¿Es fácil la felicidad?

Se considera comúnmente que la época de Navidad es un tiempo en el que predominan en nosotros los estados de dicha, alegría y optimismo. Aunque, ciertamente, algunos observan que son unos momentos que los obligan a una “felicidad forzada”, es decir, sienten que independientemente de las condiciones en las que estén, han de sentirse felices pues la fecha obliga, y esta imposición deviene en amargura y tristeza.

Estos argumentarán que la felicidad no puede ser un artificio, una creación, sino que es más bien un producto, un resultado, una aparición sorpresiva. Finalmente, hay otros que directamente sufren unas circunstancias vitales tan opresivas, tan desafortunadas, que, incluso en estas fechas, no pueden acceder a un estado de felicidad por verse en soledad; privados de la compañía de sus familiares, privados de salud, o carentes de la necesaria “salud económica” que requieren estos momentos consuetudinariamente para ser vividos con total plenitud.

Hablo de la Navidad, porque la víspera de esta, circulábamos mi madre, mi hermana y yo camino de Torrenueva, un pequeño pueblo lindante con la localidad de Valdepeñas (en la provincia de Ciudad Real), mi hermana al volante, con motivo de la celebración familiar que se llevaría a cabo esa noche y al día siguiente en una casa rural de este lugar. Habíamos partido temprano de Madrid.

El silencio imperaba entre nosotros, abstraídos cada uno en lo suyo, y decidimos sintonizar una emisora de radio; ya se sabe lo dificultoso que es hacerlo cuando se transita entre provincias, así que optamos por depositar toda nuestra atención en la temática de que trataba aquel espacio radiofónico. Los contertulios charlaban en un tono alegre y despreocupado, acorde con el día del que se trataba, y no hubiera reseñado este momento de no ser por la repentina intervención en el programa de una psicóloga que iba a ser entrevistada acerca de cuál era el método para disfrutar en su máxima expresión de estas fechas. Ella afirmaba lo siguiente: “la felicidad es la cosa más fácil de obtener, y más en esta época”. Un mensaje así no puede sino al menos resultar algo chocante, pues en muchas ocasiones estamos acostumbrados a “lidiar” con esta vida, a intentar exprimir el placer de la existencia que a veces se nos hace dura y cuesta arriba o inclusive incomprensible.

Definitivamente, el debate irrumpió rumbo a Torrenueva, pero no en el espacio que escuchábamos, donde tanto el entrevistador como los contertulios asentían dóciles a las aseveraciones de la experta, sino en el interior del coche. Diferentes posturas se acecharon unas a otras, sin obtener el premio “feliz” de una reconciliación concluyente, y más tarde, esa misma noche, el tema volvió a surgir, esta vez con una mayor participación, durante la festiva cena de celebración de la Nochebuena, mas con el mismo resultado infructuoso.

En mi opinión, hay una condición indispensable para la felicidad; la salud. Esta no depende del todo de nosotros, aunque sí en cierto grado, y por tanto podríamos decir que no podemos tener un control absoluto sobre nuestro estado de ánimo, pues la enfermedad puede sobrevenir en cualquier momento e impedirnos la obtención de la felicidad. El debate sigue abierto para todo el lector que acceda a este texto…

Escritor: Fernando San Bruno Casuso