El valor del amor

Es motivador hablar del amor porque todo ser humano ha nacido para ser amado. Nadie puede negarse al amor porque es el sentimiento que nutre su alma; así como tampoco a nadie se le puede negar el amor porque de eso depende su calidad de vida. Muchas veces vemos personas tristes, solitarias, llenas de confusión, con semblante desalineado y, seguramente, nos llaman la atención y hasta nos generan una pregunta acerca de ellos, un interrogante ¿Qué les sucede?

Es cosa cierta que nuestra vida tiene un motor que la impulsa, ese motor es el amor. El mayor de los sentimientos que genera vivencias ordinarias y extraordinarias, haciendo de nuestro cotidiano vivir un buen ambiente, y marca huellas profundas en nosotros mismos y en los demás. Cuando hay falencia en el amor el ser humano se siente vacío, se producen heridas profundas que determinan la personalidad.

Un hombre rudo no siempre lo es porque ha aprendido a serlo, sino que muchas veces su rudeza está marcada por la falta de amor, por los golpes recibidos, por la ausencia de caricias y demostraciones de afecto de parte de sus progenitores. Así también una mujer que no se valora como tal, no siempre es por causa de la sociedad que la ha contagiado y la ha llevado a seguir un modelo, sino que está determinada por la falta de amor que genera respeto y valoración de uno mismo. Por lo tanto, no siempre lo que se ve es lo que se cree y no siempre lo que se cree es lo que se ve.

La seguridad que genera el amor la podemos ver en los niños pequeños, en los bebés, no temen ningún mal cuando están en brazos de sus padres. De hecho, hoy tenemos la práctica de las madres canguros, que ayudan a los niños nacidos antes de tiempo y que los ayudan a desarrollarse y a crecer mucho más sanos y fuertes con el amor que les brindan. No es siempre la ciencia lo que fortalece, sino la ciencia del amor lo que favorece.

Por esto, amar y ser amados, es lo que cada uno de nosotros merecemos. El amor es merecido porque cada uno tiene amor para dar, y no hay que guardarlo como un tesoro, más bien, hay que brindarlo para que ese tesoro se acreciente y así logremos la sociedad que anhelamos, la civilización que tanto queremos. No es con armas o por la fuerza que se consiguen grandes objetivos, el mayor objetivo es dominar el corazón del ser humano, y el único arma que lo puede hacer es el amor.

Si tomáramos conciencia de esto, todos, absolutamente todos, nos dedicaríamos a amar más, a derrochar amor, a brindar amor y así disfrutar de sentirnos verdaderos seres humanos. Se acabarían las guerras, las contiendas, las peleas familiares, los entredichos entre desconocidos, las perturbaciones que a diario podemos ver y que generan en nosotros y en la sociedad un malestar al que nos estamos acostumbrando y parece ser normal. Lo normal es amar, el resto es parte de lo que nos falta crecer y que necesitamos poner en práctica para cambiar el mundo, nuestro mundo que necesita descomprimirse y sacarse la tremenda contaminación del egoísmo. Entonces, si queremos un mundo mejor, dispongámonos al amor y todo cambiará.

Escritor: Ivana Garramone Pereyra