La depresión y la locura…2 buenos amigos

La vida de alguien que trabaja y estudia al mismo tiempo se ve afectada cuando el tiempo se va desvaneciendo mientras el pobre trabajador tiene demasiadas cosas por hacer. La rutina diaria se puede comparar a la de un “robot” que tiene las funciones y tareas calculadas para tenerlas listas en un tiempo determinado, solo que el ser humano con todas y sus limitaciones sobrepasa la línea de lo posible y recomendado, afectándose primero que todo su salud corporal y emocional, llegando al punto de dormir en los buses pues sus fuerzas no dan abasto, caminanando como zombies, apenas distinguiendo las cosas y personas que pasan a su alrededor, y segundo afectando las relaciones con las demás personas, pues aquella persona que antes era alegría y positivismo ante la vida, se ha convertido en una persona que ha olvidado el placer de vivir realmente por perseguir el tan anhelado sueño de tener algún día una vida digna, llena de cosas materiales que hagan de esa vida robótica algo mucho más pasable y placentero.

Ahora para el trabajador que al mismo tiempo estudia no le queda más salida que pertenecer a un sistema que poco o nada le importa el bienestar de sus empleados, tan sólo esperando que los resultados en su rendimiento sean los esperados. Nuestro robot ahora tiene que actuar con mucho cuidado, cambiar la actitud frente a un trabajo que le exige cada vez más esfuerzo y un estudio que no es más sino el relleno a su desesperación.

Por un momento, mientras nuestro robot va en transmilenio, se le ocurre mirar fijamente a todas aquellas personas que apretadas cuelgan de las barandas y otras sentadas apenas bostezan y le surge de repente una simple y cruel pregunta: “¿Así es la vida?”. Al parecer así es, y sólo existe una única salida que es la de enfrentarla, mirando siempre hacia un horizonte hermoso, donde los sueños se cumplen y todo es bonito y hermoso.

Alguien que vive cada día de esa manera y con la misma pregunta seguramente está un paso delante de los demás del “suicidio”, pues cada madrugada a eso de las 4:00 A.M., cuando el despertador le avisa que es hora de otro pequeño pero largo infierno, nuestro amigo robot se da cuenta de lo absurda, deprimente y rutinaria de su existir. No hay que dejar volar la imaginación para adivinar que nuestro amigo se baña con agua fría, desayuna muy poco y cada vez que sale de su casa maldice la madrugada por ser tan fría y oscura. Pero siempre el sol anima a seguir adelante pues le da el calor y la energía para no mirar atrás y tal vez cambiar su oscura existencia por una más luminosa y positiva, trabajando con otra actitud, no pensando en lo feo que fue el pasado ni lo escaso que será su futuro, sino solamente viviendo su presente como si fuera el último día de vida en la tierra.

Ahora ya no importa el sueldo o los regaños mañaneros del jefe, sino que su principal preocupación radica ahora en producir en los demás una grata imagen de aquella persona que entendió que solamente la locura podría sacarlo del círculo vicioso sistemático imperante de su medio ambiente actual. Ahora disfruta hasta del agua fría gritando y cantando cada vez que las gotas tocan las partes sensibles de su cuerpo, y agradece el huevo cocido que una noche antes se ha preparado, comiéndolo ahora con gusto y con mucho pan para sentirse lleno y sin hambre. Nuestro personaje ya no es más un “Robot”, ahora por fin entiende el significado de su vida, su misión: vivir y ya!.

Escritor: juan julio