Sobre la sabiduría

 El texto presenta una corta reflexión sobre la sabiduría, teniendo como referente principal las Epístolas morales a Lucilio, de Séneca (1986. Tomo I). La sabiduría es el logro del hombre que reflexiona sobre sí mismo y su entorno, con el propósito de transformar su modo de vida por otro que busque el supremo bien convirtiendo el actuar humano en una estética de la existencia, es decir, la filosofía enseña a vivir bien pese a la aflicciones morales de la vida.

Para buscar la sabiduría el hombre trasciende las costumbres, tribulaciones, vicisitudes, vicios, sentimientos, y pasiones de la vida que perturban el alma y no dejan avanzar por las limitaciones que imponen a la libertad. Esto no significa que en el hombre que filosofa haya una abstracción de la realidad como si los sucesos o eventos no lo afectaran o no tuviera sensibilidad o que nada lo afectara. Todo lo contrario. Enfrenta la realidad con fortaleza pese al conjunto de circunstancias y contingencias en las cuales se dan los hechos sociales. El conocerse a sí mismo es necesario para toda persona que busca sabiduría porque da las herramientas para controlar los vicios y afrontar los dardos de la fortuna que llegan de forma aleatoria acorde a las circunstancias del contexto social y político del lugar.

En las Cartas a Lucilio es reincidente la exhortación de Séneca a Lucilio a buscar la sabiduría y el conocerse a sí mismo para que la filosofía dote de sentido la existencia. Y es que el cuidado de sí tiene sentido en el Imperio romano en la época de Séneca. Paul Veyne es esclarecedor al respecto, al decir sobre aquel tiempo: y el aprendizaje de la retórica como red protectora o velo de la decencia; en que la lucha de todos contra todos era sin fe ni ley; en que el clientelismo remplazaba al reglamento; en que la supervivencia física era tan aleatoria como en una población civil ocupada por milicias armadas; una vida no cuenta, se bebe como un vaso de agua; en que los amos vivían con sus esclavos como un domador en la jaula de las fieras: los azota pero ellos pueden devorarlos (1996 260).

En un contexto como ese qué queda? Buscar la sabiduría y la interioridad del yo, el refugio en sí mismo. Es decir, conquistarse uno mismo y meditar sobre la muerte para que las penas no nos cojan de sorpresa ni desprevenidos. Es reconocer la finitud humana. La filosofía en este sentido es una preparación para afrontar con dignidad y valentía los retos de la existencia. Vemos aquí una correlación entre la filosofía como forma de vida y el contexto del Imperio romano que hace que el hombre se encuentre a sí mismo. El propio Veyne parece confirmar dicha afirmación al decir al final de Seneca y el estoicismo que “[…] las cartas deben leerse ante ese fondo de temor a sí mismo y a los demás” (1996 260). Y no es gratuito que el propio Séneca tenga una epístola sobre el suicidio como posibilidad de libertad.

El libro VIII, en la epístola 70, titulada Causas que pueden justificar el suicidio, señala nuestro autor que “Así que no se puede decidir de forma general si hemos de anticiparnos a la muerte o aguardar su venida; en el caso de que una violencia externa nos conmine con ella; existen diversas circunstancias que pueden decidirnos por una u otra alternativa” (1986 399. Tomo I). Más adelante enfatiza en la libertad, en la posibilidad humana de elegir entre quitarse la vida o esperar la muerte:

Encontrarás incluso maestros de sabiduría que niegan sea lícito hacer violencia a la propia vida yconsideran como pecado que uno se convierta en su propio asesino: hay que aguardar, dicen, el final que la naturaleza determinó. Quien así habla no se da cuenta de que bloquea el camino hacia la libertad. Ninguna solución ha encontrado la ley eterna que la de habernos otorgado una sola entrada en la vida y muchas salidas (Séneca 1986 400. Tomo I).

En todo caso es la tragedia romana de aquella época la que expone Séneca en las Epístolas morales a Lucilio. Tragedia que no ha cambiado en nuestra contemporaneidad porque es la condición humana la que expresa indistintamente a los individuos experiencias límite, como la finitud de la vida con la muerte; el vivir se compone de contrariedades que se pueden regular, como la enfermedad y la salud, la tristeza y la alegría; y las posibilidades de vida creadas cada día, significando una apertura a la realidad, a la intervención de ésta por las decisiones tomadas con responsabilidad. Lo que nos plantea Séneca es el oxímoron de la existencia y la paradoja es que no ha perdido vigencia porque Lucilio somos nosotros con todo lo que ello implica en nuestro tiempo.

Bibliografía
Séneca. Epístolas morales a Lucilio. Trad. Ismael Roca Meliá. Madrid: Gredos. Tomo I (Libros I-IX, epístolas 1-80). 1986.
Veyne, Paul. Séneca y el estoicismo. Primera reimpresión de la edición de 1995. Trad. Mónica Utrilla. México: Fondo de Cultura Económica. 1996.

Escritor: Carlos Eduardo Román Maldonado

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