La búsqueda de justicia en el proceso educativo

Si no fuese por las demandas estudiantiles de los últimos años me aventuraría a decir que las preguntas respecto a qué tipo de educación queremos no formarían parte del discurso de una generación o de un amplio sector de la sociedad. En este sentido, para los/as futuros profesores/as la interrogante no es sólo frente a qué ideal de educación queremos, sino que debemos profundizar en pregúntales qué escuela queremos, qué entienden por un buen/a profesor/a y, en específico, un buen profesor de Historia y Ciencias Sociales.

Las interrogantes y sus respectivas respuestas se van entrelazando entre sí y poco a poco se comienza a consolidar un ideal que nos movilizará constantemente. A continuación, se expondrán algunas respuestas a tales preguntas. Al preguntarnos qué tipo de educación queremos ésta debe entenderse como justa, es decir, la educación debe garantizar que los procesos educativos entreguen a todos y todas las mismas posibilidades de acceder a ella y de formase para la vida social; La justicia entendida no sólo en términos jurídicos, sino como un ideal de formación e integración social.

Al tener una educación justa garantizamos no sólo que todos accedan de la misma manera, sino que las posibilidades personales de crecimiento (ético, económico, educativo) se vuelvan colectivas. Asimismo, al tener una educación justa se lograría uno de los desafíos que más busca nuestra sociedad, la equidad. No basta con inyectar más recursos en educación, sino que se debe lograr que la racionalidad que moviliza a ésta vea en la justicia un elemento central y articulador. ¿Cómo materializar de mejor manera tal premisa? volcándonos a las escuelas y mirándolas no sólo como espacios de convivencia escolar o como meros establecimientos educacionales, la escuela no sólo es una réplica de la sociedad sino que también se reconstruye constantemente así misma. Es decir, la escuela también genera sus propios códigos, relaciones sociales, mitos, etc.

Un segundo elemento tiene que ver con cómo se mira a sí misma la escuela, éstas deben ser espacios que reconozcan sus debilidades y fortalezas, el no mirar los errores ha ido agudizando éstos mismos. La escuela ante todo debe ser un espacio auto reflexivo, que desde esa reflexión genere una identidad consolidada y clara frente a su misión. Al tener una escuela que asuma su complejidad ésta podrá dar el siguiente paso: el de poseer un rol activo en la instalación de una educación justa, sin olvidar sus particularidades, sino más bien remirando la justicia en función de éstas desarrollando un rol activo a la hora de mirar su cultura escolar.

Para algunos autores la escuela se ha vuelto un lugar que está en constante lucha con la cultura juvenil, éstos consideran la cultura escolar como un espacio sin arraigo para los/las estudiantes. A pesar de aquello, el aula nos muestra que la escuela es un espacio dinámico y, por tanto, se ve permeado por los intereses de los y las jóvenes, generando una cultura escolar que va más allá de la idea tradicional que entiende la escuela como un ente normativo, sino como un espacio sociocultural heterogéneo y diverso. La identificación de estos elementos pone en escena a uno de los actores claves del proceso: los/as profesores aprendizaje como inacabado y multidireccional.

Bajo tal planteamiento el rol del docente es estar siempre activo y atento a todo lo que pasa en la escuela, no sólo a enseñar, sino a revisar constantemente el cómo lleva a cabo tal proceso y cómo eso lo va configurando a él. El rol del docente es, desde mi perspectiva, el de un observador crítico; tras la autoreflexión mira la escuela y la sociedad en búsqueda de aquellos elementos que den paso a la construcción de un aprendizaje significativo, involucrando las vivencias de los/las estudiantes con los saberes académicos dando paso al desarrollo de habilidades de forma autónoma que den herramientas a los/las estudiantes para enfrentar las necesidades y exigencias del mundo actual.

Al comprender que el docente tiene un rol activo, se ve a la enseñanza de la Historia, Geografía y Ciencias Sociales como un lugar privilegiado, ya que posee elementos que encaminan de mejor manera la búsqueda de la justicia. Procedimientos como la comprensión de la causalidad histórica, nos permite invitar a nuestros estudiantes a re-observar su realidad y lo que quieren de ella para así ir generando preguntas o propuestas que busquen mejorarla. Al mirar el rol del profesor/a de Historia como un observador crítico tanto del presente como del pasado damos el paso para que la justicia se presente de forma más concreta en la sala de clases, desde la enseñanza de la Historia la justicia será entendida como el acceso igualitario a las distintas formas de mirar un hecho histórico, lo que nos llevará a comprender que éstos son subjetivos y productos de una construcción social, al igual que el presente y el futuro.

Escritor: Yasna Flos Jara