Implicaciones para la política familiar de los proyectos clave de política de tiempo. – 1 parte –

En Alemania y en otros países europeos que han iniciado proyectos de tiempo de la ciudad, los objetivos en materia generacional y de igualdad de sexos han tenido siempre un papel esencial. No obstante, el planteamiento de las políticas de tiempo se rige por unas intenciones que van mucho más allá. Incluye las infraestructuras sociales (escuelas de jornada completa, cuidado de niños pequeños, atención a la tercera edad), la transformación de los papeles de cada sexo en el trabajo, en la familia, a la política ya la sociedad, la organización empresarial del tiempo, el espacio público y las condiciones espacio-temporales de la vida de calidad.

Todo esto es la esencia de las estrategias de Los Tiempos de la Ciudad. Es un enfoque transformador que intenta atender las circunstancias vitales y las necesidades cotidianas individuales. Pero esta meta no se busca mediante la individualización (es decir, devolviendo la pelota a los afectados con los problemas del día a día), sino que propone ajustes estructurales de las relaciones espacio-temporales entre la actividad profesional, la vida personal y el ámbito local de individuos, familias y grupos.

Sólo observando, analizando y transformando la suma de estas relaciones con el criterio de la conciliación se puede sostener este concepto (tal como, según la información de que dispongo, se utiliza en el contexto italiano). Con el descubrimiento de la política de tiempo se ha hecho manifiesto que las intervenciones en este sentido reclaman un enfoque «integral» sistemático, si continúan como un único tipo de intervenciones (como una modificación los horarios de trabajo, del transporte público o de los sistemas de cuidado de niños) o se siguen limitando a determinados actores o áreas de competencia social, el más probable es que fracasen porque tendrán efectos no deseados sobre otros ámbitos. El esfuerzo de incrementar la calidad de vida no se puede limitar a la organización del trabajo, ni siquiera del trabajo remunerado como tal.

Se ha comprometerse con el concepto más amplio de trabajo, percibir y actuar sobre estos pilares con una mirada de complicidad y una amplia perspectiva en interacción con el resto de pilares, implicarse con un discurso serio y generador de actuaciones y una cooperación con otras actores creadores de sociedad, además de los habituales, los empresarios y el estado.

Estas conexiones se pueden establecer sistemáticamente si tenemos en cuenta el contexto en el que la sociedad de servicios y del conocimiento situará la ciudad en las próximas décadas. Se presentarán notables simplificaciones en los ámbitos de la actividad profesional, la familia y la comunidad local, así como en los efectos que tienen sobre los tiempos cotidianos de sus habitantes y usuarios.

La economía y el trabajo en transforman radicalmente su carácter. Se «deslimiten» en la dimensión espacial y temporal, se flexibilizan y se vuelven cada vez más inciertos para los trabajadores. El conocimiento y el hecho de «aprender a aprender», «Saber comercializar conocimiento» se convierten en un elemento vital para los individuos: hombres, mujeres, familias e incluso niños.

Los ciclos vitales pierden así los ritmos tradicionales y aceleran, y las fases de continuidad y reposo pasan a ser una excepción. El riesgo asociado al (no) conocimiento

«Quedarse descolgado» – es, para la sociedaduna amenaza de escisión. Pasa lo mismo con la falta de mezcla social y espacial de la población residente debido de la suburbanización, etc. Se asocian también (y no exclusivamente) problemas de justicia social.

Las transformaciones de la vida cotidiana conllevan, sin lugar a dudas, la oportunidad de disfrutar de más libertad e independencia, una libertad que beneficia tanto el individuo y el grupo como los sexos y las generaciones. Pero con la flexibilización, la aceleración y la actual amenaza a la que están sometidas las relaciones vitales, no se pueden abandonar a su suerte a los individuos y las familias. Si se abandonan, la pérdida de una tradición de lo cotidiano se traducirá en un estrés permanente y una progresiva heteronomització.

Las familias y los hogares ya se encuentran hoy en día en una situación paradójica. En un mundo laboral y personal flexibilizado e individualizado, se les exige más esfuerzo a la hora de establecer una cohesión social (como soporte de la «individuo flexible », como« límite »en situaciones profesionales amenazadas, como dilatado centro de trabajo y de aprendizaje).

Sin embargo, al mismo tiempo y por las mismas condiciones, su capacidad de adhesión continúa disminuyendo: transformación de la relación entre los sexos, cifras de divorcios, movilidad aumentada, descenso de la natalidad entre la población autóctona, modificación de los tipos de hogar, envejecimiento de la población, etc.

El previsible retroceso cuantitativo y el envejecimiento simultáneo de la población hacen probables medidas totalmente innovadoras en materia de solidaridad, tiempo, comunicación y vida cotidiana. Esto significa que la organización individual del día a día funciona como un juego de equilibrio temporal y que la «Unidad de lo cotidiano» (Helga Krüger) ha dejado de ser experimentable.

Son muchos los indicios que señalan que estas dificultades de la situación de las familias no harán otra cosa que aumentar en el futuro. La consecuencia podría ser, viendo las olas de inmigrantes que entran como compensación del descenso poblacional, una falta de mezcla y la amenaza de la cohesión social. La tendencia la desurbanización hace temer un retorno a las posiciones tradicionales en la relación entre los sexos.

Una disminución de la prestación de servicios de las ciudades amenaza las condiciones de desarrollo de la infancia. Todo ello pone en peligro los mismos fundamentos solidarios de la sociedad. Las fuentes, si se someten a una sobreexigencia cada vez más acusada, se acaban secando. Esto no sólo perjudica la cohesión social, sino también la productividad económica y la integración política.

Pero esta evolución es ambigua y en ningún caso falta de alternativas. Ciertamente, la forma tradicional está amenazada por la sobrecarga que hemos descrito, pero la individualización no significa únicamente la reducción en cantidad de las formas sociales tradicionales y la relajación de vínculos sociales que antes eran sólidos y duraban toda la vida.

Autor: Diana Perilla