Correr y correr de un lado para otro, puede decirse que es la constante del hombre actual. ¿Días más cortos?, ¿más obligaciones? o ¿una sociedad más exigente?, pueden ser todas o ninguna; el caso es que a medida que el mundo avanza, también lo hacen las necesidades del hombre. Si se parte de la premisa que una necesidad es un estado de carencia que sufre un ser vivo, podemos ver diferentes tipos de necesidades tal como las identificara Maslow (1965) en su pirámide, que en el fondo siguen siendo las mismas, lo que cambia y seguirá cambiando es la forma de satisfacerlas.
Si se parte de la premisa que una necesidad es un estado de carencia que sufre un ser vivo, podemos ver diferentes tipos de necesidades tal como las identificara Maslow (1965) en su pirámide, que en el fondo siguen siendo las que antes demoraban días e incluso meses, hoy se hacen en minutos y segundos: una carta ya no atraviesa el océano por meses para llegar a su destino; hoy, en tiempo real dos y más personas se conectan y se ven a través de redes sociales, internet y celulares.
Pero no solamente el campo de las comunicaciones ha cambiado, también los procesos dentro y fuera del hogar y de las empresas, cada vez más, las producciones se tecnifican y con ello exigen trabajadores mejor preparados; en el hogar las tareas se simplifican, y deben hacerlo, pues el mundo moderno exige más tiempo y dedicación de cada persona, bien sea hombre o mujer, no importa, pues el mundo moderno no se detiene a esperar a nadie.
Chain (2010) hace referencia a conceptos como los océanos azules, un mar de posibilidades de innovación al que deben entrar las empresas para conservar un segmento del mercado, porque si bien un producto puede llegar a ser muy novedoso, también es muy factible que miles de empresas quieran acogerse a su éxito e imitar la práctica o producto, por eso mismo, vemos en la actualidad productos con ciclos de vida más cortos.
Si bien, en la antigüedad empresarios como Henry Ford definían los productos que ofertarían en el mercado, decidiendo su forma, color y hasta el estilo, hoy, el mercado moderno utiliza todos los elementos de investigación y planeación estratégica que le permitan no solo aminorar los riesgos, sino que se produce en base a lo que los consumidores necesitan. Un ejemplo claro de esto son los diferentes usos que los consumidores le dan a los productos, a tal punto, que las empresas en vez de limitar estos usos, rediseñan sus productos para cumplir sus expectativas. Como ejemplo claro podemos ver los vertiginosos cambios que han tenido los teléfonos celulares desde su origen hasta hoy, han cambiado el tamaño de su batería, sus aplicaciones, sus colores, su funcionalidad y hasta precios, y a medida que pase el tiempo seguirán evolucionando.
Otro tipo de necesidades que dada su naturaleza general para todos los individuos, se pensaría que deberían ser estáticas, son las necesidades básicas o fisiológicas, pero, por el contrario, han cambiado bastante. Tomando el caso de la alimentación, se pasó de un menú de dos o cinco platos básicos a la semana, con una elaboración dispendiosa y complicada, a un sencillo proceso de mezcla de alimentos pre-elaborados; por ejemplo, ya no es necesario cocinar maíz, molerlo, amasarlo, armar y cocer arepas; ahora, simplemente se saca de un refrigerador la arepa precocida y en menos de cinco minutos está lista y en este proceso el consumidor ahorró cuatro o cinco horas. Pero no solamente son cosas sencillas, también lo son los servicios alimenticios, pues en la actualidad, el servicio de restaurantes es supremamente variado y abundante, al punto, que las mismas empresas ya cuentan con uno, para ahorrarles a sus trabajadores el tiempo de ir hasta sus hogares.
De todos los tipos de necesidades, el que más ha cambiado, es el de las necesidades sociales. En efecto, se pasa de tener dos o tres amigos cercanos y diez lejanos, con los cuales el individuo se ve poco, a 1000, 2000 y más amigos que interactúan a través de redes sociales desde sitios cercanos o remotos, algunos de los cuales nunca se conocerán personalmente. En conclusión, podemos decir, no sólo con Julio Verne sino con todos aquellos visionarios que imaginaron grandes cambios para la humanidad, que, tal vez, no imaginaron el ritmo y la velocidad con los cuales iría a cambiar la sociedad. Para bien o para mal la historia lo dirá. Porque, si muchas cosas han mejorado, también hay cambios que han producido efectos negativos, pero todos llegan para quedarse y rápidamente se vuelven imprescindibles para el hombre.
BIBLIOGRAFÍA
CHAIN, Kim y MAUBOURGNE Renée. Estrategia del Océano Azul. Editorial Norma. 2010.
MASLOW, Abraham. «Una teoría de la Motivación Humana». En Hitos en la Gestión Empresarial. España, McKinsey & Company Ediciones Apóstrofe, 1994, pp. 225-245.
TOFFLER, Alvin. El Shock del Futuro. Editorial Plaza y Janes. Barcelona. 1979.
Escritor: Olga Marcela Valencia Gómez
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