¿HACIA DÓNDE VA EL DEBATE SOBRE LA EDUCAIÓN?

 Es indiscutible que uno de los temas más polémicos de nuestra época es la educación; es bastante lo que se escribe al respecto, mucho lo que se propone y aún más lo que se crítica. La idea generalizada de que para transformar la estructura social, cultural y económica, es imprescindible la renovación del sistema educativo, no sólo tiene fuerza y muchos adeptos sino que también es producto del más sencillo sentido común. Lo curioso, es que aunque es una verdad totalmente legitima, la construcción de dicho sistema está lejos de ser articulada en Colombia; tal vez, porque siempre que se pretende pensar esta renovación, se hace desde la ciencia abstracta, desde la teoría, desde los intereses o estrategias políticas, desde el libre mercado, en fin; desde elementos exógenos a la práctica pedagógica.

Ahora bien, la cosa se complica cuando el espacio social que requiere una transformación educativa, es diverso, ya que ello quiere decir que las necesidades también son diversas y que la nueva escuela tiene que garantizar que todas sean satisfechas. No se puede pretender construir escuela en nuestro país, sin involucrar la variedad étnica y cultural; así como a la población en estado de discapacidad. El diálogo debe ser la antorcha de este proceso, y los docentes los articuladores, investigadores y ejecutantes.

En consecuencia, la participación del docente que trabaja día y noche en el diseño de una didáctica que responda a las exigencias y particularidades del espacio de interacción educativa en el que se desenvuelve, no puede ser descartada, porque no hay mejor inventor ni investigador que el que sufre en carne viva los malestares que produce la falta de su descubrimiento. Éste es quien puede con conocimiento de causa definir los criterios y las líneas de discusión sobre las cuales cimentar la construcción; además, de ser “testigo implicado” del malestar social de Colombia, reflejado en su precario y descontextualizado sistema educativo.

¿Cuáles serían entonces, esos criterios innegociables a la hora de exigir y construir un sistema educativo que esté a la altura de las necesidades y potencialidades de los colombianos; que además, orienten la discusión y participación de todos los sectores de la sociedad, y permitan que no se involucren intereses económicos que reduzcan la educación a una mercancía? Es difícil porque una simple boca no basta; sin embargo, en términos generales hablaré de cuatro líneas a modo de criterio, indispensables cuando se insiste en articular un nuevo sistema educativo.

técnico: Pensar una nueva escuela, requiere comenzar por pensar en los espacios físicos y estructurales en donde ocurre la enseñanza y el aprendizaje; la geografía social ha demostrado que la influencia en la significación y la construcción de identidad de un espacio en el individuo, es determinante; un espacio con el que podamos establecer redes de simbolización termina produciendo relaciones de afecto con el medio. Es importante que los espacios sean modificados en términos estéticos y civiles, es decir, el espacio debe

diseñarse para responder a las necesidades de movilidad, ubicación y comodidad de cada una de las personas y sus necesidades (Poblaciones con discapacidad); a su vez, que debe pensarse bajo una idea de integración, interculturalidad y reconocimiento del otro, lo que implica que cada rincón debe mostrar la belleza de la diferencia en igual magnitud e importancia (Imagínense el pasillo de un colegio soñado, en cuyas paredes y espacios encontramos cuadros de Van Gogh, pinturas de Da Vinci, esculturas pre – colombinas, muestras de arte indígena y contemporánea). Por último, es insoslayable el equipamiento tecnológico, en términos de herramientas que posibiliten la producción y el procesamiento de informaciones.

pedagógico: educando; aquí, la experimentación sería el proceso cognitivo favorecido, ya que un individuo que se mueve por instinto y curiosidad es un individuo que llegará hasta donde sea permito para cumplir con su objetivo; el papel de la escuela sería entonces, el de diseñar ambientes que motiven la indagación permanente del individuo de acuerdo con sus necesidades, y desde esa duda, desplegar los contenidos que le servirán para resolverla o para extenderla ( No son las mismas dudas las que abordan a un habitante en el campo, que las que abordan a un habitante de ciudad, o las que abordan a un habitante de la periferia) Al respecto, son muchos los vacíos y totalmente discutibles los planteamientos, pero en y por la comunicación se irían llenando de sentido y acción.

3. Campo ético – político – económico: Un nuevo sistema educativo debe diseñarse con el objetivo de empoderar políticamente a los educandos, con el fin de que pueda generar estrategias de cambio que permitan el surgimiento de una sociedad justa y equitativa. A su vez, debe estructurarse desde una ética del reconocimiento y de la comunicación, donde el educando este en una constante búsqueda de medios que posibiliten la interacción y el diálogo con la diferencia, con otras escuelas, con otras culturas, con otras vidas. En este punto es en donde cabe preguntarse en manos de quién, económicamente hablando, debe estar la educación de una sociedad ¿En manos de las grandes corporaciones, de la iniciativa privada o de un estado que sepa garantizar la calidad?.

4. Campo estético : Para que un educando pueda generar una estrategia de cambio es necesario facilitarle las herramientas, no sólo los medios físicos sino también las técnicas para utilizarlos y la sensibilidad para aprovecharlos; de ahí, que en una nueva escuela sea primordial la educación artística para explorar otras dimensiones de la naturaleza humana, despertar la racionalidad emocional que se esconde entre nuestras percepciones, y potenciar la habilidad y necesidad de producir significados para hacer pensar la belleza o el horror del mundo.

Son muchos los elementos que se me escapan, y que seguramente tienen que estar presentes en una discusión de este nivel. La educación de un país debe ser una preocupación de toda la sociedad y no solo de un sector; así que una de las exigencias más inmediatas de nuestra historia es comenzar a fortalecer con acciones concretas este debate. “Tenemos derecho a la Utopía” y es legitima la lucha de quien la tiene como estandarte.

Escritor: Julián Andrés Celis Roa

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