foucault de microfísicas , de la misma manera dar un breve vistazo al punto de vista nietzscheano sobre el valor y poder así poner en evidencia las dinámicas modernas de homogenización colectiva a la cual le hemos damos el nombre de igualdad social. Para ello comencemos señalando lo que para Foucault deberá ser el objetivo del sujeto político; éste no ha de tener como horizonte el descubrir qué somos; antes bien, el objetivo será el de rechazar lo que somos y comenzar la liberación de esa doble atadura política que individualiza y totalitariza; suscitar una emancipación de las estructuras modernas del saber-poder que acontecen dentro de unas prácticas de escisión.

Dicha práctica de escisión consiste en la aparente y lógica dinámica de separación entre un loco y un cuerdo, entre el enfermo y el sano, la escisión necesaria entre un delincuente y el chico bueno. Una estructura de separación que nos da la torpe percepción de seguridad y equilibrio; discursos de acondicionamiento que logran de manera pseudoperfecta la convivencia de unos y otros, la comunidad de ajenos que habitan sin molestarse por cuanto todo ya está linealmente estructurado para la adecuación. Sujetos ajenos entre ajenos, que conviven sin convivir; el otro es tan sólo un “no—yo”.
La geometrización valorativa a partir de donde se comienza el corte estará dada según Foucault desde microfísicas de poder; establecimientos discursivos que imponen quién o qué ha de estar permeado y susceptible de ser percibido como sujeto de poder, es decir, el loco, el delincuente y el abyecto serán vistos como sujetos potenciales de segregación cuando el individuo percibido como sujeto de poder establece estéticas de percepción sobre quién ha de ser señalado.

El señalado como ladrón ha de ser separado de aquel que se autoproclama honrado, el loco deberá ser condenado al ostracismo de aquellos que se proclaman ligeramente cuerdos, el otro será el ente nocivo por cuanto no cumple la normalización-homogenización estricta del discurso que habita aquel que ostenta el poder. Así, el profesor cree tener el poder dentro del salón de clases, sin embargo, cuando acaba su ejercicio y abandona el claustro puede encontrarse morando momentos de víctima, de miedo, de anormalidad, porque en la fila del banco, poco o nada importa el título del que haya alardeado frente a sus estudiantes, unas horas antes.

Como el asunto de la separación entre los señalados y los no señalados está inmerso en estructuras claras de poder, Foucault entonces se ocupará de encontrar la verdad sobre el poder desde lo genealógico histórico; es decir, no asumir una verdad del concepto sin más, acá el concepto poder resulta en la emergencia que permite apreciar de cerca el momento en el cual una nueva voluntad de poder se apropió de las cosas, las normas, la transposición de los sentidos. Para el pensador el poder no es una expresión que se manifieste de arriba hacia abajo, que se anuncie a través de la ley con el propósito de prohibir, primer gran derribo de verdad acontecida; para el pensador; los sujetos son productos de una relación de saber y de poder específicos, de tal manera el poder no es al modo de un bien jurídico objetivo que se puede desplazar, que se puede heredar, el poder no es aquello que te entrego para que comience un propio e individual programa de soberanía. A pesar de que estamos dados a considerar que el poder está en lo más alto, la realidad es que la microfísica estatifica al poder en micro escenarios, en micro esferas, de tal suerte que usted ahí leyendo, no deteniéndose, no levantándose a pesar del tedio que le puede estar significando este escrito; continua ahí absorto, porque esta microfísica que significa este espacio de lectura le indica, le auto impone el estar y reconocer el poder en aquel que se atrevió a escribir esto sin su consentimiento.

Dirá Nietzsche; que el punto de vista del valor preserva estructuras de relativa subsistencia y conservación del ser humano en aras de garantizar existencia . Acá el tono parece cambiar pero no así el horizonte, de lo que habla ahora el filósofo alemán es del sistema de valor como mecanismo de poder de una microfísica especifica llamada, iglesia, comunidad, sociedades; el punto de vista del valor para este filósofo de la sospecha se presenta ahora como elemento necesario, como dispositivo de supervivencia del sujeto, como imposición necesaria de la norma en la norma misma, en lo moral, en la significación del bien y del mal en procura de garantizar bienestar comunitario. En Nietzsche entonces, hace su aparición una ética de la costumbre, con sus instintos inconscientes de crianza, encaminada a mantener a raya el ansia del poder, resaltando el instinto de rebaño, exigiendo obediencia ciega a esa macrofísica social llamada, en ocasiones; Estado. La ética de la costumbre es en Nietzsche la morfología que prevalece por encima del sujeto que le hace negarse, dar la espalda a lo pasional, lo creativo, a su voluntad, a su posibilidad como espíritu libre, al error, dando la espalda también a lo potencial del crear y del destruir.

Foucault ha reinterpretado el pensamiento nietzscheano para el cual el valor es una manera de interpretación del mundo predeterminada por mecanismos ajenos a la voluntad del sujeto. En Nietzsche se cree necesario, desde su exposición de una ética de la costumbre; e l establecimiento de las condiciones de desequilibrio que redundarán en el fortalecimiento de las partes. La ética de la costumbre es pues una exposición sistemática de las condiciones necesarias para la convivencia, si bien es cierto, en el pensador alemán no existe de modo alguno una apología del valorar mismo, sí lo presenta como una necesaria estructura sistémica de elementos en aras de la conservación e incluso potenciación del individuo, la exigente existencia de ciertos nichos, micromundos en donde el individuo pueda asirse a su supervivencia.

Así pues, tanto en Nietzsche como en el lector de éste; Foucault encontramos la exigente afirmación de lo tribal en necesaria homogenización de contrarios en aras de la perduración de las condiciones mínimas de existencia, el valor, el sistema de valores como mecanismo de condicionamiento que permite la emergencia del sujeto social para la auto proclamación ingenua de nuestra igualdad como seres humanos.

Escritor: Frank Mejía Guzmán