ESTANISLAO ZULETA: INTELECTUAL COLOMBIANO DEL SIGLO XX

El presente texto da cuenta del pensamiento intelectual de uno de los filósofos más importantes de Colombia, en el periodo comprendido entre 1950 y 1980: Estanislao Zuleta. Durante estos treinta años, Estanislao definió su postura política, influenciado –al igual que otros intelectuales de la época- por las circunstancias de violencia, movimientos sociales y de izquierda y luchas bipartidistas, que reclamaban una transformación política, económica, social y cultura en el país. Es en este contexto que Estanislao propone una revolución social, democrática, que parte desde una “filosofía crítica de la vida cotidiana”. El ideal de una teoría sobre la construcción de la vida y la influencia del contexto político y social en que vivió, son aspectos que serán tratados en la siguiente disertación.

Una de las grandes preocupaciones intelectuales de Estanislao Zuleta fue la de crear una teoría que integrara vida y pensamiento. El ideal de esta teoría estaba orientado a dar prioridad a la reflexión como el lugar desde el cual se debía construir la vida (individual o colectiva) y en ésta las relaciones personales, la elección de un trabajo, un proyecto político y una educación. El sentido de la vida radicaba en el cambio, es decir, en aquella transformación de la condición de existencia a través de cualquier tipo de proceso cultural que pusiera en cuestión el sistema capitalista. De esta manera, Zuleta postuló una revolución social vinculada a la vida individual, con el fin de dar respuesta no sólo a los problemas materiales, sino a una pregunta por la “filosofía crítica de la vida cotidiana”.

Historiadora. Candidata a Magister en Historia. Universidad Nacional de Colombia. Medellín. Esta afirmación del cambio como valor absoluto tenía una connotación democrática. Zuleta planteaba que un “nuevo tipo de sociedad sólo tiene sentido si las nuevas relaciones sociales que se construyen acogen en todas sus implicaciones y consecuencias el imperativo de “atreverse a pensar” y “pensar por sí mismo”” (Valencia Gutiérrez, 2005: 31). La democracia no se reducía simplemente a un conjunto de instituciones, sino que fue concebida como una cultura por el respeto a la diferencia. Con este referente, el sentido fundamental de la utopía de Zuleta consistía en luchar por un tipo de sociedad cuyo motor era el despliegue de las diferencias y por consiguiente, del conflicto como elemento constitutivo de las relaciones sociales. Tal como lo argumentó Valenzuela: “Una actitud de ruptura incapaz de construir algo nuevo o una tendencia opuesta a la sistematización vuelven al pensamiento unilateralmente libertario o unilateralmente sistemático” (Valenzuela, 1990: 47).

El tipo de sociedad política cuyo signo distintivo era el reconocimiento del conflicto como componente de las relaciones sociales, se llamaba democracia. Esta postura influyó en la decisión de optar –como otros intelectuales de su época- por ser un hombre de izquierda. Promovió la lectura de los textos de Marx, sobre todo El Capital, cuyo estudio era la consigna de los grupos de estudio que se formaban a su alrededor, en el periodo de 1950 a 1980. Llevó a cabo una reelaboración de los ideales políticos, pues su propuesta de revolución no pasaba por la toma del poder, sino que comenzaba en el espacio de la vida cotidiana; tenía que ver con la construcción de condiciones para que el amor, el trabajo y el pensamiento, pudieran realizarse y desplegar su transformación. Esto lo llevó a plantear que el filósofo debía estudiar a su país para ver qué posibilidades habría de ampliar la democracia y hacerla más participativa, pues “No puede darse el lujo de que le sea indiferente vivir en un medio en el que nadie quiere convencer a nadie sino sólo vencerlo, liquidarlo, desaparecerlo y negarlo (Vásquez, 1997: 190).

El tipo de intelectual dominante en los años sesenta, fue el científico social y el escritor comprometido. Se definían contra el Estado y por una utopía social. Esta perspectiva los llevó a militar en las diversas organizaciones políticas y militares de izquierda, formadas durante los años sesenta. Los intelectuales intentaron elaborar una explicación alterna de la de la democracia (Valencia Gutiérrez, 2005: 70).

Durante estos años, Zuleta se dedicó a construir su proyecto político: una contracultura alternativa a la civilización capitalista, no sólo desde las grandes generalidades de la vida social (la economía, la política, lo cultural y lo social) sino desde la vida cotidiana, desde las condiciones particulares de la reproducción social. El espacio privilegiado en que desarrolló este tipo de ideas fue el análisis de textos literarios, porque consideraba a la literatura como una reflexión crítica sobre la vida cotidiana. Ésta fue, según Valencia Gutiérrez, la mayor “actividad subversiva” del orden social que realizó Zuleta. Esta esfera de su actividad intelectual era la más importante de todas, por ser coherente con sus ideales y por el efecto que tenía entre aquellos que estuvieron marcados por su discurso.

Bibliografía
Echeverri, J. A. (1991). Estanislao Zuleta: ética y pedagogía. Revista Sociología (14), 20-24.
Urrego, M. A. (2002). Intelectuales, Estado y Nación en Colombia. De la Guerra de los Mil Días a la Constitución de 1991. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.
Valencia Gutiérrez, A. (2005). Estanislao Zuleta o la voluntad de comprender. Medellín: Hombre Nuevo Editores.
Valenzuela, W. (1990). Racionalidad y Democracia. En W. Valenzuela, Estanislao Zuleta 1935-1990 (1ra. ed., págs. 43-52). Tunja: Ediciones La Rana y El Águila.
Vásquez, T. (1997). La responsabilidad social del intelectual. En T. Vásquez, Conversaciones con Estanislao Zuleta (1ra. ed., págs. 183-192). Calí: Fundación Estanislao Zuleta.

Escritor: Marleny Arcila Aristizábal