LA EVALUACION COMO EJERCICIO DE AUTORIDAD EN EL CONTEXTO NEOLIBERALISTA

El presente ensayo tiene como objetivo comprender la evaluación, como un acto de poder que ejercen los docentes frente a los alumnos dentro de una cultura política neoliberalista y los beneficios de la autoevaluación y la co evaluación en la transformación de la cultura educativa y social. La evaluación entendida como -acto de autoridad-, es una característica sine qua non, existiría la autoridad del maestro dentro de la praxis educativa, pero podría decirse que el poder del profesor se da per se, su solo nombrarse como maestro y relacionarse con otro, al que se le nombro como alumno, es ya la envestidura que determina en qué clase de relación de poder se encuentran con su consecuente ejercicio de autoridad.

Esta relación que se acepta como relación de poder y de ejercicio de autoridad, estará construida dentro de los valores del régimen político que viva la comunidad, el sistema educativo, el modelo y tipo pedagógico, y factores sicológicos y sociológicos de la institución. Aprender a evaluar, es aprender a ejercer el poder, y si el maestro se ocupa de este aprendizaje poseerá una herramienta, que le permite desde un criterio finalista conocer si los fines previstos dentro de las practicas de enseñanza y aprendizaje se están cumpliendo.

Es por ello que la pregunta por la autoridad del maestro y la evaluación como su ejercicio, fuera de ser un asunto de la pedagogía, es además un asunto de la política y de sociología de la profesión, pues el papel que desempeña el docente dentro de una sociedad democrática permite que se reifiquen o no esquemas de poder dentro de la cultura y se de legitimación por activa o por pasiva de los sujetos.

Este rasgo político del ejercicio del educar, es determinante en la construcción de ciudadanos, en tanto sujetos de la cultura, después del primer acto- nacer, somos sujetados a las redes de existencia mediante, la norma de aceptación de la figura de un maestro o maestra, -el que sabe-, y quien tiene poder para, por y sobre nosotros. Dentro de nuestros procesos de enseñanza y aprendizaje estamos siendo evaluados y orientados por otro- al que se le confirió autoridad- y desde sus actos de poder legitima, evaluando, emitiendo un concepto favorable o desfavorable frente a una respuesta esperada y lo que es más determinante sobre nuestro ser,

El acto de educar y los procesos de enseñanza y aprendizaje, se valen de “instituciones educativas”, que están enmarcadas dentro de un sistema educativo y el subsistema escolar perpetuando las elecciones racionales, el modelo de costo y beneficio, la moralidad institucional y el comportamiento de los agentes. Dentro del ámbito de la educación forma la institucionalización ha buscado a través de las reformas legislativas la creación de modelos de evaluación que permitan visibilizar el estado de derecho colombiano La ley 115 de 1994, decreto 1860 de 1994 y la resolución 2343 de 1996, constituyen normatividad que define en Colombia, la evaluación como parte de la política educativa.

La definición normativa permite comprender que la evaluación hace parte del proceso curricular y que además le integra, siendo esta una característica del diseño institucional que permite comprender el funcionamiento de una institución educativa en particular y evidenciarla como muestra de cómo se educa y evalúan los ciudadanos colombianos, un acto de ejercicio de poder y de autoridad en la escala educativa.

CRONBACH (1963) define que es la evaluación desde un punto de vista instrumental: “es la recopilación y uso de la información para la toma de decisiones“ nos permite comprender la institución educativa como un modelo institucional para el manejo y procesamiento de información y el espacio que crea- el educativo – un lugar de recopilación a través de la transferencia y su posterior uso, como medio de determinación del acto de educar y la evaluación como evidencia de la transferencia.

El manejo de la información y el proceso de verificación o revisión, permite constatar su adquisición, a partir de estas concepciones de han estructurado modelos de evaluar y fines de la educación. Dentro de esta última la necesidad de dar información al alumno esta dentro de una concepción filosófica capitalista del conocimiento, como una mercancía que se adquiere y su comprobación de poseerla (la evaluación), permite ser un medio que crea la expectativa de poder darle valor de uso frente acciones concretas que demanda el entorno.

Proponemos una definición de evaluación en la cuál es un acto de poder, que ejerce el maestro sobre el alumno dentro del proceso educativo, y utiliza un instrumento por medio del cuál se puede confrontar el ejerció del acto autoritario. El instrumento es solo el medio para comunicar el acto de evaluación y poder determinar a nivel racional, comunicable y materializable que el juicio emitido corresponde con la realidad del alumno.

El diseño del instrumento obedecerá al criterio de razonabilidad, experiencia y moralidad del maestro, y es un ejercicio de lo público, en donde el acto de evaluar es ejercicio del poder autoritario que delega la justicia para incluir o excluir, fortalecer patrones de conducta, presionar la adquisición de conocimientos y la realización de determinados actos, ofrecer un estimulo para poder esforzarse por cumplir la expectativa de las instituciones, de la cultura social, educativa y familiar.

Resulta ser un poco admisible que el evaluar es acto de poder, acto de autoridad y de ejercicio del acto de juzgar cuya analogía más profunda es el “juicio divino” pero cuando encontramos en Kojev, su búsqueda por definir que es la autoridad, es explicada en términos de sus características y de los –actos de autoridad- último aspecto que evidencia lo complejo de esta forma de relación y su necesidad de comprensión a partir de los fenómenos-autoritarios- Dentro de una pretendida sociedad democrática decir que el maestro evalúa, en ejercicio de la autoridad, constituye un antagonismo a la posibilidad de relación a partir de los mínimos criterios de racionalidad pero en la praxis, frente a la pregunta ¿es posible evaluar objetivamente? La respuesta casi unánime es que es objetivamente y si dentro del nuevo paradigma del modelo cognoscitivo de la cibernética, la objetividad no existe, no puede pretenderse que se de un acto donde hay un desequilibrio de roles, de necesidades y de porque y para que del conocimiento.

Por tanto si existe una relación donde se ha aceptado que uno tiene dominancia sobre el otro y que el otro de manera libre y racional la ha aceptado, es de admitir que el juicio de valor esta determinado primariamente por quien lo ha emitido. El análisis ontológico de la autoridad de kojev, permite concluir que es elemento fundante de una institucionalidad educativa, la autoridad del maestro frente o sobre el alumno, ya que para que se de esta institucionalidad es necesario aceptar la superioridad de uno sobre el otro, es por ello que es clasificada por kojev en la tipología de autoridad de jefe, cuya más clásica relación es el juez, sobre el juzgado, el empleado frente al jefe, la de un inferior sobre un superior, el oficial frente al soldado, la autoridad del sabio, del adivino, la de profeta.

En todas estas relaciones se comparten varias características y es que la institucionalidad permite y necesita que dichas relaciones existan para poder dar causa al objeto de su existencia. Respecto a porque la autoridad del maestro es clasificada en esta tipología Kojev expresa: “lo mismo ocurre con la autoridad del maestro sobre el alumno: el alumno renuncia a las reacciones contra actos del maestro porque piensa que este ultimo ya se encuentra en el sitio donde el mismo sólo legara después: esta adelantado con respecto a él”.

Para adquirir la autoridad -de maestro- solo es necesario desde el punto de vista fenomenológico llamarse como tal y ostentar dicho cargo en una institución educativa pero conocemos que en la práctica, la autoridad del maestro ha sido desdibujada por las nuevas formas de relacionarse de los alumnos. Es por ello que la forma más clásica y fácil de solucionar el problema de la autoridad se concentra en la evaluación como forma del ejercicio de la misma, esta es la única actividad del maestro en la cuál puede actuar de forma que demuestre que el sabe y sabe quien sabe y quien no, es decir que tiene un instrumento que le permite calificar y descalificar, situar a los estudiantes en una escala de valores frente a lo esperado.

Un maestro más allá de la autoridad, es un ser humano que actúa en su rol con criterios humanistas y conciencia social, integrando las necesidades de autoestima, pertenencia, solidaridad y compromiso social en su quehacer. En la evaluación encuentra una estrategia de reconocimiento de procesos, más que la suma de datos y de ejercicio de autoridad. Dentro de sus propuestas esta la autoevaluación la cual pretende llevar hacia la conciencia el proceso del estudiante, generando valoraciones mediante la claridad en los criterios y como reflexión es el medio que le hace invaluable.

Dentro de una política humanista la evaluación dejaría de partir del tradicional examen e implicaría nuevas formas de análisis del avance en el proceso educativo, además de ver en este no un objeto que hay que cumplirse sino vivirse y vivenciarse. Como vivencia la coevaluación implica una acción de pensarse en el lugar del otro y de reconocer la posibilidad del juicio dentro de un aprendizaje comprometido, el conocimiento no se evalúa de forma directa y como algo externo, sino que se aprende en el proceso mismo. Si deseamos transforma el sistema escolar uno de los aspectos importante a tener en cuenta es la evaluación y la necesidad de encontrar en ella, nuevas formas, más allá de los valores dominantes.

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sortilegioseducativos.com/2009/08/02/neoliberalismo-y-la-evaluacion-1/: fecha de consulta 20 de Marzo de 2013.

Escritor: JOANNA ALEXANDRA RODRIGUEZ TAMAYO.