KILL KAT

Nestlé es por excelencia una de las empresas más boicoteadas del mundo, no obstante, esto no es una mera casualidad. La multinacional suiza está rodeada de escándalos desde sus inicios, no sólo por el tema de la desforestación y el cultivo del aceite de palma en los bosques de Borneo, sino que también por su control déspota de la escasez del agua y su embotellamiento por un valor mucho más elevado que su verdadero precio -no sorprende que el mismo Peter Brabeck-Letmathe, ex-presidente de Nestlé, crea que el agua no es un derecho, sino un valor de mercado que tendría que ser privatizado- incluso, la venta de leche como substitutivo de la lactancia materna a madres del tercer mundo, es una de las muchas prácticas inmorales que, todo y provocar la muerte de niños en los países más pobres, no han conseguido el eco suficiente en los medios de comunicación.

Gracias a Greenpeace y una mala gestión de la comunicación corporativa de la empresa alimenticia, Nestlé tuvo que desvincularse de la mayoría de las acciones de sus proveedores -en este caso, Sinar Mas, Wilmar y Cargill- después de haber negado con anterioridad toda vinculación con estas empresas, acusadas en varias veces, de la desforestación de los bosques tropicales de Indonesia y la destrucción del hábitat de una especie protegida como son los orangutanes.

Nestlé fabricaba la chocolatina «Kit Kat» utilizando el aceite de palma, un aceite vegetal de bajo precio muy demandado en la industria alimenticia, para cuyo cultivo se están talando las selvas de Indonesia. La ONG ambientalista lanzó en 2010, una campaña online que consiguió que miles de usuarios de Facebook y Twitter protestaran compartiendo un vídeo promocional en el cual se sustituía la chocolatina por los dedos de un orangután y un logotipo donde se podía leer «Killer» en lugar de «Kit Kat»; incluso muchos usuarios se plantearon el boicot total a la empresa, además de protestas y manifestaciones en sus sedes alrededor del mundo.

Cabe destacar que Nestlé no es la única empresa que ha utilizado los servicios de estas subcontratadas para la fabricación de sus productos; Oreo y Gillete son dos ejemplos más de empresas que utilizan el aceite de palma para la fabricación de sus manufacturados; el aceite de palma se utiliza, además, en el sector de los cosméticos y de carburantes; cosa que hace difícil imaginar la gran cantidad de multinacionales que se benefician de esta destrucción tropical en beneficio económico -del cual los consumidores, somos los cómplices directos- .

En los primeros días de la protesta, Nestlé pidió a Google la retirada del vídeo de Greenpeace alegando a la violación del copyright, también amenazó con borrar los comentarios de los usuarios de las redes sociales y utilizar mesuras legales en contra, cosa que ensalzó aún más el sentimiento de rechazo del público; la censura que aplicó la compañía funcionó como altavoz en los mass-media y activó y dio a conocer el fenómeno del «activismo de sofá». Es evidente que la primera reacción lógica que tendría que haber tenido la multinacional es la de pedir perdón, no esconder ni desmentir la vinculación con terceros, además de reparar de buen inicio la imagen de la empresa, nunca utilizando la censura, cosa que provocó un efecto rebote.

¿Cuántas personas conocían el problema de los bosques tropicales de Indonesia antes de este escándalo?; las redes sociales e Internet han ayudado a hacer mucho más complicado el hecho de silenciar muchas de las actividades fraudulentas de las diferentes empresas internacionales. Nestlé es una empresa que ha crecido mucho gracias a los principios de la liberalización del mercado, gracias a los Chicago Boys y su ideal capitalista de libertad, no obstante, este mercado cada vez es más claro a los ojos de los consumidores, hoy en día con mucha más voz enfrente los oligopolios y las tiranías burócratas.

El conocido como activismo de sofá, quienes detrás de un ordenador siguen, ayudan o lideran causas sociales o el simple hecho de protestar desde casa a través de una pantalla, son herramientas muy eficaces hoy en día, i no es nada extraño que temas como la «militarización de Internet» o el famoso «terrorismo cibernético» estén en boca de los más poderosos.

Escritor: Oriol Muntada Cirac

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