LA EDUCACION, LA CLAVE DEL EXITO

Estudia, y no serás cuando crecido, ni el juguete vulgar de las pasiones, ni el esclavo servil de los tiranos”. Tenía unos trece años cuando escuché por primera vez esta frase. La oí de boca de uno de mis profesores y la verdad en ese momento me pareció bastante agresiva y fuera de lugar, ya que se trataba de un colegio femenino de credo católico, que en general, era considerado uno de los mejores de la ciudad donde crecí. Han tenido que pasar unas cuantas décadas (cuantas, no viene al caso…) para que haya podido primero, saber que se trataba de una célebre poesía del poeta Elías Calixto Pompa; y segundo, entender la complejidad de lo que significa. Lo que sí es relevante es que Don Pompa vivió entre 1834 y 1887. Desde entonces, el hombre la tenía clara.

En cambio, al resto del mundo nos tomó casi dos siglos averiguarlo. Me he descubierto diciéndole a mi esposo en repetidas ocasiones: “¡La inteligencia nos va a sacar de pobres!”. Estuve cerca… Se nos adelantó Joseph Stiglitz, quien en 2001 ganó el premio Nobel de economía, básicamente por decirlo claramente: La clave de la reducción de la pobreza no era la economía, como se venía afirmado, sino la educación. Algunos países captaron el mensaje más rápido que otros y se pusieron a hacer la tarea muy juiciosos. ¿Quiénes por ejemplo? Bueno la respuesta es casi redundante. Podemos decir en coro el primer nombre, vamos todos juntos: ¡Chiiiina! Y podemos continuar la lista, Singapur, Corea del Sur, Japón, India, Finlandia. Finalmente aquellos países que entendieron que la clave del desarrollo económico es la educación y por lo tanto la ciencia y la tecnología, tienen la ventaja en el mundo de hoy. Y la realidad lo confirma.

El Gaokao, es considerado el examen más difícil del mundo para entrar a la universidad. Aproximadamente, nueve millones de estudiantes chinos se presentan cada año. Es cierto que tres de cada cuatro estudiantes, logran el puntaje requerido para acceder a la universidad, pero aunque la tasa sea muy favorable, ninguno quiere jugársela y ser el cuarto, así que se preparan concienzudamente desde pequeños. Lo que significa que estos niños crecen en un ambiente de extrema disciplina y de horarios estrictos, que no considera el tiempo libre como una opción para el descanso o la recreación. Viéndolo así, podríamos decir que el sistema es bastante cruel. De hecho el Gaokao ha sido comparado con los exámenes imperiales de selección de funcionarios, que duraban también dos días (con la diferencia, que durante el Gaokao no se ejecutan a los tramposos, pero las multas que imponen… dan ganas de morir).

Además, el resultado de este examen, podría decirse… marca el destino. Creo que la crueldad de estas pruebas es incuestionable, ya que la presión a la que están sometidos estos jóvenes es tremenda, más si sumamos que todas las expectativas de los padres están puestas sobre este único chico (a propósito de la política implantada en los ochenta del hijo único). Las críticas son múltiples lo cual me lleva a preguntarme que tan justo es el sistema. Bien, el objetivo es seleccionar a los mejores estudiantes y distribuirlos en las distintas universidades. Es decir, garantizar el ingreso a la universidad con base en el mérito, garantizar la equidad y la competitividad en el acceso a la educación. ¿Qué? Es entonces cuando me cuestiono todas las anteriores críticas.

Si bien es innegable la dureza de las pruebas, ¿No es más cruel lo que ocurre en un país como el nuestro?; en el que estudiantes brillantes suelen quedarse atrás, por no tener recursos económicos y algunos no tan sobresalientes ingresan a las universidades gracias a su capacidad financiera. ¡Nos falta potencializar la meritocracia! Ahora bien, no todo lo estamos haciendo mal. Un buen ejemplo es que Colombia ha venido participando en los últimos años en las pruebas PISA. Sin importar los resultados, -por demás vergonzosos- se requiere tremenda personalidad para participar y competir con los otros sesenta y cinco países que realizan la prueba. Este año ocupamos un deshonroso puesto sesenta y tres entre sesenta y seis países. Superando solo a Perú en lo concerniente a los países latinoamericanos participantes. ¿Pueden adivinar quién ocupó el primer lugar? Pues China, ¡Obvio! Que con todas las críticas a su sistema y a la verdadera tortura china que supone el Gaokao, obtiene resultados espectaculares; de manera que Shanghái, Hong Kong, Taipéi y Macao, quienes participando separadamente ocuparon los puestos, primero, tercero, cuarto y sexto consecutivamente, y al igual que sus vecinos Singapur, Corea del Sur y Japón, en unos envidiables segundo, quinto y séptimo lugar, ocupan irremediablemente los diez primeros puestos en los resultados, año tras año.

Pero no es solo porque descubrieron en la educación el secreto del éxito, sino porque además entendieron que hay que trabajar mucho y con disciplina. O si no comparen las horas invertidas anualmente en las escuelas de cualquiera de estos países asiáticos, con las horas del pensum escolar colombiano. A pesar de esto, admiro a mi país, porque se necesita cierta dosis de valentía para seguir intentándolo. Prefiero que sigamos haciendo el “oso” en las pruebas PISA, porque aceptar nuestra mediocridad es el primer paso en el camino de fortalecer las debilidades de nuestro sistema educativo. Reconocer que hay un problema es, en definitiva, el primer paso para ser mejores. Y de eso sí me siento muy orgullosa.

Escritor: Mariam Patiño Ruiz