Esta es una pregunta que muchos nos hemos hecho; al ser estudiantes pensamos continuamente en ir a la escuela a divertirnos con nuestros amigos, pero cuando se trata de pensar en la academia como tal, el gesto en la cara cambia; los estudiantes se quejan del acartonamiento del sistema y de la ablación al libre desarrollo de la personalidad, eso sin contar que, muchas veces deben memorizar contenidos que ni realmente entienden solo por alcanzar una nota, esa nota en realidad se convierte en el objetivo de la escuela y no propiamente en lo que es la educación y todo lo que ella implica.
Como padres nos encontramos en una encrucijada cuando estamos escogiendo el colegio para nuestros hijos; la oferta cada vez es mayor y con miles de atractivos como el bilingüismo, las inteligencias múltiples, la asesoría de tareas y las actividades extracurriculares – que garantizan mayor tiempo en el colegio, lo que nos facilita ampliamente la vida cuando estamos en el trabajo – Y la relación entre estas atracciones y el valor a pagar mensualmente es directamente proporcional, razón que implica mayores gastos en una familia y por lo tanto más tiempo en el trabajo para cubrir la mensualidad del colegio. Pero cuando tenemos hijos que no encajan en el sistema educativo convencional el sueño de la educación se convierte en pesadilla, porque sentir que nuestros hijos no encajan en la escuela es casi como sentir que no encajarán en la sociedad, que tendrán dificultades para conseguir un trabajo, una familia y con ello una vida normal.
La escuela como institución busca entregar a la sociedad un producto en serie, todos en promedio tienen las mismas cualidades y capacidades, largas horas en la escuela garantizan un aprestamiento a las reglas de cualquier otra institución, es una pequeña réplica de la vida en sociedad adulta; allí manifestar la inconformidad con la autoridad genera rencillas con los maestros, denunciar fraudes, robos, preferencias es condenarse al señalamiento de sus congéneres y por lo tanto a la soledad. Entonces ¿qué es lo que enseña la escuela? A sobrevivir dentro de un mundo lleno de competencia que no tiene escrúpulos por sus semejantes, a que el valor intrínseco del hombre está soterrado por las ambiciones personales.
La escuela no garantiza la felicidad de los niños y jóvenes porque allí se sienten encerrados, vigilados, juzgados, evaluados y muchas veces condenados. Frente a la autoridad que son los maestros no pueden mostrarse como realmente son, decir lo que realmente piensan por temor a ser juzgados. La escuela no es ese sitio donde los jóvenes pueden manifestar su inconformidad libremente, su sensación de injusticia frente al proceso educativo que llevan, ni el concepto que realmente tienen de las personas que les educan. Pero ¿cuál es el motivo de esta situación? La respuesta es muy sencilla, la escuela no educa para la felicidad ni para la libertad, educa para la obediencia, por eso nuestros niños se ejercitan en seguir normas, obedecer, escuchar y repetir. Los espacios de ocio cada vez son más limitados, la creatividad e imaginación del estudiante se ven marginados por la utilización exacerbada de la memoria y por la repetición de un modelo asignado, sin posibilidades de modificación o innovación.
La postura tradicional de pensar que el estudiante no tiene ideas tan válidas como la del maestro menosprecia las capacidades de nuestros chicos, que pueden utilizar sus habilidades y su creatividad para generar conceptos maravillosos que de alguna manera sean más aprehensibles para ellos, más útiles, más dinámicos y que les generen emoción. Estas características son las que garantizan el conocimiento en realidad, pero no la educación.
Nos encontramos entonces con un problema doble; por un lado, la poca garantía que ofrece la escuela en la consecución tanto de la educación como del conocimiento real y efectivo. El sistema educativo de nuestro país es bastante endeble, mediocre y enfoca a nuestros aprendices a la productividad técnica en masa, razón por la cual las profesiones que tiene que ver con el cultivo intelectual del ser humano cada vez tienen menos demanda. Y por otro, la diferencia entre conocimiento y educación el cual no está completamente claro; el conocimiento es el conjunto de todos aquellos conceptos que necesitamos para desenvolvernos medianamente dentro de una sociedad, la educación es la que hace posible que dicha sociedad evolucione, y para ello debe ser de adquisición para todo ciudadano. No podemos delegar la educación, pues es claro que en una sociedad capitalista como la nuestra hasta las escuelas se convirtieron en centros de consumo, y la tendencia es tener buen nivel de inglés, un puntaje muy superior en las pruebas de estado y girar sumas astronómicas mensualmente para decir que nuestros hijos tienen la mejor educación.
La educación es un ejercicio permanente que debe ser dirigido desde casa, direccionando a los pequeños en la vía que consideramos deben seguir, no basta la academia y la acumulación de conocimiento, no basta saber de memoria los músculos del cuerpo o los países que integran la ONU, ni las fechas de los conflictos armados más importantes, los valores que queremos ver en los niños deben ser transmitidos a través del ejemplo, en el diario vivir, en las jornadas dedicadas a estar en familia. Debemos dedicar tiempo no solo a jugar con ellos sino a reflexionar sobre lo que pasa a nuestro alrededor y la forma en que debemos interactuar con los otros y con el entorno. La educación en todo el sentido de la palabra es enteramente responsabilidad de los padres, es la familia quien debe asumir esta obligación. Si realmente queremos niños felices, autónomos y responsables debemos educarlos más en casa y menos en las escuelas, darles la posibilidad de elegir sobre lo que quieren aprender es de antemano garantizar un compromiso en la actividad educativa y evitar mediar este proceso con una nota puede generar mejores resultados y en menor tiempo.
Recomendado: Documental/película “La educación prohibida”
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Escritor: Cynthia herrera
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