EL TOTALITARISMO, UNA MIRADA DESDE EL CASO ALEMÁN

Se ha pensado a la segunda guerra mundial como uno de los acontecimientos históricos más nefastos de nuestra era contemporánea. Los cambios efectuados a partir de allí se solventaron a unos antecedentes que se remontan al siglo decimonónico (siglo XIX) y, que sin lugar a dudas, dieron pie a grandes ideologías y regímenes de carácter político y de carácter militar. El mundo está en constante cambio y permutaciones, esto es inevitable en contextos llenos de subjetividades y de diversas cosmovisiones humanas las cuales, han permeado lo que hoy es la humanidad.

Referirse al concepto de totalitarismo en el presente texto es hablar también del período de entreguerras de la primera mitad del siglo XX. Contextualizarlo se hace menester para poder descifrar lo que fue y la importancia que ejerció en un pensamiento totalmente europeo, caracterizado por los imperialismos y la hegemonía de la corriente eurocentrista como el único paradigma a seguir en occidente.

Ahora bien, y entrando a analizar más a fondo la noción de totalitarismo se evidenciará la contextualización de un régimen de esta característica que en su tiempo fue de suma importancia para todas las dimensiones sociales de los países implicados. Según la pensadora alemana Hannah Arednt existieron solo dos naciones con este tipo de sistema político; los casos de Alemania y de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) los hace especiales pero disímiles al mismo tiempo. El totalitarismo alemán solo duró más de una década, en cambio, el de la unión soviética perduró hasta la muerte de su caudillo Stalin.

El caso de Alemania, que se tratará en estas líneas, se torna especial por sus aparatos ideológicos e imperativos de tipo racial. El totalitarismo alemán se configuró como todo un sistema basado en el pangermanismo y en los entrañamientos nacionalistas. Es de saber que el decimonónico fue el pilar de la ideología del nacionalsocialismo fundamentado en la unificación del país teutón a manos del mariscal y posterior canciller Otto Von Birsmack, el antisemitismo hacia la clase industrial-política-comercial judía, pasando por la pérdida de territorios en la primera guerra mundial debido del tratado de Versalles y llegando al putsch de la cervecería de Munich y a la obra magnánima de Adolfo Hitler: “Mein kampf” (Mi Lucha). Todos estos hechos permitieron el auge y desarrollo del totalitarismo alemán.

A continuación, se realizará una breve definición y caracterización del concepto de totalitarismo:
Tres serían entonces, los rasgos más significativos del totalitarismo: la existencia de una ideología universalista que justifica la acción del estado y su aparato represivo; el carácter no estrictamente político-estatal de la dominación y la existencia de un “movimiento”, es decir, una movilización social que sostiene, junto con la ideología, el funcionamiento del aparato de coacción estatal, que en este caso se traduce en el carácter “total” de la “dominación” (García ctd en Vatter y Nitschack, 2008, pág. 54).

La existencia de una ideología como base de un estado totalitario se suma a las características más importantes de este régimen. La legitimación de la masa social, el unipartidismo y la figura del caudillo o Führer hicieron de Alemania un totalitarismo en sus albores y en sus acciones políticas, diferenciándola de lo que fue anteriormente como imperio y República de Weimar.

La legitimación del pueblo alemán fue la pieza clave para el funcionamiento del régimen como tal y para que su ideología traspasara las fronteras en búsqueda del espacio vital arrebatado desde el tratado de Versalles. “Las aspiraciones de los totalitarismos a la dominación mundial reclama a su vez una ideología universalista o supranacional, que alimente la pretensión de extensión más allá de las propias fronteras, característica de los “movimientos totalitarios” (García ctd en Vatter y Notschack, 2008, 46). Ese espacio vital o Lebesraum conllevó a que no solo se internacionalizara una ideología o un sistema de gobierno, también llevó a que se instaurara la violencia y el exterminio de la población semita y de otros grupos étnicos en el viejo continente. La masa, en su gran mayoría, legitimó la ideología y sus acciones empíricas en contexto, llevando a cabo leyes universales establecidas por el régimen y sus instituciones.

Los movimientos totalitarios pretenden lograr organizar a las masas, no a las clases, como los antiguos partidos de intereses de las Naciones- Estados continentales; no a los ciudadanos con opiniones acerca del gobierno de los asuntos públicos con intereses en éstos, como los partidos de los países anglosajones. Mientras que todos los grupos políticos dependen de una fuerza proporcionada, los movimientos totalitarios dependen de la pura fuerza del número, hasta tal punto que los regímenes totalitarios parecen imposibles, incluso bajo circunstancias por lo demás favorables, en países con poblaciones relativamente pequeñas (Arendt, 1981, pág.485).

Pero para que la masa legitime un régimen como este, no es solo necesario remitirse a los procesos históricos y a los antecedentes nacionalistas. La propaganda ha cumplido un papel preponderante en la figura del totalitarismo alemán, en la cual, Hitler y su ministro de propaganda Joseph Goebbels no escatimaron en gastos monetarios y discursos persuasivos con esencia masificadora. La propaganda política sigue siendo un imán de convencimiento para la población civil y para la debida legitimación de un sistema político, así se efectúa un gran trabajo para la permanencia en el tiempo de una ideología.

Porque la propaganda de los movimientos totalitarios que precede y acompaña a los regímenes totalitarios es invariablemente tan franca como mendaz y los futuros dirigentes totalitarios comienzan usualmente sus carreras jactándose de sus delitos pasados y perfilando sus delitos futuros. Los nazis estaban convencidos de que en nuestro tiempo hacer el mal posee una morbosa fuerza de atracción (Arendt, 1981, pág. 483).

Llegando a la conclusión de este presente texto cabe señalar que la caracterización del concepto de totalitarismo en el caso alemán conllevó a un sinnúmero de acciones que en la actualidad son rechazadas por su gran connotación de violencia. El régimen Nazi se estableció desde unos sentimientos nacionalistas e imperialistas que se ciñeron a unos aparatos ideológicos estatales, junto con la aceptación de la masa y el ordenamiento de su jerarquización unipartidista se ejercieron acciones económicas, políticas y militares que quedarán plasmadas a través de la historia, pero tampoco se debe olvidar las atrocidades y violaciones a los derechos humanos cometidas para la exterminación de poblaciones que no tenían cabida en su ideología y en la consolidación de su espacio vital y mantenimiento racial. Que la historia no se vuelva a repetir.

BIBLIOGRAFÍA
ARENDT, H. (1981). Los Orígenes del totalitarismo. Madrid: Alianza.
ARENDT, H. (2005). La condición Humana. Barcelona: Paidós Surcos.
VATTER, M. Y. (2008). Hannah Arendt:sobrevivir al totalitarismo. Santiago de Chile: Goethe-Institut.

Escritor: Luisa Fernanda Betancur Hernández