INCIDENCIA E IMPACTO DE LA CRISIS PARA LA INMIGRACION EN ESPAÑA Y CATALUÑA

Para España, la crisis económica provocó de manera general y a partir del año 2008, un claro descenso de la entrada de inmigrantes y un incremento de los retornos al país de origen de los extranjeros ya residentes, de forma legal o ilegal en la península ibérica. Esto no significó en absoluto la anulación del flujo inmigratorio debido a la existencia, por un lado, de reagrupamiento familiar y, por otro, de inmigración laboral que el mercado español, con menos cantidad, sigue pidiendo y resolviendo mediante la contratación en origen.

Según el Delegado del Gobierno en Cataluña, Joan Rangel, las oficinas de Extranjería resolvieron 197.380 solicitudes de regulación durante el primer semestre del 2008, lo que representa una disminución de casi 50.000 frente al mismo período del año 2007, cuando se resolvieron un total de 500.000. Al hacer un análisis similar en los permisos de trabajo en origen constatamos que entre enero y junio del 2008, se otorgaron 15.498 permisos, frente a los 34.169 del 2007. Todo parecía entonces que la inmigración iba claramente en descenso.

Principalmente y en estrecha relación con el estallido de la crisis, el descenso de solicitudes de empleo ha sido especialmente significativo en el sector la construcción. Los inmigrantes se han trasladado al sector servicios.

Particularmente Cataluña y en especial Barcelona, siguen siendo el primer foco de llegada de inmigrantes de España. En todo el territorio, se contabilizaron 187.384 peticiones de información sobre trámites de extranjería en el primer semestre de 2008[2].

La comunidad Inmigrante es una realidad en España y su impacto en la economía ha sido muy importante. A pesar de tener detractores, gran parte de los estudios y debates que genera este tema lo consideran positivo. Así lo demuestra la conclusión del informe INMIGRACIÓN Y ECONOMÍA ESPAÑOLA: 1996-2006 realizado por Sebastián M. en 2006, donde el autor plantea “El impacto directo sobre el crecimiento del PIB ha sido muy positivo.  En los últimos diez años, más de un punto porcentual del crecimiento medio anual se puede asignar a la inmigración, es decir, casi el 30%. En los últimos 5 años, este efecto ha sido todavía superior, superando el 50% (1,6% sobre 3,1%).” Más adelante el mismo autor explica, “Su impacto positivo no es sólo vía población, sino que también elevan la renta per cápita, gracias a su tasa de empleo. La inmigración también tiene efectos económicos indirectos: Eleva la actividad de los nativos (mujeres). Reduce la tasa de paro estructural (flexibilidad). Mejora la movilidad, reduce los desajustes estructurales (“mis match”).

El fenómeno de la disminución de la inmigración continuó manifestándose al punto que en 2010, la secretaria de Estado de Inmigración y Emigración Anna Terrón explicó durante su intervención que la entrada de nuevos inmigrantes a España “se ha reducido a prácticamente a cero” debido a la crisis económica y las consecuentes dificultades para encontrar empleo. Según Terrón, “estamos ante un cambio de ciclo migratorio” iniciado en 2010, que fue “el primer año en que por primera vez disminuyó la presencia ilegal de extracomunitarios en nuestro país”. A decir de Terrón se ha planteado un modelo migratorio basado en la relación entre inmigración y empleo que legitima la entrada y residencia de extranjeros en el país, y que ha tenido un buen funcionamiento. Anna Terrón aseguró que actualmente existen “pocos problemas” en España relacionados con los inmigrantes y su relación con el entorno y apuntó que “la actitud de la sociedad española es enormemente constructiva”, lo cual no está en concordancia con las políticas gubernamentales hacia los inmigrantes.

Autor. Moises Bolekia

Por otro lado, Josep Oliver, codirector del Anuario y catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, explicó que en 2009 apenas creció la población inmigrante en España. Hasta antes de 2007, la inmigración aportaba un crecimiento poblacional anual extraordinario, consistente en unos 550.000 inmigrantes por año. La crisis fue ralentizando este avance (400.000 en 2008 y 100.000 en 2009) hasta 2010, cuando se hablaba de “crecimiento cero” con la llegada de apenas 6.000 extranjeros. Es notable destacar que esta “frenada” fue “asimétrica”, pues del total de inmigrantes incorporados en 2009 y 2010, la mayoría fueron hombres mayores de 35 años o mujeres, lo cual afecta el mercado laboral español.

Para España la estrategia económica de basar su crecimiento económico en los sectores intensivos en mano de obra, provocó que la crisis se manifestara como una crisis de ocupación. En 2008 se registró un considerable aumento del desempleo donde se cuantificó no sólo las pérdidas de ocupación, sino también al crecimiento de la población activa. Es importante resaltar que la tasa de paro de los trabajadores inmigrantes creció casi el doble que la de los nacionales. Concretamente, el paro se incrementó 8,9 puntos porcentuales por los primeros, situándolo al 21,3% en este colectivo, mientras que sólo creció 4,6 puntos por los segundos, con una cifra del 12,5% de desempleo. Sin embargo estos indicadores pudieran estar sesgados por el hecho de que se incrementó el número de nuevos efectivos de población activa, mucho más en extranjeros que en españoles[5].

Se estima que uno de cada tres extranjeros se ha quedado sin trabajo debido a la crisis en que se encuentra España. El Gobierno presentó en el Consejo de Ministros una reforma del Reglamento de Extranjería en junio de 2010 para facilitar los trámites de las renovaciones y reducir las exigencias. Esta medida podría beneficiar alrededor de 200.000 inmigrantes Se estima que uno de cada tres extranjeros se han quedado sin trabajo debido a la crisis en que se encuentra España, el Gobierno presentara en el Consejo de Ministros dentro de dos semanas aproximadamente la reforma del Reglamento de Extranjería para facilitar los trámites de las renovaciones y reducir las exigencias. Esta medida podría beneficiar alrededor de 200.000 inmigrantes[6]

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