LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD A TRAVÉS DE LA INTERNALIZACIÓN DE LA TECNOLOGÍA

El hombre se constituye esencialmente como el homo-socius, lo que implica que éste hace parte de un todo estructurado por él mismo y que se construye constantemente gracias a sus acciones. Ese todo es la sociedad; la cual cimentada en la constante institucionalización de universos simbólicos creados por el lenguaje, se ha racionalizado y se ha convertido en la realidad; de tal modo que ningún ser social escapa al todo. Ahora bien, actualmente asistimos a la legitimación de uno de esos universos simbólicos que desde hace más de dos siglos ha venido transformando la realidad social de los individuos; dicho universo es la tecnología; la cual, en una temporalidad que sobrepasa la asimilación y comprensión de los sujetos se ha insertado en la subjetividad de los mismos generando nuevas formas de percibir las instituciones sociales que se han estructurado a lo largo de la historia de la sociedad.

Es así que se hace necesario pensar qué papel juega un constructo como la tecnología, en tanto ésta adquiere cada vez más una dimensión simbólica que se institucionaliza en la sociedad. No debemos olvidar que el sujeto contemporáneo se identifica con la tecnología y que así mismo la hace parte esencial de su realidad subjetiva. Tanto así que puede llegar el momento en el cual la sociedad adquiera una nueva proporción como realidad objetiva.

Desde esta perspectiva, no hemos de olvidar que, la tecnología determina la sociedad contemporánea; internet, televisión, radio, prensa, empresas y espectáculo, entre otros muchos se configuran a partir de su relación con la tecnología y de hecho se constituyen como tecnología inherente a las necesidades del sujeto. En este sentido el sujeto esta mediado por los objetos tecnológicos y hace de ellos un mecanismo para relacionarse con el mundo social y real; por otra parte la tecnología se instaura como un instrumento para el desarrollo económico de los mismos en tanto, el conocimiento científico y técnico se ubica en el contexto de la producción.

Producción que lleva al consumo innumerable de artefactos innecesarios y productos electrónicos perecederos que no tienen otra función que afianzar en la conciencia del sujeto su reiterada dependencia de una tecnología mal comprendida. Indudablemente en algún momento de la historia y de la construcción de una sociedad que conformara el universo de los individuos fue necesaria la tecnología, como una herramienta capaz de facilitar y de mejorar las condiciones de supervivencia del hombre; no obstante, la función integradora y multidisciplinaria de la tecnología ha venido acaparando una realidad que se deshace en medio de la poca aprehensión de la subjetividad y la identidad de los sujetos contemporáneos. Es más, el sujeto del mundo actual carece de conceptos, de universos simbólicos que le permitan distinguir el mundo real, de un mundo creado a partir de ficciones; un mundo que es incapaz de definir roles y de permitir al hombre interaccionar con su ser natural cultural y social.

Por lo tanto, es necesario reivindicar el papel de la tecnología percatándonos de su influencia en la objetividad de las instituciones que conforman nuestra sociedad, debido a que el sujeto ha dejado de poseer una subjetividad que le permite asimilar los acontecimientos reales que circundan su entorno. Las catástrofes naturales, la alienación, la fragmentación de la cultura, etc. Son elementos que pasan desapercibidos en medio de la objetivación de la tecnología como un todo capaz de configurar una sociedad de sujetos racionales, que en medio de todo requieren urgentemente de significaciones y de hechos concretos que le permitan existir con su yo y con el otro. Al final de cuentas no es fácil, que el sujeto sobreviva sólo con la ficción de la realidad y un ejemplo claro de ello es la crisis social, política, cultural y económica que presenciamos todos los días a través de la misma tecnología y de hecho a través de nuestra propia experiencia como seres vivientes.

Es necesario, entonces resaltar que nuestras máximas instituciones sociales se desdibujan y colapsan; la familia, la educación, el trabajo, son entre otras instituciones que sufren a causa del abismal poder de la tecnología como universo simbólico. Como un universo legitimado por la arrogancia del capitalismo y por la fortaleza de la continua desazón en la que vive el ser humano; como un sujeto incapaz de definir una realidad acorde a sus verdaderas necesidades; como un sujeto deslumbrado por la potestad que ejerce en él un universo sin límites pero con grandes vacíos como es la tecnología.

En conclusión, no se trata en este caso de satanizar a la tecnología como un universo simbólico capaz de construir la realidad; sino de repensar el valor intrínseco que implica el uso indiscriminado de la misma. De retroalimentar el sinnúmero de conceptos y significados que subyacen a ella. Y aunque ésta avance a pasos agigantados en relación con nuestra percepción de lo real, se trata de que el ser humano este en capacidad de penetrar racionalmente el mundo de la tecnología como un constructo objetivado susceptible de subjetivación.

Escritor: Eileen Bernal Garzon