Especializándose en ciencias: cuando los jóvenes no quieren ser ecólogos.

Las ciencias de la vida y la naturaleza son un campo cuya investigación y difusión han aumentado de manera considerable en las últimas dos décadas, en especial en el área de la biología molecular y biotecnología (conocidas como ciencias moleculares). Sin embargo, existe una parte importante de la biología que no ha mostrado ese mismo avance “explosivo” en Chile: la rama conocida como ecología y recursos naturales; la parte de la ciencia que estudia a los seres vivos y las interacciones con su entorno.

Es cierto que para que se avance en ciencias es necesario que existan centros de investigación y recursos dirigidos a estos, pero ninguno de estos dos elementos podrán hacerse presentes si en primer lugar no existen suficientes personas interesadas en llevar a cabo dichas investigaciones. Este es el síntoma que se ha manifestado en el estudio de la ecología. Todos los jóvenes que deciden estudiar una carrera científica y dedicarse a la investigación tienen que especializarse en algún área (pues a diferencia de lo que muchas personas pueden pensar, un biólogo no lo sabe todo, pero si conoce mucho de aquello a lo que se dedica, ya sea fisiología, neurología, botánica, zoología, etc.). Aquí es donde resulta curioso el hecho de que la gran mayoría de los chicos que entran a estudiar una carrera de este tipo ya tiene claro desde el comienzo en qué quiere especializarse: biología en ciencias moleculares, o directamente estudiar bioquímica o biotecnología, porque el ámbito ecológico no les resulta atractivo.

Cabe preguntarse entonces cuál es el motivo de tan marcada inclinación a un área de las ciencias y del rechazo de la otra. Al respecto discutiré brevemente algunas de las ideas erróneas que inclinan la balanza hacia las ciencias moleculares y explican el rechazo predeterminado de los escolares y jóvenes científicos hacia la ecología:
“Trabajar en ciencias moleculares da más prestigio y renombre”: para muchos jóvenes estudiantes resulta mucho más potente decirle al mundo que son “biólogos en ciencias moleculares”, “biólogos especialistas en genética” o “biotecnólogos especialistas en bioinformática” en lugar de que son “ecólogos”, término que suena mucho más simple a pesar de que requiere también de una enorme cantidad de conocimientos y habilidades. La comunidad científica sabe del gran mérito que significa trabajar en recursos naturales, por lo que un ecólogo jamás ha sido ni será visto como inferior a sus colegas de otras especialidades.
“Una publicación científica en el área molecular tendrá mucho mayor impacto”: si de verdad hay menos ecólogos que biólogos moleculares en el país parece lógico pensar que una publicación científica en esta última área será leída por una mayor cantidad de integrantes de la comunidad científica y por lo tanto es mayor la probabilidad de que cause revuelo. Sin embargo ante la existencia de tantas publicaciones del mismo tema, también aumenta la probabilidad de que simplemente sea considerada como “una publicación más”. No se debe olvidar además que las publicaciones no sólo son leídas por la comunidad científica, sino también por aficionados y por el público general por medio de diversas revistas de ciencia, por lo que difícilmente una publicación en ecología (o en cualquier otra rama) será leída por pocas personas.

“Los ecólogos son parte del movimiento ambientalista”: no sólo los aspirantes a estudiantes de ciencia, sino gran parte de la población confunde a un ecólogo con un ecologista y piensa que se dedica a protestar por la caza indiscriminada de ballenas, a lanzar sus dardos contra las personas que comen carne, a realizar campañas por la tala y quema de árboles, etc. De igual manera desconocen la diferencia entre ecología y ecologismo.
“Los ecólogos ocupan más tiempo viajando que trabajando”: efectivamente un ecólogo ocupa mucho tiempo en las llamadas salidas a terreno, pero estas representan mucho más que un paseo: significan horas y horas de estar recolectando datos, detectando la presencia de especies o patrones de dispersión de las mismas, mientras se realizan largos recorridos en terrenos hostiles a pleno sol. Al final del día el ecólogo puede terminar mucho más agotado que el científico que no sale del laboratorio, al menos físicamente.
“Para trabajar en ecología hay que irse de las grandes ciudades”: las personas suelen relacionar ecología con animales, plantas y lagos, y por lo tanto con grandes áreas verdes ubicadas en el sur del país, en la Cordillera de los Andes, o en cualquier área rural alejada de las grandes ciudades. Si bien es acertado que muchas veces el fuerte de los estudios ecológicos está en las zonas mencionadas, no necesariamente implica tener que mudarse y abandonar familia y amigos para poder trabajar en ello. Muchos científicos viajan por unos días a la zona de estudio, toman los datos y luego regresan a su ciudad, en donde analizan y publican sus resultados en la comodidad de sus oficinas y laboratorios. En último caso pueden tener colaboradores que recolectan datos por ellos en el sitio de estudio y luego simplemente se los hacen llegar.

Como se puede apreciar, estas ideas del joven aspirante a científico no son más que prejuicios o simplemente reflejan falta de información sobre el tema. La cantidad de ecólogos del país no está en decadencia ni representa ningún tipo de crisis en el campo, pero podría incrementarse considerablemente con los incentivos adecuados. Contamos con un país con una gran riqueza de especies y una impresionante cantidad de áreas silvestres que merecen ser estudiadas. No es casualidad que cientos de investigadores extranjeros visiten nuestro país para analizar nuestra flora y fauna. Los adelantos científicos para lograr una vida mejor no se pueden lograr sólo curando enfermedades o mejorando la salud de las personas, sino también cuidando el mundo en el que vivimos. Si se logra incrementar el interés de la comunidad científica joven y se le deja claro que de nada sirve un organismo sano en un ambiente hostil, los avances en el rubro eventualmente llegarán.

Escritor: Rodrigo Rubio C