Al iniciar el año, es común que algunas personas elaboren juiciosamente un listado de deseos con la esperanza de que en el transcurso del mismo se haga realidad y les cambie la vida. Ésta, es una práctica que además está atravesada por rituales diversos en los que suelen verse inmiscuidos personajes como los Reyes magos, los Ángeles, Pachamama, el niño Dios, Ganesha, Buda, entre otros, que no necesariamente corresponden a la cultura del pueblo que las realiza, pero con aquello de la globalización, parece ser que hablando de deseos, toda ayuda es bienvenida.
esto ¡las atrae!. De este modo, en las carteleras se observan lujosas casas, dólares, carros, aviones, Brad Pitt, George Clooney Madona, Britney Spears u otros amores imposibles, Dubai, Hawai y demás ilusiones. Otros, prefieren recurrir a su gurú de cabecera para que les lea la mano, las cartas, el chocolate, el tabaco, y hasta el ombligo, a fin de saber que les depara el futuro esperando que al fin les sonría la fortuna.
Hay otros un poco más pesimistas, aunque pueden confundirse con los anteriores, lo que puede deberse a la técnica usada para adelantarse al futuro, pero en esencia son diferentes, pues son un poco más tranquilos o pasivos diría yo. Me refiero aquí, a los que inician el año buscando el horóscopo con el objetivo de enterarse de lo que sucederá en sus vidas durante los próximos 365 días en su salud, dinero y amor; esto pues, para estar atentos, preparados y recibir como se debe lo que los astros les han destinado.
Unos cuantos o muchos, ¡Bien podría ser! son indiferentes al asunto del futuro, digamos despreocupados. Para ellos y ellas, (pues sucede a hombres y mujeres) pensar en lo que puede pasar en un espacio-tiempo distinto al presente no tiene mucho sentido, porque de hecho pensar no es una actividad a la que dedican mucho tiempo; lo que puede deberse a que perdieron la esperanza, a que nunca la tuvieron o simplemente a que no les importa. Digamos que desde su perspectiva un día más: es un día menos. ¿Sus razones? Las tendrán.
Hay otros tal vez más racionales, tal vez más escépticos o de pronto las dos cosas, que prefieren pensar en metas y planear lo necesario para conseguirlas. Ellos y ellas (hombres y mujeres, algunos más, pero no conozco estudios al respecto que me permitan ahondar la herida de género) tienen claro que son los dirigentes de sus vidas, que son sus decisiones y sus acciones las que hacen realidad aquello que se proponen.
Para estos últimos, la vida es algo así como un negocio. Se trata de una postura diferente, pues vivir es invertir, ganar y mantenerse, es decir ser feliz. Perder en cambio, es no invertir y tener una vida miserable o invertir equivocadamente sin ningún análisis, sin objetivos claros y casi siempre sin estrategias y conseguir resultados insatisfactorios, es decir ser infeliz. Cuando se trata de invertir, saben que se pone en juego el tiempo, el esfuerzo y el dinero para conseguir lo que se desea, lo que se ha soñado, aquello que pasó de lo abstracto a lo concreto cuando se planteó como una meta. Allí está la principal diferencia entre el que sueña y desea sin obtener resultados, y el que sueña, desea y traza un camino para conseguir lo que quiere.
De este modo, se deja de esperar lo que se predice para el futuro y se planea lo que será éste. Para hacerlo, igual que en los negocios, se debe empezar haciendo un análisis del punto de partida, esto es conocer qué somos, qué tenemos, cuáles son nuestras ventajas, cuáles los puntos críticos, cuál es el entorno, qué nos rodea y esto implica más que el entorno físico, también implica lo social, lo político y lo económico.
En la vida, como en los negocios, con el inventario hecho, se mira al horizonte y se proyecta lo que se quiere. Aquí es importante anotar que no solo lo que se quiere se debe proyectar, también aquello que incluso nos resulta un obstáculo para alcanzar las metas propuestas, pues no se puede dejar todo a la incertidumbre, porque sería igual que en los negocios, correr riesgos innecesarios. La razón de esto, es que si hay anticipación para los obstáculos entonces habrá soluciones que nos permitirán seguir conduciendo hasta la meta, pues como dice Godet “la anticipación invita a la acción” ya que además de pensar en lo qué puede ocurrir, se debe pensar en qué puede cada uno hacer al respecto y en el cómo hacerlo.
Así entonces, la estrategia y la prospectiva, siendo asuntos de los negocios tienen particular relevancia en la vida cotidiana, ello claro está si uno ha decidido vivir una vida con sentido, o en palabras de Godet una vida con dirección y significado. De tal manera que embarcarnos en una carrera, un empleo, un amor, una familia, un viaje…etc., será una empresa con fines claros y no un hecho fortuito o una impostura de un ser ajeno y hasta tirano.
Concluyo estas líneas recordándome, que vivir una vida feliz implica además de emoción y sentimientos, un ejercicio de movilización intelectual en aras de construir un futuro deseable, lo cual surge de proyectar, reflexionar, planear y ejecutar las acciones pertinentes para lograr lo que se quiere. Sólo de este modo, no nos veremos al finalizar el año renegando de Dios, del gurú, de los astros y del destino que nos confina a una vida miserable y en su lugar estaremos haciendo balances, revisando inventarios, examinando puntos críticos, anticipando, tomando decisiones y poniendo en marcha planes de acción para vivir la vida que queremos.
Escritor: Liliana Cortines Usquiano