¿En qué medida puede la actividad física ayudar a los pacientes con fibromialgia?

De un tiempo a esta parte, cada vez es más frecuente oír hablar del término fibromialgia. Se cree que es una patología neurológica que afecta a la regulación del dolor. Esta enfermedad tiene además múltiples síntomas asociados como son la fatiga, la rigidez, sueño no reparador, problemas cognitivos y pérdida de memoria. Estos síntomas devalúan no solo la salud física, sino también la psíquica y social de la persona que la padece.

A día de hoy, se desconoce a ciencia cierta cuál es el origen de esta patología, y aunque son muchos los expertos que postulan diversas teorías, no hay causa cierta (demostrable), ni consenso científico. De ahí el reciente y creciente interés en la investigación sobre esta enfermedad no solo para paliar en la medida de lo posible sus manifestaciones clínicas, sino también para reducir el elevado coste sanitario que esta enfermedad demanda.Aunque no se conoce el origen real de la enfermedad, sí que hay numerosas investigaciones que se centran en paliar los síntomas asociados. Científicamente se ha demostrado que los tratamientos más eficaces para mitigar los síntomas son los de índole multidisciplinar, es decir, aquellos que aúnan intervenciones de actividad física, de fisioterapia, de tratamiento psicológico, y que además continúan con el tratamiento farmacológico con la intención de que aquellos permitan reducir este último.

De entre estos tratamientos cabría preguntarse: ¿qué papel juega la actividad física? En nuestra opinión, creemos que la actividad física juega un papel crucial, ya que permite no solo la mejora física, sino también, y como se ha dicho anteriormente, la psíquica y la social. De hecho, investigaciones en la materia confirman que además de la mejora en la capacidad funcional del sujeto, aumenta su capacidad para realizar tareas cotidianas, aumenta la tolerancia al dolor, aumenta la sensación de bienestar, ayuda a prevenir la depresión, mejoran la autoestima y favorecen las relaciones sociales, entre otras.

Con lo dicho anteriormente queda más que justificado la importancia de la inclusión de tratamientos con actividad física en pacientes con fibromialgia. Pero queremos ir un paso más allá, por ello y dado que la sociedad actual está inmersa en una clara revolución de las emociones (no en vano, muchos han denominado este siglo como el siglo de las emociones), nosotros tenemos la intención de ver qué ocurre cuando relacionamos los tres conceptos de este triángulo: fibromialgia – actividad física – emociones.Para llevar a cabo lo anterior, se debe medir la actividad física de los pacientes bien en un momento concreto y compararlos con sus pares sanos o bien comparar los resultados antes y después del programa de intervención con actividad física. Medir la actividad física no es tarea difícil, basta con recurrir a alguna batería de tests adaptada a este tipo de poblaciones. Para medir el estado emocional hablaremos de variables de salud positiva que en nuestro caso se obtienen de la suma de: la capacidad de regular los estados emocionales negativos, el nivel de optimismo del sujeto, los afectos positivos (nivel de entusiasmo, activación, energía, participación…) y la satisfacción con la vida.

Hecho esto y cruzando unos datos con otros, los resultados son abrumadores. En análisis exploratorios que están siendo tratados para una futura publicación, se pone de manifiesto una cuestión de suma importancia para la mejora de la calidad de vida de las personas que padecen fibromialgia: Los sujetos físicamente más activos, tienen una mejor salud positiva, es decir, son personas más optimistas, tienden a recuperarse mejor de los estados de ánimo negativo, son más enérgicos, participativos, entusiastas y tienen una mayor satisfacción con su vida.

Estos resultados están estrechamente ligados con la calidad de vida, quedando demostrado que ésta, mejora por el simple hecho de la realización de un programa de actividad física. De ahí que el Ministerio de Sanidad siga apostando por este tipo de proyectos puesto que comparativamente su coste es mucho más reducido.
En conclusión diremos, que la fibromialgia es una enfermedad compleja por sus múltiples síntomas asociados, con un alto coste para la sociedad por el gasto sanitario que conlleva y pretendemos, desde nuestro ámbito, no solo arrojar algo de luz en forma de programas de intervención que mejoren la calidad de vida de los pacientes, sino también aportar nuestro granito de arena para reducir el desmesurado gasto sanitario que esta enfermedad demanda y genera.

Manuel J. Arrayás Grajera.