LA CREATIVIDAD COMO ELEMENTO REFLEXIVO EN LA PEDAGOGÍA DEL DISEÑO

El acercamiento a la reflexión de la creatividad como elemento esencial en el ejercicio de la pedagogía del diseño, debe llevar a considerar una serie de elementos, factores y puntos de vista que enriquecen la labor docente en términos de la expansión de criterios con los que se aborda el ejercicio de proyectual del mismo, lo que pondera unas de sus características más importantes en el desarrollo de su ejercicio profesional y su labor pedagógica: su gran campo de acción y la posibilidad de abordaje y posterior aporte desde múltiples miradas.

La creatividad plantea un campo de acción y reflexión en varios ámbitos académicos, principalmente en la consideración de la misma como un factor con enorme potencial para el desarrollo de pensamiento, con un gran campo de análisis y ejecución en distintos ámbitos, desde los personales a los académicos y profesionales; se puede considerar su importancia en el planteamiento de aspectos metodológicos que permiten comunicar de manera precisa elementos imaginativos e inventivos personales, en una dinámica contextualizada, es decir, pasar de las ideas a los proceso creativos e inventivos.

En el ejercicio académico la creatividad adquiere carácter de potenciadora de estrategias metodológicas, especialmente desde el abordaje tradicional de procesos de enseñanza-aprendizaje, donde se destaca un gran campo de acción y reflexión. Uno de los propósitos de la reflexión constante de la creatividad es la búsqueda de nuevos enfoques para cambiar el rumbo del planteamiento de soluciones a situaciones problema y la manera de concebir los mismos.

Es importante reconocer que desde la experimentación o juego con cierto tipo de ideas o elementos de orden personal, el diseñador adquiere cierto método con el que considerará el abordaje de situaciones o desafíos posteriores. Esta experiencia adquiere el carácter de discurso propositivo desde ciertos imaginarios personales, éste se manifiesta en términos de configuración de un estilo o proceder personal; este proceder no se encuentra sesgado a la experiencia, es más, da cabida a la generación de nuevas interpretaciones en función de nuevos retos técnicos, sociales y culturales que el diseñador encuentre en su accionar. Si el diseñador no contara con esta capacidad reinterpretativa, las soluciones a nuevas situaciones problémicas o necesidades se podrían dar por descontadas, pues estaría procediendo sin diferenciación ni acto creativo.

Conceptos personales como la valoración de la belleza y la utilidad de algo, se encuentran condicionados por los paradigmas existentes (personales o sociales), de manera que el diseñador, al ser consciente de esta circunstancia (de cierta manera condición), cuenta con la capacidad y el nivel de argumentación para intervenir, bien sea para acoplarse a dichos paradigmas, o para usar estos elementos en función de brindar una nueva mirada, que puede o no, romper con estos esquemas. La concepción que cada diseñador establece para responder a ciertos requerimientos desde una perspectiva reproductiva, innovadora, imaginativa o tal vez creativa, responde a parámetros que pueden o no, encontrarse en niveles conscientes o subconscientes, como lo son:

 Factores físicos, biológicos y mentales individuales y colectivos. Procesos recursivos que retroalimentan ciclos y admiten el azar, el accidente y el cambio. Construcción y concepción del mundo y las relaciones con éste. Desde la imaginación, solo falta observar con detalle cómo por ejemplo los niños cuentan con una gran facilidad para crear amplias gamas de mundos de invención donde ocurren constantemente varios fenómenos que en sí son difíciles de explicar, se evidencia entonces una especie de genialidad del niño para poder involucrarse y desinvolucrarse de estos mundos, es decir, no pierden el referente real con facilidad.

Desde luego, es difícil que un niño, aunque identifique fácilmente la diferencia entre el mundo real y el mundo de invención, sea consciente de estar involucrado en un nivel de simulación; cuando se logra esta apropiación, se puede comenzar a hablar de simbolismos, que es en sí un salto imaginativo, ya que asocia elementos ficcionales con un posible papel en el mundo real, tal vez allí se configura la imaginación creativa. En este juego dinámico de la imaginación creativa, comienza a involucrarse una serie de elementos que pueden estructurar una metodología creativa como:La aceptación de una amplia gama de sustitutos, algunos de ellos sin semejanza alguna, donde hay un desvío evidente de caminos previsibles. La imaginación creativa da cabida a las transformaciones de sí mismo, de otros y de los entornos de referencia, comienza a haber un tipo de juego de rol. Este rol requiere en la consideración de la metodología general del proyectar en diseño, que los individuos adquieran un papel en el mismo, negocien condiciones y términos generales, de tal manera que estos elementos se entiendan en este mundo pero no pierda el referente real, puede relacionarse con una especie de simbolización colectiva.

 Mientras que para algunos individuos existe una marcada referencia hacia las formas existentes en los objetos reales, otros cuentan con la capacidad –o facilidad- para usar el objeto real como punto de partida al que se le asignan nuevos significados, tanto que al dejar de interactuar con él, continúan generando entidades en su mente.

Es razonable considerar la creatividad no como un proceso místico e irracional sino uno donde constantemente se organizan y reorganizan pensamientos, imágenes, interrogantes, sueños, esquemas, comentarios, argumentaciones y notas, que poco a poco estructuran una especie de “mapa cognitivo” donde se captan perspectivas desde diferentes puntos de vista y mediante los cuales el individuo creativo va asignando un orden subyacente en función de una solución intrínseca a una o varias posibilidades de intervención desde el diseño. Desde la potencialidad de exploración, estudio y reflexión en el quehacer pedagógico del diseño, el individuo creativo se motiva y enriquece al ser expuesto al trabajo por problemas y proyectos, cuando asume este papel, él mismo determina las capacidades o dominios (técnicos, contextuales, culturales, argumentales) que considera necesarios, así mismo los explora, desarrolla y perfecciona.

Por momentos surge la necesidad del trabajo por pares o en equipos que siempre en el marco del propósito inicial, adquiere un ritmo y una dinámica que se sale de consideraciones lineales y adquiere un carácter por momentos “misterioso”, es de resaltar algunos elementos propios de la personalidad del individuo creativo, como el amor por su trabajo, la intención de emprender aventuras solitarias, y la sensibilidad a los elementos motivacionales y al afecto, lo que denota un alto carácter socio-cultural en sus respuestas creativas.

Escriotor: Camilo Andrés Pérez Vargas