La creatividad en relación a las disposiciones y necesidades sociales

La creatividad es un don impredecible e inconmensurable capaz de generar o demostrar problemáticas sociales y en algunos casos llegar a generar cambios de paradigma. El gran poder creativo es completamente notorio en los niños, no hace falta minuciosos estudios para llegar a notarlo. Con la sola interacción u observación de ellos salta a la luz su agilidad mental para generar respuestas y soluciones increíblemente originales ante los cuestionamientos o problemáticas que se les presentan.

Este don es lo que nos hace únicos y distintos a todos los demás, aun siendo seres socializados. Pertenecemos a un organismo mayor, con un funcionamiento y características propias y diferenciadas de cada uno de nosotros que somos tanto productos como piezas activas de la misma. Desde que nos iniciamos en instituciones educativas, somos obligados a resignar nuestra originalidad y creatividad, para responder y actuar como se espera que lo hagamos. Estamos inmersos en relaciones unilaterales con autoridades que nos hacen creer que cualquier sesgo discordancia entre lo que debemos hacer y nuestra capacidad o voluntad, es nada mas que rebeldía insensata y que no hará mas que condenarnos al fracaso.

Desde el momento en el que pensamos esta idea tan catastrófica de fracaso, comenzamos a competir, porque si hay un costado que implica fracasar, hay un opuesto que implica ganar, implica éxito. Y nosotros, aun no sin saber porque, queremos ser exitosos. Es una competencia que se naturaliza, se vuelve parte de nuestro funcionar diario. Entramos en el mundo que estas autoridades quieren que entremos y vamos formándonos para ser simples engranajes, engranajes que son dispensables y reemplazables.

Desde el jardín infantil, hasta la escuela primaria y secundaria estamos obligados a desistir de nuestras facilidades y gustos individuales, y somos obligados a tener la misma clase de inteligencia que el resto de los compañeros. Al parecer hay un método de enseñanza universal y obligatoria, que debería funcionar para el aprendizaje y el desarrollo personal de todos. Esto implicaría que tanto un músico, como un ingeniero, un carpintero, un médico, un atleta, etc., se interesaran, se empeñaran con la misma intensidad y sobre todo tuvieran el mismo desempeño en las distintas materias y temáticas que se cursan en las instituciones educativas.

La realidad es q todas las capacidades intelectuales y las zonas más o menos desarrollados de cada cerebro son diferentes. A medida que las personas se vuelven conscientes de las características de la inteligencia propia , y en el caso de que estas no concuerden con los requisitos que se disponen en las instituciones, se deben enfrentar diversos castigos que no son más que una de las formas de expresión de un discurso desmotivador. Su función no es más que filtrar, adormecer o eliminar todo rasgo de creatividad. Esa creatividad que de forma inocente resulta casi una amenaza para una sociedad, con cuyos ideales no corresponde. Sin embargo no es solo el poder de la creatividad lo que hace temblar a las instituciones, sino la misma debilidad de ellas.

Asumiendo que tal vez se me califique de romántico, en un paradigma actual que excluye al romanticismo, debo afirmar que encuentro necesario el planteo constante y la búsqueda personal de plenitud. Una búsqueda en lo posible libre de la mirada ajena y las pretensiones sociales. Soy consciente que lo que expreso tiende a ser cuasi una crítica al sistema educativo, y en parte lo es. Pero también es un intento de valorar y no cargarse con peyorativos o discriminaciones por parte de aquellos que ya han pasado una vida como perfectos engranajes de un sistema que los hace sentirse cómodos con los demás, pero incómodos consigo mismo.

Escritor: Vardanyan Tigran