LA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS SOCIALES: ¿AGENAS A LA COMUNICACIÓN?

El ser humano se comunica con señas, gestos, escritura y lenguaje oral; independientemente del lugar donde se encuentren, tejen relaciones interpersonales e intrapersonales, partiendo de una base: el lenguaje no se deja y se adquiere cuando se desea, es algo primordial en el ser humano y el contexto en el que se desenvuelva. En este sentido, la escuela no está exenta de comunicación, se forma, se ayuda en la creación de la personalidad y por ende su relación con los demás; se enseña y se aprende en diversos sentidos, por ello, si no existe un lenguaje digerible para toda la comunidad educativa, la comunicación no será posible.

Todas las áreas de formación son integradoras de dicho proceso de comunicación, pero en este caso me enfocaré en las Ciencias Sociales, puesto que tienen como objeto de estudio “el Hombre”, en todas sus dimensiones; y cada una de las ciencias que la integran, observándolo como ser individual y colectivo, que se desenvuelve en una sociedad y territorio. Si bien se han visto cambios en cuanto a la enseñanza de las Ciencias Sociales en las instituciones educativas, buscando generar espacios de reflexión y pensamiento crítico, aún se pueden encontrar docentes que operan bajo la memorización y el positivismo. Los Lineamientos Curriculares de Ciencias Sociales y los Estándares en competencias básicas, han tenido vacíos en cuanto al tipo de estudiante que se ha querido formar, ya que se queda en el papel y no se proyecta a la realidad, pero esto es debido a las metodologías de estudio y a una evaluación no formativa.

La enseñanza de las Ciencias Sociales está siendo manipulada desde el lenguaje, el texto: “El Lenguaje y sus trampas”, expone que desde la parte política se ha creado un error de lectura del contexto en el que se desenvuelven los estudiantes, en este caso de Colombia, “el truco es de sobra conocido: un ejército de lexicógrafos al servicio del poder nos vende, «desplazados» por deportados o expulsados, «daños colaterales» por víctimas civiles, «valla de seguridad» por muro de la vergüenza, «ayuda humanitaria» por ocupación militar en toda regla o «movimiento de liberación nacional» por terrorismo. Y esto ocurre para acomodar armoniosamente la realidad a la visión de cada una de las partes dentro de lo que se entiende como políticamente correcto. Las palabras, así utilizadas, esconden la realidad o en el peor de los casos consuman su muerte, y se convierten en mera incoherencia o sonido que ni siquiera llega a tener una clara articulación de significados. Con toda razón decía Adamov: «Gastadas, raídas, vacías, las palabras se han vuelto fantasmas en las que nadie cree».

Todo ello crea un modelo de pensamiento fundamentado en la no-realidad social, desarrollan una apatía en contra de quienes no creen en el actual gobierno; el texto de Piedad Bonnet “Consagración de la mentira”, expone esta realidad basada en los pensamientos sociales y políticos de quienes tienen el “poder” ideológico, político, económico y social, y sobre todo de quienes manejan los medios de comunicación, “…la realidad nos abruma de tal manera con su carga de violencia, que unos hechos desplazan a otros con una velocidad que impide que haya memoria que los abarque a todos o conocimiento que pueda desentrañar su razón de ser. Estamos ubicados en un umbral de incertidumbre y confusión.

Pero además en la conciencia de muchos colombianos —sin duda que no de todos— está la herida: ser colombiano equivale no sólo a pertenecer a una sociedad desigual y discriminatoria —como muchas en el continente— ni a soportar a diario el peso de la peor violencia —masacres, desalojos, la furia inclemente de la guerra—, sino a llevar colgado de los hombros el estigma que el mundo exterior nos impone, y que nos somete diariamente, en todas las fronteras, a la humillación y al oprobio”, y sobre esto se teje un sinnúmero de superhéroes de la nación que acomodan a su antojo el “colombiano guerrero” que se miente, se oculta, es frio ante su situación, mensajes como: “Colombia es pasión”, “arriba ese ánimo”, “ese cielo azul es Colombia” y otros, promovidos desde los medios de comunicación dan muestra de ello, pensar lo contrario será el equivalente a no querer esta hermosa “patria”.

La labor del maestro debe ser en la actualidad, devolver al lenguaje su pureza originaria, rehabilitar el sentido y la verdad de las palabras, y para el caso de las Ciencias Sociales, la apertura de una conciencia crítica sobre la realidad. La mentira lingüística como se ha visto también es violencia, violencia simbólica. Por ello, frente a un lenguaje prostituido se debe luchar por otro que defienda los valores básicos de la humanidad, sin ocultar con metáforas la realidad que nos corresponde.

El ritmo cada vez más trepidante de la sociedad, la volatilidad de muchos acontecimientos que suceden, sometidos a la influencia y dependencia de los medios de comunicación -filtros y mediadores entre la realidad y los ciudadanos- hace necesaria una reflexión desde la Didáctica de las Ciencias Sociales, sobre que fenómenos debemos elevar a la categoría de retos de la sociedad actual y tratarlos educativamente. Finalmente, las Ciencias Sociales en la escuela, no se deben basar en lo que venden los elementos mediáticos, sino que deben propugnar por una comunicación abierta en el contexto, para crear un postura crítica y reflexiva frente a la realidad existente en nuestro país, sin ocultarla con metáforas que despierten un sentimiento efímero de patriotismo, dejando de lado la verdadera sinfonía de la educación: FORMAR PARA TRASFORMAR, FORMAR EN EL CONTEXTO.

BIBLIOGRAFÍA

• LOMAS, Carlos; Aprender a comunicarse en las aulas
• El Lenguaje y sus trampas. Universidad de Antioquia, Facultad de Educación
• BONNET, Piedad. Consagración de la mentira. En: http://www.revistanumero.com/50/indice.htm (septiembre de 2006)
• GALINDO MORALES, Ramón. Otra enseñanza de las Ciencias Sociales es posible.

Escritor: Maria Nataly Echeverri Giraldo