Implicancias de la Construcción Histórico Social del Concepto de Infancia

Las relaciones entre niños y adultos se encuentran fuertemente atravesadas por el poder y la asimetría del vínculo. Podríamos ubicar al concepto de infancia como una construcción social variable a lo largo de la historia, dotado de diferentes significados según el contexto cultural y no tan sólo como una realidad biológica e inmutable.

Los niños conforman su identidad a través de las tramas discursivas que se consolidan en un período histórico-social determinado. Carli (2002) ubica a la infancia como un lugar en donde los niños se transformarán posteriormente en sujetos generacionales. Postula que este proceso se lleva a cabo a través de dos temporalidades, la primera relacionada al niño como un cuerpo en crecimiento y la segunda vinculada a un contexto socio histórico determinado.

La producción de saberes en relación al niño conformó la configuración de discursos acerca de la infancia. Según postula Carli (2002) “el niño fue un objeto modulado desde diversas perspectivas disciplinarias que condensaron avances científicos, cambios sociales y transformaciones culturales, y que dieron forma a nuevas visiones sobre la educación infantil.”

Siguiendo esta mismo línea Colángelo (2005) se propone en su texto, desnaturalizar la categoría de infancia para que pueda dejar de ser pensada como un concepto con fuerte anclaje en lo biológico y que pueda recuperar su multi determinación socio-histórica. De esta manera propone utilizar como denominación “infancias” dando cuenta de su complejidad y de la gran variedad de experiencias que transitan los niños en función a su origen social, cultural, de género,
etc.

Llobet (2011) postula la existencia de operaciones sociales de poder que construyen categorías de la realidad social, ubicándolos como naturales y legítimos, ocultando la exclusión de otros significados posibles: “Es necesario considerar como en distintos escenarios específicos y alrededor de problemas concretos, tales discursos permiten a los actores sociales significar, y lo de qué maneras, lo que
construirán problemas sociales.”

Carli (2002) se propone como hipótesis de trabajo analizar que la categoría de infancia en un período histórico determinado evidenciará la situación de los niños de la época como así también arrojará elementos de análisis en relación a la cultura política y pedagógica de dicha coyuntura. Colángelo (2005) plantea la existencia de diversas maneras de ser un niño dentro una misma sociedad: las diferencias van a estar planteadas en función a la variabilidad cultural, la desigualdad social (fundada en la existencia de clases sociales) y al género (Volnovich 1997)“entendido éste como el conjunto de características, propiedades y funciones que determinada cultura le atribuye a los individuos en virtud del sexo al que pertenece”.(pag.95)

Estas tres dimensiones son conjugadas en forma simultánea en los diversos grupos sociales. Colángelo (2005) pondera la utilización del método etnográfico utilizado por la antropología con el fin de  poder vislumbrar las distintas concepciones acerca de los niños, de sus vínculos familiares, prácticas de crianza, etc. que pueden presentarse en los distintos estratos sociales. Zapiola (2010) ubica la categoría “menores”, utilizada a partir de la década de 1870, a los niños y jóvenes considerados ajenos a las pautas de comportamiento, educación, trabajo, etc en relación a a los hijos de los adultos “normales” enmarcados dentro del discurso hegemónico.

A partir de fines del siglo XIX se evidenciaron debates en donde las élites reclamaban al Estado Nacional Argentino políticas públicas diferenciadas para este estrato de la población infantil. Las mismas se orientaban hacia la instauración de institutos de corrección y la implementación del patronato estatal para estos niños, demandas que se vieron posteriormente cristalizadas a través de la Ley de Patronato de Menores de 1919.

Villalta (2010) analiza el concepto de “abandono de niños” dentro del mismo contexto histórico y postula la valoración negativa que las clases dominantes realizan de las prácticas de crianza llevadas a cabo por las clases populares, quienes se encontraban alejados de compartir las mismas problemáticas y códigos culturales.

A través del análisis de sentencias judiciales de la época observa Villalta (2010) “la distancia social que mantenían quienes impartían justicia con aquellos cuyos comportamientos juzgaban”. En este contexto histórico quedan delimitados dentro del mundo infantil, la Infancia abandonada y delincuente y por otro lado la Infancia denominada “ideal”.

Se observa una fragmentación de políticas públicas según el tipo de niño/a y adolescente. A través de ellas se buscaba reducir el abandono de niños y se enfatizan los discursos relativos a las responsabilidades parentales. Se considera “Infancia Ideal” a aquella cuyos orígenes se remontaban a hogares “normalmente” constituidos y a los niños que asistían a la escuela.

Por otro lado se ubicaba a “la minoridad” definida por la carencia, la pobreza, la vagancia y la delincuencia. Esta última es considerada por las clases dominantes como una amenaza potencial al Orden Social.

Autora: Karina Anabel Antinori