Impresiones sobre la Educación Artística

Decidí ser Profesora en un país en el que al igual que otros, la profesión docente es muy mal mirada y pagada, con un sistema educativo cada vez mas cuestionable. Aún así fui mas allá y decidí especializarme en Educación Artística, área del currículo educativo que por sí sola concita un debate aparte: si son muy pocas o muchas las horas dedicadas a ello, más aún, si se debe enseñar el arte y cual es realmente su valor dentro de la formación académica de una persona.

Dentro de este debate tenemos posturas basadas en la investigación, a favor y en contra. Las primeras que destacan los aportes al desarrollo intelectual y emocional, y en contra, a todas aquellas que apuntan a una visión práctica y mercantilista, que ve en el desarrollo y la educación de nuestros niños y niñas, a la futura mano de obra, disfrazando sus oscuros deseos con argumentos que apuntan a que la verdadera felicidad del ser humano esta en recibir una educación que los lleve a profesionalizarse dentro de rubros que le permitan rápidamente escalar y obtener todos los bienes materiales que por consiguiente a la persona: una gran casa y un auto.

Todo es parte de un gran maquinaria con un fin, pero como no pretendo hacer un análisis sobre conspiraciones ni tampoco un artículo científico, solo deseo expresar mi visión, a través de mi lógica, volviendo al comienzo, al decidir dedicarme a la Educación Artística en un país como éste. Dejando a un lado el concepto que tenemos del Arte con A mayúscula y las definiciones que nos da la Academia, hablemos de la expresión plástica que se desarrolla, en nuestra especie humana, desde una muy temprana edad, desde que el infante es siquiera capaz de dar sus pequeños pasos y, con el primer elemento a su disposición (una vez que es corporalmente posible), comienza a dejar impresiones de sus huellas y primeros garabatos en las paredes de la casa, ante la molestia o el agrado de los padres. Desde ese momento es cuando la expresión, se transforma en el vehículo que confirma su existencia, de que ocupa como ente viviente, un lugar físico en el mundo. Si tomamos el ejemplo del niño buscando expresarse y lo trasladamos a nuestra historia como civilización, podemos ver que el arte ha estado siempre ahí.

Me gusta hacer el paralelo entre la mas tierna infancia con nuestra etapa pre histórica, en la que nuestros humanos primitivos veían el mundo con asombro, plasmándolo en las paredes de sus cavernas, y aunque no se sabe a ciencia cierta cuál era la intención en esto, podríamos hablar de fines mágicos también, me gusta creer que desde el primer trazo, comprendieron que ocupaban un lugar en el mundo y que podían armarlo y desarmarlo a su antojo a través del dibujo. Entonces, ¿cómo podemos si quiera cuestionar su importancia dentro de la formación académica de nuestros niños y niñas?

La expresión artística trabaja con la emocionalidad, la visualidad y las sensaciones, áreas importantes dentro del desarrollo de habilidades blandas, pero en el afán por relegarlas solo a ese sitial, se nos olvida la conexión que podemos generar desde las artes hacia las matemáticas, historia, lenguaje, incluso ciencias. La misión de las artes es dotar al alumno de las habilidades para afrontar las otras áreas del currículo. Rudolph Arnheim en su libro, Consideraciones Sobre la Educación Artística, nos habla de una »zona de servicio del edificio educativo», compuesto por tres elementos: la Filosofía, incorporando la Lógica, la Epistemología y la Ética; el Aprendizaje Lingüístico, necesario para comunicar el pensamiento y el Aprendizaje Visual y sus fenómenos, el cual relaciona directamente con la Educación Artística, y la organización del pensamiento.

Sin embargo, hoy vivimos en un mundo en donde los saberes se entregan de forma fragmentada, sin recordar que alguna vez los conocimientos estaban integrados como un todo. Olvidamos el carácter integrador de la Educación Artística y el aporte que ésta realiza en otras áreas del curriculum, mas aún la posibilidad de trabajar integradas, relegando el arte, su enseñanza y ejercicio, a un espacio netamente de relleno o solo como vehículo de »expresión de ideas y sentimientos», atribuyendole un fin livianamente terapéutico y ornamental.

’ de recibir una Educación Artística a diferentes escenarios de nuestra vida, entendiéndola como parte esencial del desarrollo de toda persona, desde apreciar una puesta de sol, hasta calcular la distancia necesaria entre nuestra mano y la manilla de una puerta al intentar abrirla, desde la ropa que escojo según la ocasión, hasta el comprender cómo el arrojar basura irrumpe con la armonía del paisaje, desde sentir la libertad de expresar nuestros sentimientos y emociones a través de una pintura, hasta encontrar la belleza de las formas y colores contenidos en los fractales, comprender procesos políticos, históricos y hasta filosóficos analizando la historia de nuestro Arte, hasta relacionarse mejor con el cuerpo y espacio físico tridimensional, mediante la manipulación de la …

Ante un panorama tan adverso, en el que es cada vez mas difícil, como profesores de Arte encontrar un espacio en el sistema formal de educación, que es el que está compuesto por casi la totalidad de nuestros estudiantes, ¿cuál debería ser nuestra estrategia? De mis años como profesional lo que mas rescato ha sido comprender que el campo profesional de un educador va mas allá de la sala de clases. La misión: ampliar el rango de acción. Para avanzar hay que visibilizar nuestra especialidad. Llegar con ella a la comunidad y hacer patente la importancia de
ésta para nuestras vidas.

Escritor: Pamela Gonzalez Millacura

Los comentarios están cerrados.