EL TERRITORIO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX.

El territorio entendido desde las elaboraciones del autor brasileño Milton Santos en las que esta categoría se precisa desde la acepción política y no meramente espacial, entonces “el territorio son aquellas porciones de la superficie de la tierra, sobre las que el hombre históricamente, ha tomado posesión, sujetas, en consecuencia a relaciones de poder; en las que se dan rasgos de exclusividad, límites e identidad. Exclusividad porque sería una tierra en la que un grupo social -cualquiera- organizado social y políticamente se establece; limites que se definen tanto por competencia como por la relación biunívoca entre la sociedad y la naturaleza, la que, a su vez, crea identidades en permanente reformulación”.

El territorio es resultado de múltiples procesos de lucha y resistencia que se generan en los grupos humanos en relación con el espacio y los interés que se tiene sobre este, además de las constantes tenciones que se presentan en el intento de sobreponer una visión dominante sobre otra; los territorios están en continua transformación y reconfiguración debido a la acción de los sujetos; los territorios no son entendidos por todos los sectores sociales de una misma manera ya que para unos «el territorio es para explotar, es contenedor de valor y riqueza, mientras que para otros “el territorio es la posibilidad de vida como sujetos colectivos, es la posibilidad de establecer sistemas de gobierno propio” . En este sentido se presentan tensiones y disputas entre los actores al servicio de los intereses ya sean colonialistas o capitalistas, los cuales se constituyen como los grupos dominantes y los actores o sujetos que buscan “la autonomía y la autodeterminación a través de la consolidación de los territorios” como es el caso de los indígenas, campesinado y las clases oprimidas.Es desde esta conceptualización de territorio que analizaremos los procesos de dominación por parte de las elites a las clases populares; los intereses en disputa, las tensiones y transformaciones que se presentan en la configuración del territorio en la primera mitad siglo XIX

EL TERRITORIO EN EL SIGLO XIX

A mediados de siglo Colombia, que hasta 1863 se denominaba como la Nueva Granada, ubicada en la periferia norte de los Andes, se encontraba en el proceso de construcción de la nación, que se hacía urgente por el vacío ideológico y político dejado por los procesos independentistas, ésta se cimentada en las ideas del liberalismo económico; mientras que en las demás repúblicas de los Andes las ideas librecambistas no alcanzaban una hegemonía en Colombia estas se establecieron desde finales de la década 1840-1880, época en la que tuvieron la posibilidad los partidos hegemónicos conservador- liberal de detentar el poder sin que se establecieran cruciales diferencias en las políticas implementadas, pues se dedicaron a implementar la ideología liberal sin contar con condiciones mínimas como: “un mercado nacional integrado o una economía exportadora en expansión”, “en realidad, el liberalismo librecambista broto en un medio económico comparativamente hostil. La mayor parte de mercancías de exportación estaban separadas de los mercados de ultramar por montañas y quebradas, climas tropicales, lluvias estacionales y los enormes costos de los fletes”

Sin embargo a pesar de las pésimas condiciones para el desarrollo de un liberalismo económico, tanto de infraestructura como de condiciones de los grupos humanos que habitaban este territorio, pues aunque en teoría se había superado el colonialismo, los pobladores aun no tenían la posibilidad de “negociar la recuperación de tierras, restaurar las autoridades étnicas, rediseñar las redes traslocales del patronazgo, el parentesco, el trueque y el comercio y participar en sus actividades religiosas lejos de la vigilante mirada de los constructores nacionales” . Se pretendía la construcción de la nación desde las ideas liberales sin tener en cuenta las necesidades de las comunidades indígenas, negras, campesinos, trabajadores nativos, en fin de las clases oprimidas.

Aunque el proyecto liberal no lograba los resultados que las elites provincianas deseaban, debido a los estados lamentables de los espacios geográficos por los cuales se desarrollaban los intercambios comerciales, el deterioro de los mercados internos y el declive de la economía regional, en fin el atraso comercial al que se ve sometida Colombia, continuaron con su proyecto nacional que en realidad, es un proyecto de exclusión racial, pues la intelectualidad criolla encuentra en la presencia de comunidades indígenas y africanas la causa de tal desastre económico, supuestamente por la inferioridad racial, desde allí se genera todo un proyecto de mejoramiento de la raza o “blanqueamiento” encabezado por autores como Samper, Codazzi y Ancizar, quienes exploraban la incidencia del clima sobre la cultura y características sociales de los grupos raciales.

El estudio realizado por Samper el racista más implacable de los nombrados anteriormente se fundamentaba en “la posibilidad de la redención cultural si se tomaban medidas para inculcar los valores apropiados a una moderna sociedad civil entre los grupos inferiores” pero por más que se intentara matizar, los estudios estaban cargados de un desprecio por lo indígena o negro desde esos desastrosos estudios se posicionaba la idea de la “blancura” con la idea de progreso y civilización ; se crea la idea de la otredad con la intencionalidad de promover la inferioridad de los otros a través de lo que se “naturaliza las desigualdades raciales y de clase, y se racionaliza el ejercicio de la violencia y dominación en las empresas colonialistas y capitalistas”

A diferencia de las tardías expediciones de la época colonial que se enfocaban en la flora y la fauna, la nueva geografía de mediados de siglo centraba su interés en identificar las características e identidades regionales y raciales que constituían los paisajes interiores, pero aunque ésta tenía un interés en la identificación de los grupos humanos y que logran “brindar una imagen de un país fragmentado, conformado por subculturas regionales y raciales distintivas” seguían siendo estudios para excluir y que buscaban exaltar “las virtudes burguesas de la frugalidad y el trabajo duro” , a través de lo anterior se revalidan las culturas que se pliegan a los interés productivos del liberalismo, y se discriminan y excluyen las que se resisten al modelo civilizatorio y de construcción nacional.

La nueva geografía cumplió su papel en profundizar aún más las desigualdades entre las culturas que habitaban el territorio colombiano ya que simplemente se hace una clasificación de estas, sin tener en cuentas sus intereses e identidad con el territorio en el que desarrollaban su cotidianidad; los alcances de esta nueva geografía se hacen evidentes en la polarización de Colombia:

“la sierra civilizada, poblada por típicos blancos y mestizos; y sus hinterlands salvajes, los bosques tropicales interiores de pueblos de tribus nómadas y el litoral sureño del Pacifico y la región de la costa caribeña, en donde vivían grandes concentraciones de negros. Los afrocolombianos, muchos de ellos recientemente emancipados, también ocupaban bolsones de territorios rurales y urbanos tierra adentro. Pero lo que todos ellos supuestamente compartían era su afinidad por el aletargamiento de los trópicos, ya fuera en la costa o tierra adentro, y su lamentable indolencia, superstición y volatilidad. Los indios de la sierra ocupaban una ambigua posición intermedia en este orden geocultural y racial. Ni salvajes ni civilizados los de las provincias nororientales, cerca de la ciudad de Bogotá eran, según el sentido común prevaleciente, los mejores candidatos para el progreso cultural”

Esta tipificación de la población se construye desde los intereses liberales, liderados por los empresarios criollos quienes pretenden su tan anhelada integración nacional para lo que requieren de una homogenización de la población que tan solo la pretenden en la teoría, pues la tierra y en la mano de obra nativa son un recurso como lo denominan indispensable en la nueva fase de expansión capitalista, lo que realmente se pretende no es el mestizaje a través del cual se limpiaría la raza sino la vinculación de esas otras clases y culturas subalternas a la economía moderna.

Pero esta división por culturas y territorios en que se exaltaba las virtudes de unas y se excluían a otras tiene en su interior todo un proyecto de dominación y apropiación de los territorios, por un lado se hace una distinción entre el norte y el sur, posicionando a las culturas del norte y sus defectos como benignas, el caso de los chibchas, mientras los Páez y pastos del sur se les considera como salvajes, porque habían construido una larga historia de movilización y resistencia en defensa y promoción de sus intereses colectivos.

Otra de las medidas adoptadas por las elites provincianas en su afán por alcanzar el progreso económico se hacía tangible en el quebramiento de la autonomía del campesinado para integrarlo a las haciendas como peones, trabajadores asalariados o pequeños agricultores, “el campesinado tuvo que subsistir a las constantes amenazas a su subsistencia, su autonomía local y su espacio simbólico” aparte que tuvieron que enfrentar la erosión que sufrían sus derechos sobre la tierra, autoridades e identidades comunales ante el Estado liberal, pues lo que se pretendía era la utilización de la mano de obra y la expropiación de las tierras de los resguardos indígenas y territorios campesinos que se hacen indispensables para sus interés productivos; es así como las comunidades nativas tuvieron que afrontar como sus territorio y el desarrollo de su cultura y cotidianidad seguían siendo transformadas por los interés ya no de la elite española sino ahora de una elite criolla, como es el caso de “la población chibcha que vieron como sus resguardos, unidades políticas y territoriales poseídas comunalmente y garantizadas por la corona se disolvían en pequeñas tenencias amorfas y regímenes latifundistas. Para el siglo XIX, los enclaves étnicos de la sierra – por ejemplo, los indios Páez y pastos – estaban limitadas a las montañas aisladas de departamento sureño del Cauca. Y en términos globales, el campesinado nativo constituía una pequeña minoría de las heterogéneas comunidades de pobladores criollos, mestizos, mulatos y africanos”

Sin embargo a pesar de las constantes intervenciones en el territorio de las comunidades indígenas, campesinas, negras, en fin los pobladores nativos estos se constituyen como sujetos que resisten, defienden y reconfiguran su posición en el territorio y su identidad, pues aunque se intenta invisibilizar todos los procesos de los oprimidos, los no blancos, logran restablecer en algunos casos sus formas organizativas y tradiciones militares contrarrestando los continuas medidas de las elites liberales- conservadoras que arremeten contra los patrones culturales y sociales nativos, aunque este no es una constante en todo el territorio colombiano, ya que en algunos casos las comunidades están tan fragmentadas que terminan por desaparecer, en otros casos terminan insertándose en la lógica liberal- burguesa, que permite la obtención de ganancias, acosta de traicionar los interés colectivos.

A continuación se intentara identificar casos puntuales, en los cuales se denoten las luchas por el territorio y los interese que se ponen en juego, en un primer momento se evidencias la actuación de los indígenas sureños de Popayán y Pasto quienes mantuvieron sus tradiciones militares que fueron bastante explosivas y resistentes en su lucha por la defensa y recuperación de sus tierras que les habían sido expropiadas (resguardos), sus acciones se enmarcaban tanto dentro de la ley civil como fuera de ella; caso contrario del pueblo chibcha, que se ubicaban más al norte pero que igual fueron afectados por la pobreza y dislocación después de 1870, pero que con su larga y lamentable “historia de erosión comunal, campesinizacion e integración de los mercados locales y regionales” lo que impide la organización y surgimiento de respuestas étnicas insurgentes a las amenazas a su existencia producto de las medidas de las elites criollas; en Cundinamarca, Boyacá y Antioquia las comunidades campesinas serranas ven como se acelera sus ritmos de cambio de sus costumbres en el trabajo con la tierra, debido a la expansión de la agricultura en particular con las plantaciones de café que se extendía rápidamente por “las laderas occidentales de Cundinamarca y las montañas que bajaban hacia los llanos, al este”, sin embargo no es el cultivo del café el principal problema para los campesinos como si lo es la utilización de grandes extensiones de tierra en la cría de ganado que desplaza a medianos y pequeños agricultores que se dedicaban al cultivo de cereales, vegetales y frutas, así también se devoraron los territorios de los desaparecidos resguardos indígenas, pero a pesar de las condiciones lamentables del campesinado éste logra subsistir aunque sea desde la articulación a la lógica productiva liberal.

Por otra parte se evidencia un cambio económico y cultural en la configuración del territorio que tienen su origen en las formas como el campesinado se reacomoda y subsiste a las condiciones cada vez más precarias provocadas por el crecimiento de las haciendas y el desposeimiento de las tierras del campesinado que “dieron lugar una fuerza de trabajo flotante que eventualmente ensancho las filas de arrendieres, aparceros, y sirvientes concertados” además los estímulos que brindan los nuevos mercados de ultramar y la doctrina liberal permiten la expansión de las haciendas cafetaleras y ganaderas; sin embargo para explicar el cambio que se produce en la tenencia de la tierra (latifundio) se deben tener en cuenta las dinámicas internas como: la tenencia de la tierra en pequeñas proporciones(minifundio), las herencias divisibles, las constantes presiones ejercidas por parte de la población sobre los regímenes de pequeña propiedad, desde las dinámicas anteriores se puede evidenciar la transformaciones en el territorio que favorecen a los latifundistas mientras que los campesinos minifundistas venían siendo convertidos en trabajadores serviles y aparceros que vivían en las tierras de las haciendas que alguna vez habían formado parte del resguardo de sus propios abuelos. En tres generaciones, los agricultores minifundistas habían visto como el estatus de sus tierras cambia de resguardo a minifundium, siendo eventualmente tragadas por el latifundium”.

EL territorio colombiano en el siglo XIX sufre intervenciones y transformaciones producto del intento de construcción nacional liderada por las elites criollas desde la doctrina liberal, que insertan a las comunidades indígenas, campesinas y negras y sus territorios (tierras campesinas- resguardos) en este proyecto capitalista y excluyente, a través del cual se expropia y despoja a las comunidades de sus procesos de construcción cultural e identidad con el territorio que les pertenece ( lugar legitimo en el orden cosmológico),pero a pesar de las agresiones que sufrieron los comunidades nativas estas generaron procesos de resistencia y defesa que han traspasado las fronteras espaciales y temporales, escribiendo una larga historia de lucha que sobrevive hasta estos tiempos a un más convulsionados.

Escritor: Erika Lorena Rodríguez Bravo