Japon despues de la Segunda Guerra Mundial

El 2 de septiembre de 1945 Japón firmó la capitulación frente a los Estados Unidos para poner fin a la Segunda Guerra Mundial, luego que las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fueran arrasadas por dos bombas atómicas. El resultado de este único ataque nuclear que ha registrado la historia de la humanidad fue de 246.000 personas fallecidas y 130.000 heridas. La principal causa de muerte entre quienes sobrevivieron al bombardeo lo constituyó el desarrollo de leucemia, así como otros tipos de cáncer derivados de la exposición a la radiación.

El 69% de los edificios de la ciudad de Hiroshima fueron destruidos, el alcance total de la explosión recorrió cerca de 16 kms. De distancia y según reportes de las autoridades estadounidenses, 12,1 km2 desaparecieron. Fotografías de la zona afectada antes y después de las bombas, muestran unas leves líneas divisadas desde el aire que suponen fueron alguna vez las calles de la ciudad. El fuego lo devoró todo a su paso.

Arrasó vidas, familias, edificios, casas. Cualquier cosa que se interpuso en su camino desapareció. Significaba el fin de una guerra pero, ¿también el fin de una nación? Seguramente, eso se pensó. ¿Podría esta nación destruida por el fuego y derribada por la muerte empezar de cero? Quizás el mundo entero creyó que no, pero los japoneses apostaron a algo diferente.

En los años sucesivos, Japón se convirtió en noticia mundial, no porque perdieran la guerra ni tampoco porque las bombas atómicas hubieran caído sobre ellos sino porque contra todo pronóstico, Japón se erigía como una potencia mundial económica y comercial. Se empezó a hablar del “Milagro Japonés”.

La alternativa de la nación nipona de cara a su realidad no fue la de la amargura, el conformismo o la retaliación. Antes, eligieron el camino del trabajo y la educación. Tal vez, la capitulación que les obligaba de forma permanente a nunca más volver a crear o manipular material bélico pudiera haber incidido en su decisión de reorientar sus recursos económicos hacia áreas productivas y pacíficas, no obstante, la filosofía japonesa se convirtió desde entonces en referencia obligada de lucha, constancia y determinación para el resto del mundo.

El ejemplo de Japón pone de manifiesto una importante lección que desafortunadamente a esta población, le tocó aprender a la mala, pero que de un modo menos violento muchas personas también han tenido que experimentar.

Frente a la ruina, la derrota y hasta la pérdida, siempre existirán dos opciones: quedarse en el suelo o levantarse. La elección es personal e individual y lo que se haga con ella, será responsabilidad absoluta de quien la toma no de los eventos que la llevaron a decidir.

Japón tomó la opción de aprovechar este desastre para transformarlo en una oportunidad. Si se propusieron o no ser una potencia en el mundo sería difícil de determinar pero lo que no tiene dudas fue su deseo de levantarse, de sobreponerse a lo perdido y seguir adelante en mejores formas de las que habían conocido hasta ese momento.